*Por Ángel Rico
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La
situación provocada por el desbordamiento del río Ebro, que ha supuesto que miles de hectáreas estén anegadas en
pueblos de las Vascongadas, Navarra, La Rioja y Aragón, debe provocar que se medite al
respecto, surgiendo una pregunta: --¿España
puede permitirse el lujo de que miles de hectómetros cúbicos de agua dulce se
viertan, anualmente, al mar mientras ese agua se necesita en Valencia, Alicante, Murcia y Almería?—
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En
2001 el gobierno de entonces (en el que Rajoy
era Vicepresidente) aprobó la Ley del Plan Hidrológico Nacional (PHN); -- aquella Ley contó con apoyos de gobiernos autonómicos como el de Castilla-La Mancha, Comunidad Valenciana y Murcia, entre otros; incluso la Unión Europea , apoyó dicho
proyecto, con el compromiso de financiar el ochenta por ciento del coste de
llevar el agua desde Tarragona, a
las zonas del Levante, que necesitan
ese agua. Antes de materializar las obras necesarias, llegó Zapatero al Gobierno de España y, en abril de 2005, el Congreso aprobó por 188
votos, frente a los 135 del PP y 3
abstenciones, derogar el PHN. La
alternativa a aquella derogación era, y no exagero: --que el agua dulce del Ebro, se vertiese al Mediterráneo y, una vez salinizada,
utilizar desaladoras para convertir en agua dulce, el agua que, siendo dulce,
se salinizó para posteriormente desalarla--.
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Los
electores pensaban que, una vez conseguida la mayoría absoluta, por parte del
Gobierno del PP, presidido ahora por
Rajoy (quién era Vicepresidente
cuando se aprobó el PHN) aprobaría que, en España, --el agua dulce fuese utilizada por los agricultores
levantinos, sin necesidad, de haberla salinizado antes--. ¡Pues, no!
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Esta
incongruencia, hidrológica, hay que añadirla al conjunto de otra gran cantidad
de incongruencias políticas, protagonizadas por las acciones y omisiones de Rajoy que, en este caso, como resultado
presenta: --12.000
hectáreas agrarias anegadas en los márgenes del Ebro, frente a similar cantidad de
hectáreas agrarias, deseosas de agua para
crear empleo y frutas y hortalizas de calidad, en el Levante español—
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Con
toda seguridad en alguna universidad occidental se estudiará lo inútil que
llegó a ser la (absolutísima) mayoría absoluta de Rajoy. Dando un nuevo enfoque a la ciencia política, al quedar
demostrado que tiene más peso la abulia que la mayoría absoluta, a la hora de
gobernar un país; quitando la razón a Otto
von Bismarck, cuando dijo que: --El político piensa en la próxima elección;
el estadista, en la próxima generación--. Porque, la política de Rajoy ha demostrado no pensar, --ni en la próxima generación, ni en la
próxima elección--, como las encuestas y los próximos resultados electorales
pondrán de manifiesto.
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Hay
personas que pensamos que: --El actual gobierno carece de una estrategia de
futuro, planificada previamente, con el objetivo de conseguir logros para los
ciudadanos--. La política del día a día, no es el fruto de una gestión
preconcebida, sino el resultado del –sea lo que tenga que ser y, mañana Dios dirá--. Aceptando, como
incontestables, demasiadas cuestiones que España
no se puede permitir: --Que el agua dulce, que se necesita, vaya al mar, sin
posibilidad de ser utilizada; --que se mantengan, cada año, 8 millones de
hectáreas agrarias sin cultivar; --que la deuda publica de España haya aumentado del 84 por ciento en 2012, al 100 por cien
en 2015; --que haya más de 4,5 millones de desempleados; --y mantener la más
exagerada estructura del Estado, de
todos los países de la OCDE ; etc.,--
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El
desatino de la soberbia política queda de manifiesto cuando la Secretaria General
del, todavía, partido mayoritario, María
Dolores Cospedal, ha dicho en Albacete:
-- “estamos delante de un futuro prometedor”—Frase pronunciada por quien,
durante su gestión en Castilla-La Mancha,
ha producido 33.073 desempleados más (Datos Sepe); o, 52.300 desempleados más si se utilizan los datos de la EPA.
--¿Para quiénes es prometedor el futuro?-- ¿Por qué creen que los ciudadanos
somos estúpidos, y que no tenemos la capacidad de diferenciar entre lo bueno,
lo regular y lo mediocre? Y sobre todo: --¿Dónde está la voz de los políticos
de las provincias con sed, mientras se ahogan miles de hectáreas en la ribera
del Ebro?
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Aldous Huxley, dijo: --Cuanto más siniestros son los deseos de un
político, más pomposa, en general, se vuelve la nobleza de su lenguaje—Y, mucho
antes, Cicerón, nos enseñó que: --El
buen ciudadano es aquel que no puede tolerar en su patria un poder que pretende
hacerse superior a las leyes--, a la lógica y al sentido común (esto lo añade,
un servidor).
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La
miopía de los políticos, no tiene que ser superior al sentido común de los
ciudadanos. Gobierne quien gobierne, la realidad del río Ebro, será la que es. Siendo necesario poner sobre la mesa que,
--asegurado el caudal ecológico del Ebro,
unos 4.800 hectómetros cúbicos anuales, el agua restante deberá ser puesta a
disposición de una sociedad que necesita “agua dulce, alimentos y seguridad” en
que, los gobiernos harán, en cada momento, lo que tiene que ser hecho.
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Los
clásicos ya nos enseñaron aquello de: --excava un pozo antes de tener sed--; y
–Gutta cavat lapidem non vid sed saepe cadendo— (La gota agujerea la piedra, no por la fuerza, sino por la constancia) Lo que ocurrirá con la voz de los votantes, cuando pongan a cada cuan en el sitio que se merecen.
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…He dicho!
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*Es Presidente del Instituto Hispano
Luso
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