*Por Ángel Rico
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Soy
de la opinión que, al igual que en ciertas profesiones hace falta un examen de
ingreso, y otros posteriores de convalidación, para ser líder de un partido
político debería ser necesario demostrar que se tiene un mínimo de cultura
histórica de la política, para evitar tener que padecer aquellos acontecimientos
que, con similares precedentes, ocurrieron en otros momentos de la Historia.
Esta introducción viene a cuento, primero, por los derroteros que está mostrando Pedro Sánchez, líder momentáneo del PSOE y, segundo, porque “el pueblo que
olvida su historia está condenado a repetirla”.
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Cuando,
en el pasado mes de mayo, en Gijón,
en relación a las elecciones en el Reino
Unido, Pedro Sánchez dijo: --“En el Reino
Unido quien pierde las elecciones dimite”— (sic), refiriéndose al ejemplo
del laborista, Ed Miliband, que al
día siguiente de haber perdido las elecciones, frente a David Cameron, presentó su dimisión, por cierto, como también
hicieron –el liberal-demócrata, Nick
Clegg y el euroescéptico, Nigel
Farage--; los socialistas
españoles intuyeron que: --Sánchez
estaría muy seguro de su victoria en las Generales porque, en caso contrario,
imitaría a Ed Miliban, y presentaría
su dimisión al día siguiente de su, hipotética, derrota--.
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A
diferencia de lo acontecido con Felipe
González, en el XXVIII Congreso del
PSOE, (mayo de 1979) donde defendió
que: --“Hay que ser socialista antes que marxista”— Pedro, está defendiendo, por
activa y por pasiva, que: --“Hay que ser
Sanch-ista antes que socialista”—Si
el lema de Felipe, en 1979, suponía mirar adelante, en lugar de al pasado;
el de Pedro, actualmente, supone el
“yo, mi, me, conmigo mismo”.
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En
esa “hoguera de las vanidades” donde se está cociendo, Pedro Sánchez, a fuego lento, quien está moviendo los hilos y las
ascuas, es Pablo Iglesias, que en su
“Plan de Acción” tiene diseñado los
diferentes capítulos que tienen que teatralizarse, para conseguir el fin
perseguido: --“Obtener el poder para no soltarlo”--. Y si para ello, Iglesias, tiene que renunciar a algunos
de sus –irrenunciables— postulados, renunciará, con tal de que Sánchez, se convierta en el Primer
Ministro de un Gobierno Provisional y débil, tal y como, mutatis mutandis, ocurrió en
1917 en Rusia. El plan es el mismo, los instrumentos similares, la
incultura política, y falta de ilustración,
de Sánchez para no verlo
venir, es infinita.
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Ahora,
como entonces, es necesario disponer de
un “Gobierno Provisional” con Sánchez
como débil “Primer Ministro” (como le
ocurrió a Kerensky) –con la suma de todo el espectro político del
Congreso, en un tótum revolútum, salvo el
PP y Ciudadanos, con la excusa de: --Echar a la derecha
burguesa del gobierno para darle todo el poder al pueblo (entonces a los
Soviets)--, se promoverá en la calle, un
permanente estado de agitación social y propaganda, utilizando Atresmedia, Mediaset y
la mentira generalizada, como
instrumentos revolucionarios; donde el “Sanch-ismo”
no tendrá ni la capacidad de liderazgo, ni la determinación política para frenar
las agresiones, fomentadas por el “podemismo” a la legislación vigente--.
Incluso, los apoyos prestados por el “podemismo” al PSOE en Castilla-La Mancha,
Extremadura, Aragón, Baleares y Comunidad
Valenciana; además de en varias diputaciones provinciales y ayuntamientos, se
difuminarán, haciendo ingobernable la mayoría del territorio español,
propiciando el ascenso al poder del descontento revolucionario.
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En
ese momento, se habrá cumplido el guión (las Tesis de Abril) de Iglesias y, se provocará el golpe de
estado revolucionario podemita y, Pablo
sustituirá a Pedro en el gobierno,
prometiendo crear una sociedad distinta a la burguesa. Para ello se suprimirá
el régimen parlamentario actual; se nacionalizarán servicios estratégicos,
entre ellos, los medios de comunicación privados; se pondrá en entredicho la
propiedad privada (Art. 33 de la CE ), permitiéndose la
ocupación de viviendas y fábricas; y la Monarquía parlamentaria (Art. 1.3 de la CE ),
será sustituida de facto por la república podemita. Y, Pedro Sánchez sin
enterarse; --porque Pedro no
necesita “lecciones de nadie”--, mientras tanto va de “pelonería política en
parvedad social”. Sánchez, nunca
podrá llegar más alto, y el histórico PSOE,
nunca podrá caer tan bajo.
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Con
los resultados electorales presentes, lo más razonable sería estudiar un
gobierno de gran coalición, similar a la formada en Alemania, donde la Unión Cristianodemócrata (CDU), la Unión Socialcristiana (CSU) y el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) gobiernan con un programa
conjunto. Esa hipótesis en España,
contaría con 253 diputados y, salvo mejor opinión, se podría planificar los
pasos a seguir para construir la
España del año
2050; sin arriesgarse a los peligros de
una demagoga revolución podemita y a que, como en Venezuela, llegue a escasear, entre otros bienes de consumo, el
papel higiénico y, por supuesto, la Libertad. Porque lo que defiende Podemos, mediante promesas de
“emergencia social” no ha funcionado nunca en ningún lugar, en ninguna época
histórica y, con ningún dirigente marxisto-estalinista.
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Para
que pueda ser posible en España, lo
que ha sido posible en Alemania, es
imprescindible que el PSOE sustituya
el “Sanch-ismo” de Pedro, por la democracia política del
sentido común mayoritario del Comité
Federal de un partido con una gran historia que, como en 1979, debe mirar
más al futuro, que a los intereses propios de Pedro y de María Begoña Gómez, su, fotogénica, mujer. El Socialismo del Siglo XXI no tiene que
ser confundido con el paupérrimo “Sanch-ismo”
de solo 90 diputados.
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…He dicho!
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En
la próxima ocasión, hablaremos del partido Ciudadanos,
que quiso debutar en primera división, con los defectos, la falta de banquillo
y las carencias de la división segunda.
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*Es Presidente del Instituto Hispano
Luso
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