*Por Ángel Rico
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Le contaré a usted, respetado lector,
que la semana pasada fui invitado a un “club de lectura de jóvenes
universitarios” (al referirme a universitarios
no utilizaré lo de jóvenes y jóvenas)
donde en una parte del debate se afrontó la cuestión “los valores de la sociedad actual”,
frente a la sociedad de principios del siglo pasado, y hubo varios elementos
que me sorprendieron, a saber: -- el espíritu ecológico, en general y el número
de animales de compañía y, de perros (Canis lupus familiaris) en particular; junto con el uso de la
bicicleta como método de movilidad por la ciudad--. Que los universitarios
apreciasen esos asuntos como dignos de ser valorados positivamente, me hizo
pensar y las conclusiones las quiero reflejar en el presente “Off the record”
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Desconozco el número exacto de canes
censados en Ciudad Real, pero del
caminar por la ciudad puede concluirse que, ¡muchos!, --por el gran número de
defecaciones caninas por kilómetro lineal--. Y ahí es donde me gustaría
quedarme en esta ocasión: --en la gran cantidad de excrementos caninos en las
aceras de la capital--. Y en este apartado le contaré a usted, respetado
lector, una anécdota que viví en primera persona:
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--Ayer, cuando volvía del trabajo a mi
casa, observé a veinte metros delante de mí, a un señor que era paseado por un
perro y que, en ese momento (el can), le
dio tranquilidad a su perruno cuerpo defecando en la acera; el señor siguió
caminando como si nada hubiese ocurrido y al llegar a mi altura, con educación
le dije al homo sapiens: --se ha dejado usted algo detrás--; el señor sin parar
de caminar me respondió: --voy a mi casa a coger unas bolsas y vuelvo--. Ante
tal respuesta, le comuniqué: --le acompaño a su casa para que a la vuelta podamos
encontrar el lugar exacto de la evacuación perruna--. Cuando comprobó que, un
servidor, caminaba a su lado por más de 50 metros, me espetó: --¿me va tocar
usted los cojones? (perdón)— a lo que, un servidor, le contesté: --¿Usted cree
que tengo cara de querer tocarle los cojones?, lo cierto es que yo no tengo
cara de tocador de gónadas, y usted si tiene actitudes de guarro--. Los lances
dialécticos iban y venían, hasta que el homo sapiens paseado por su perro, vio
un papel en el suelo lo cogió y, volviendo
sobre sus pasos recogió los excrementos
perrunos y cuando, vio que, un servidor, le seguía acompañando, a voz en
grito, pregunto: --¿Y, ahora adonde va?—Le acompaño hasta la próxima papelera,
para comprobar que es depositado el paquete--. Ante su inaudible y permanente palabreo, tuve que
responderle con aquello del Quijote:
-- Siempre,
Sancho, lo he oído decir, que el
hacer bien a villanos es echar agua en la mar--.
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Llegados a este punto de la cuestión y,
siendo consciente que no sería justo que pagasen justos por pecadores, --porque
no todos los dueños de canes dejan los excrementos de sus mascotas en las
aceras--, habrá que concluir que, --algunos, bastantes, si son de la cofradía
del personaje referido en el párrafo anterior, surgiendo la pregunta: --Si los
conductores, ante una hipotética avería del automóvil, tienen la obligación de
llevar (por si acaso) rueda de repuesto, triángulos señaladores de avería y
chaleco reflectante ¿por qué no se hace obligatorio que los paseantes de canes
lleven las bolsas recoge excrementos necesarias? Porque, todos aquellos que
pasean a su perro (o perros) sin bolsa recoge excrementos, en la totalidad de
los casos, cuando los perros hagan lo que suelen hacer, en la acera se quedará
el regalo para el resto de los vecinos. ¿Tan irracional es esta sugerencia para
la concejalía correspondiente? ¿No hay ningún concejal que, dándose por
aludido, presente una enmienda a la ordenanza municipal que corresponda?
