*Por Ángel Rico
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Cuando
el hipócrita, Al Gore, presentó en 2006 su documental “An Inconvenient Truth” (Una Verdad Incómoda) la amaestrada sociedad
se dejó influir, por lo que Naomi Klein
denominó “La
Doctrina del Shock”,
delegando la actividad de sus conciencias medioambientales en las prédicas de
este tramoyista bien pagado que, paradójicamente, en su actividad, produce más CO2 que el originado durante un año por la suma de sus seguidores
aterrados por lo que se pasó a denominar “Climategate”.
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En
las idas y venidas, de conferencia en conferencia, el jet privado de Al Gore, un Gulfstream G650, produce 75 mil toneladas de CO2 al
año.
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Hipocresías
de este tipo, las tenemos en nuestra vida diaria, pero estamos tan absortos en
la cotidianidad que no las vemos aunque las tengamos delante. Un caso conocido
fue: --la derogación, por Zapatero,
del Plan Hidrológico Nacional, que
preveía trasvases de ríos, poco antes de su desembocadura, para llevar el agua
a aquellos lugares donde se necesitase. Proponiendo como alternativa, las
desaladoras. Es decir, --primero se permitía que el agua dulce de algunos ríos
se vertiese en el mar, para después sacar el agua salada, para quitarle la sal
mediante procedimientos, caros y energéticamente costosos--. Una estúpida
hipocresía, permitida, por la miopía general.
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Estos
días se está estudiando en el Parlamento
Europeo, un plan general de la Unión Europea contra el
consumo de tabaco: --El tabaco provoca 650 mil muertes cada año en la UE ,
representando la primera causa de fallecimiento, enfermedad y discapacidad--.
Un europarlamentario defensor de la propuesta dijo que: --las muertes producidas por el tabaco en la UE ,
son similares a las producidas por 6 aviones con 300 pasajeros que se
estrellasen cada día y muriesen todos sus pasajeros--. Al mismo tiempo y,
en una hipocresía incomprensible, la Política Agraria Común (PAC) fija ayudas al cultivo del
tabaco, surgiendo la pregunta: --¿Cómo se puede ayudar a producir algo que provoca 650 mil muertes al año?
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En
la hipocresía y en la mediocridad, de gran parte de la sociedad, está la
respuesta, a demasiadas incómodas verdades.
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Otro
caso significativo son los “biocombustibles
de segunda generación” que se repite como un mantra social; donde la
sociedad y los medios de información que lo repiten, no saben, ni lo que
significa, ni por qué se habla de la segunda generación, habiendo pasado, sin
solución de continuidad, por los biocombustibles de primera generación.
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Las
incomodas verdades son ocultadas por
los poderosos para beneficio propio, en contra de los intereses de una mayoría
lanar, miope y cómplice, que permite que la burocracia legisle sobre un asunto
y su contrario. Lo que se resume en: –un
dar la sensación de cambiarlo todo para que, como en el Gatopardo, en realidad no cambie nada--.
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Jorge Alcalde con su libro “Las
mentiras del cambio climático” puso en evidencia la hipocresía de quienes,
como Gore, se enriquecieron con los
tópicos del timo de la amenaza climática. La sociedad aceptó los resultados
ligados a esos tópicos aprobando el Tratado
de Kioto y los gobiernos, cada año gastan enormes cantidades, en adquirir
cuotas internacionales de CO2 para
poder cumplir los objetivos que se
comprometieron a conseguir. En la pasada legislatura España gastó 770 millones
de euros en los mercados de carbono. Y aún así, hoy España tiene un desfase de 105 millones de unidades, sobre los
objetivos previstos. Es decir, antes de 2015, España tendrá que gastar 746 millones de euros.
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El
gasóleo utilizado en el transporte de mercancías por carretera, es quién más
colabora en el exceso nacional de emisiones de CO2. Como remedio posible está disponible el biodiésel. Un combustible nacional, alternativo, más barato que el
contaminante gasóleo fósil, que crearía miles de empleos y ayudaría a la Seguridad Energética Nacional. Pero los burócratas, del Gobierno de España, y los burocratillas
de los gobiernos autonómicos, impiden, con una insultante indolencia, el desarrollo del biodiésel nacional de primera generación, dejando anualmente, como
improductivo, pero subvencionado barbecho, 3 millones de hectáreas, el 19% de
la superficie cultivable nacional, que con una política adecuada, pondría a
disposición de los profesionales del transporte 3 millones de toneladas de combustible,
a un precio inferior a un euro por litro, además de 4,5 millones de toneladas
de proteína para alimentación animal.
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Ahora
la excusa es el “biodiésel de 2ª
generación”. Los que así hablan, muestran desconocer los billones de
toneladas de biomasa que habría que manipular para llegar a obtener la misma
cantidad de energía que la que pueden producir las hectáreas de barbecho que
cada año se subvencionan en España.
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Ningún
medio de información, televisión, radio o periódico, --repito, ninguno--, que
disponga o aspire a disponer en su programación, publicidad de la petrolera amiga, hablará de
esta noticia. A cambio, enredará la cuestión en primeras y segundas
generaciones que, a la hora de la verdad, supondrá que todo siga igual, con los
españoles teniendo que pagar el canon de una ignorancia generalizada, que para
nada repercute a favor de los consumidores.
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De
estas “incómodas verdades” es, ya,
conocedora la Vicepresidenta de la Comisión del Gobierno
para Asuntos económicos del Gobierno de España, Soraya Sáenz de Santamaría, veamos
hasta donde llega la larga sombra de los poderosos.
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…He dicho!
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*Es Presidente del GEA&GEA
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