*Por Ángel Rico
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Henry Louis Mencken, dijo: --Todo hombre decente se avergüenza del
gobierno bajo el que vive--, lo cual supuso un ejemplo de predicción de lo que
ocurriría, entre otros lugares, en España.
Pero lo que el “Sabio de Baltimore”
no auspició es que, además: --también es posible avergonzarse, y el mismo
tiempo, de los partidos de la oposición--. Mantener a España un año sin gobierno, es un ejemplo de lo dicho. Un tiempo
perdido, que ha costado mucho dinero; porque pagar, los salarios y costes
derivados de un “gobierno en funciones”, de unos “diputados y senadores, en
funciones” y “de un (principal) partido de la oposición en funciones” es algo
que, una economía como la española, no se puede permitir. Por otra parte la
realidad nos ha demostrado que, aún así: --el sol ha seguido saliendo todos los
días, y los pantanos recogieron más agua de lluvia que cuando había un gobierno
efectivo--. Por tanto ¿qué se han creído los “unos” y los “otros”?
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En
las próximas elecciones (26 de junio) deberá ser de obligado cumplimiento que:
--aquellos políticos que obtengan peores resultados que en las elecciones
pasadas, no solo tengan que dimitir tras el recuento oficial de votos, sino que
deberán dejar la vida política— Debe quedar claro que, “quien la hace la paga”,
y haber tenido a la Nación un año al
pairo es algo que ha costado mucho dinero, y ha impedido muchas posibilidades
de crecimiento económico. Por tanto, los
electores independientes deberemos preguntar: --¿qué parte del “¡vete!” no has
entendido?-- Y no solo a los líderes (¿líderes?) de los partidos políticos,
sino también a quienes encabecen las listas electorales en las distintas
circunscripciones, políticos que habituados a vegetar al rebufo de la
partitocracia, forman parte del problema de la perversión política nacional.
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Urge
que los partidos políticos cuenten con: --un departamento de “control de
calidad táctica y estratégica” además
del, ya conocido, departamento “tira levitas” en el que todo aquel que quiera
prosperar en su partido, se entrena a diario. En ese, necesario departamento,
se sugeriría que, de igual forma que los entrenadores de fútbol, analizan con
sus jugadores, videos de partidos de sus rivales; y los jugadores de ajedrez (juego de mesa, entre dos personas que se
practica sobre un damero en el que se disponen las 16 piezas de cada jugador,
desiguales en importancia y valor, que se desplazan y comen las del contrario
según ciertas reglas) estudian el estilo de juego de su próximo contrincante,
los políticos deberían leer Historia y derecho, para ser conscientes de que
“cuando se desconoce la
Historia se corre el riesgo de tener que repetirla” y que “lo que no puede ser, no puede ser y,
además es imposible”. Es decir, en política, urge leer algo más que libros de
baloncesto, de ciclismo y del “tira levitas con éxito”.
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Si
la lectura (en política) fuese una práctica habitual, se evitaría acabar
creyéndose unas hipótesis políticas imposibles, que de tanto repetirlas (un
gobierno del cambio, progresista y reformista; un gobierno del cambio
reformista y progresista) acaban arraigando en la ensoñación de quien las
repite, a pesar de ser de imposible aplicación; como si, hipotéticamente, se
repitiese hasta la saciedad: --yo voy en serio, quiero volar; volaré porque voy
en serio— el quimérico acabase venciendo la Ley de la Gravedad y se elevase en el aire, pudiendo
moverse de aquí para allá y para acullá.
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Con
razón, Alberto Moravia, dijo:
--Curiosamente, los votantes no se sienten responsables de los fracasos del
gobierno (o partidos políticos) al que han votado--. Porque, indefectiblemente,
los errores por acción o por omisión que cometen aquellos a quienes hemos votado, repercuten
negativamente en los intereses generales de la sociedad, incluido los propios
votantes. Y los votantes de unos y otros, deberán tener presente a Francis Bacon: --La bajeza más
vergonzosa es la adulación--.
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La
misma sociedad que ha delegado, la capacidad de analizar la realidad política,
en las cadenas de televisión –LaSexta, Cuatro,
Teledemos--, entre otras, celebran con alborozo la dimisión del (mediocre)
ministro de Industria, Energía y
Turismo, José Manuel Soria, por haber dispuesto, hipotéticamente, en el
pasado de consorcios en paraísos fiscales; cuando, esa misma sociedad civil, tragó con ovejuna actitud, con las decisiones
del mismo político, a favor del “cártel” (Convenio entre varias
empresas similares para evitar la mutua
competencia y regular la producción, venta y precios en determinado campo
industrial) energético. Esa incoherencia es lo que provoca la “ideología
política de garrafón” donde da igual una propuesta política que su contraria;
realidad (de garrafón) con la que los griegos han chocado frontalmente, al
darse de bruces con la, propuesta de,
subida del IVA al 24 por ciento, que afectará a todos los alimentos que
no sean frescos, como pasta, arroz, café, dulces, bebidas, zumos, transporte
público, restauración y libros, entre otros. Eso, después de haber visto como
las pensiones de jubilación (de los griegos) bajaban un 30 por ciento. --¿No
querían política de garrafón? – Pues, ahora, dos garrafas.
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En
los países serios, la clase política considera mas positivo, para los intereses
generales, formar parte de una coalición de gobierno a la “alemana” que de un,
hipotético, gobierno provisional (a la rusa de 1917), donde “Podemos” está aplicando –como una gota
de agua, a otra gota de agua— las particulares “Tesis de abril” de Pablo
Iglesias, que sería el líder del gobierno del Kérenski español, Pedro Sánchez.
Las mejoras que necesita la
Democracia , solo
pueden –planificarse, aprobarse y ejecutarse— con una mayoría parlamentaria que
piensen como dijo, Nietzsche: --Solo
aquellos que construyen el futuro tienen derecho a juzgar el pasado— La
decencia y la cortesía dejan de serlo, cuando se brindan con hipocresía. ¡Pues
eso!
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…He dicho!
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*Es Presidente del Instituto Hispano
Luso
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