*Por Ángel Rico
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¿Conoce usted, respetado lector, el caso
de aquel programa de televisión que quería saber el número de veces al año, que
los españoles practicaban sexo? A saber:
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-- ... Érase que se era, una vez un
programa de la televisión basura, que quería informar sobre “el número de veces
al año que la ciudadanía practicaba sexo”, para ello envió a un propio a
consultar a calle abierta, a los potenciales protagonistas de la, hipotética,
coyunda.
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La persona designada para la encuesta
sociológica, inició su estadística preguntando a pié de calle; --¿Podría
responder a la pregunta del “número de veces que usted, señor / señora, tiene sexo al año?-- Y los preguntados, fueron respondiendo en la
terminología coloquialmente conocida (pido perdón por hacer uso de ella):
--¿Qué cuantas veces follo? Cincuenta y dos (cosa sana, una vez a la semana);
--¿Me pregunta por el número de coitos? ciento veintidós (cada cuatro es para no
estar harto); --¿Cuántos polvos? trescientos sesenta y cuatro (uno al día es
una valentía); --¿El número de veces, al año, que “desflemo el cuaresmeño”? Treinta y seis (Una
vez a la decena, es para no tener pena); --¿Qué cuantas veces al año humedezco
el pizarrín? Setenta y tres (el cinquillo es para pillos); --¿Que, cuantas
veces puedo pegarle al peluche? Ciento ochenta y dos (En uno de cada dos días, o número par; en el golf, número de golpes
establecido para recorrer un campo o cada uno de sus hoyos).
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Así fueron respondiendo los encuestados,
hasta que en un momento, a otra persona le fue realizada la repetida pregunta;
a lo que esta respondió: --¿Qué cuantas veces tengo sexo al año? UNA, ¡UNA VEZ!,
¡UUNAA VEEZ! ¡Yuupi!--. A quien
realizaba la encuesta, le sorprendió un grado tan alto de júbilo, de entusiasmo,
de frenesí, de ímpetu, de apoteosis, en alguien que “solo” tenía sexo una vez
al año; por ello inquirió aclaración a la persona que había respondido con
un arrebato tan alto: –Los anteriores
encuestados, con un número mayor de coitos al año, han respondido con
sobriedad, y usted, que “solo” lo hace una vez, es el más enardecido en su
respuesta, ¿por qué?—A lo que la persona aludida, respondió: --Porque HOY ME
TOCA, ME TOCA HOY, ¡HOOOY!--. Así, con ese tipo de gritos, y dando saltos de
alegría, la última persona encuestada, siguió su camino, y su respuesta fue la
más significativa de aquella singular estadística.
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Esto viene a cuento, porque: --Un
servidor tuve la desagradable experiencia de que mi automóvil fuese golpeado
por atrás, por otro automóvil, el 18 de febrero del año dos mil dieciséis
(2016), al detenerme en un paso de peatones, produciéndose el doloroso
“latigazo cervical”; lo posterior, es lo conocido; parte a la compañía de
seguros; el seguro me derivó a urgencias en el Hospital de Ciudad Real; en urgencias, derivaron el caso, al
Juzgado correspondiente, por haberlo producido un accidente de tráfico; y dieron traslado de mi caso al especialista
de neurología y esta, la especialista, para poder determinar el
grado de daños en mi columna cervical, solicitó unas pruebas técnicas de
neurofisiología clínica, para concretar el diagnóstico “cervicalgia postraumática
– hiperostosis anquilosante cervical” (sic) mediante pruebas (NFL sistema neuromuscular) que, como en el caso de la estadística sobre
el número de veces al año, en la que hay “junta de ombligos” ---MAÑANA ME TOCA,
ME TOCA MAÑANA, ¡MAÑAAAANA!--. 396 días después.
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Cuando la persona, del Hospital de Ciudad Real, que me entregó el volante correspondiente con
la fecha para realizar la prueba médica referida --(MAÑANA ME TOCA, ME TOCA
MAÑANA, ¡MAÑAAAANA!)-- vio en mi cara, la sorpresa al ser citado para el año
siguiente, me dijo: --puede usted presentar una reclamación—Y le pregunté
¿Servirá de algo?; --¡No! Fue la respuesta.
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Si en la gestión racional de los (insuficientes)
fondos públicos en la Sanidad
regional, pudiera estar la justificación para una citación tan, tercermundistamente,
tardía (supongo que habrá casos más
graves que el mío que sufrirán tan desconsiderada tardanza) le invito a
usted, respetado lector, a que se pase
al medio día por cualquier centro público, en general y de salud de Castilla-La Mancha, en particular y comprobará cómo, están todas (¡todas!) las
luces de ese centro encendidas, aunque sea un día luminoso y el centro cuente
con amplios ventanales que permiten la entrada de luz solar (me alegrará saber
que habrá algunas excepciones que confirmar la regla). Ya sé que habrá alguien
en el negociado gubernamental de la Sanidad
regional, que pensará que me estoy refiriendo “al chocolate del loro” (**),
olvidando que en La Mancha, es
conocido aquello de “un grano no hace granero, pero ayuda al compañero”.
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Un servidor, ni quita, ni pone rey, pero
ayudo a la verdad, contando las cosas como son. --Emiliano ¿Lo pillas?--. Porque ya lo decía, Cicerón: --La verdad se corrompe tanto con la mentira como con el
silencio-- ¡Pues eso!
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…He
dicho
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*Es
Presidente del Instituto Hispano Luso
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** Dice
don Pancracio Celdrán en su libro “Hablar con corrección”, que el chocolate del loro se usa para
designar aquella situación en la que tratan de equilibrar la economía doméstica
prescindiendo únicamente de pequeños gastos, sin entrar en los grandes.
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