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Pero, siguiendo con lo que valores de
mayor interés para los universitarios del club de lectores, si analizamos
–también-- la modernidad de una ciudad, por el número de ciclistas que se
mueven con propulsión humana, habrá que tener presente que: --En Ciudad Real, un gran número de
ciclistas, se mueven circulando por las aceras; en algunos casos (que es
posible observar) lo hacen, además, whasappeando
al tiempo que pedalean. Siendo indiferente que, con quienes se crucen los
ciclistas en su acerado camino, sean
personas mayores, niños o madres con un carrito de bebé; lo real es que
–numerosos ciclistas, circulan por la acera con el previsible peligro para los
viandantes—Y al respecto ¿qué hacen las autoridades municipales? Porque si, una sociedad moderna se
caracteriza por los valores que muestran la mayoría de sus vecinos, no procede
que sea el mayor o menor número de bicicletas lo que presenten una ciudad
moderna, sino el uso cívico que se haga de estos vehículos.
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En esta cuestión, hay que referirse a
que el Tribunal Supremo falló contra
el Ayuntamiento de Zaragoza,
entendiendo que: --no puede haber ordenanzas municipales que, (en aquel caso)
permitan a las bicicletas circular por las aceras, aclarando que, la Ley sobre
Tráfico, circulación de vehículos a motor y Seguridad Vial, así como el reglamento
General de Circulación, dejan claro que “las bicicletas no deben circular por
las aceras” al incluir de las bicicletas dentro de la categoría de
"vehículo" al ajustarse plenamente a lo establecido en el Anexo I de
la Ley de Tráfico, que en su apartado 4 define aquél como "artefacto o
aparato apto para circular por las vías o terrenos a que se refiere el artículo
2", sin distinguir según sean o no de motor. Básicamente, esta decisión
conlleva que las bicicletas, como vehículos que son, no pueden circular por las
aceras ni compartir espacio con los peatones. Es decir, si no deben hacerlo por la acera: --¿por
qué la Policía Local de Ciudad Real no pone en marcha campañas que mentalicen
que “en una ciudad con valores” las bicicletas deben circular por la calzada?
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O sea, si hipotéticamente, (Dios no lo
quiera) un peatón sufriese un accidente provocado por un ciclista que circulase
por la acera ¿quién sería el responsable civil subsidiario?
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Si “una vez es accidente, dos es
coincidencia y tres o más es un patrón”, habrá que concluir que: --En Ciudad Real, es más importante el tener
una mascota o bicicletear, que hacer buen uso de esos ejemplos. Dicho lo
anterior y volviendo a la juventud y los valores que consideran de mayor
relevancia que otros, es pertinente, por uebos (**), enseñarles que: --Un único valor: el respeto; y todo sería
perfecto--.
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Y ya que
estamos de un ecológico subido, en la próxima ocasión hablaremos de los “huertos
urbanos ecológicos que se riegan con agua canalizada”, sí con la misma que
bebemos usted y yo, pero sin contador que cuantifique el consumo.
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…He dicho!
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*Es Presidente del Instituto Hispano Luso
** Ojo al DRAE
Totalmente de acuerdo con usted!
ResponderEliminarHay mucha pasividad, sobre todo con la circulación de bicicletas por las aceras, whassapeando, con auriculares escuchando música, etc.
Deberían hacerse campañas informativas, y al que incumpla, tocarle... el bolsillo, que eso duele, oiga!
Me parece que Vd. ha hablado con toda la transparencia posible. Yo me he preguntado en alguna ocasión si con los perros deberían hacer lo mismo que con los hijos, enseñarles a defecar en sus casas para no ser contaminados los demás. Y en cuanto a las bicicletas estoy hasta el moño ver repetidamente bicicletas pululando alrededor de mi persona por las aceras. Pero si los ayuntamientos lo permiten llegaremos a los extremos que las personas por las noches defequen también por las calles que ya se ha visto en alguna ocasión. Y que las bicicletas inunden nuestras parcelas.
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