*Por Ángel Rico
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Le
contaré a usted, respetado lector, que días atrás en una conversación, con un mediano empresario autónomo, sobre el momento político actual, salió a
colación lo referido a la corrupción que corroe la vida política y la necesidad
de devolver al pueblo lo que tiene
que ser del pueblo: –la capacidad de
decidir quién le gobierna--; y el tal, Gómez, primero me recordó lo que en “La mala hora”, escribió, Gabriel García Márquez: --Es todo el
pueblo y no es nadie--. Y cuando le repliqué que, ya hay algún partido político
preocupado por ayudar a “descorrupcionar” (perdón por el palabro) la vida
pública, Gómez, me puso un ejemplo real, que cito:
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--Me
comentó el caso de Rupérez, una
persona conocida en el entorno por estar especializado, por herencia familiar,
en lo referido a “desinfectar instalaciones ganaderas, almacenes, viviendas
deshabitadas, zonas destinadas a las mascotas,
zonas para uso comunitario en comunidades de vecinos, y zonas públicas
urbanas, así como en vehículos de transporte comunitario (trenes, aviones,
autobuses, ambulancias, etc)”. Negocio
que fue decayendo y, ahora, Ambrosio
Rupérez, ha querido cambiar de profesión, y dedicarse a la hostelería,
porque es un gran cocinero; dándose la paradoja de que, en varios
establecimientos hoteleros, le han rechazado, tras varios días de buen trabajo,
no por ser negligente en la elaboración de excelentes platos gastronómicos,
sino porque “la clientela ha mostrado su descontento con que una persona ligada
a los servicios de desinfectación, especializado en la “zotalización de
instalaciones diversas sea el responsable de cocinar la comida para la familia
propia”—
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--Ante
esos datos, le pregunté a Gómez: --¿Por qué siendo un buen cocinero, los
clientes le rechazan?--; siendo respondido: --Porque la clientela, tiene
asumido (de forma errónea) que, el bueno de Ambrosio Rupérez, huele por entero a “Zotal” (perdón por hacer uso
de esta marca) y seguirá oliendo, el resto de su existencia, al conocido
desinfectante; oponiéndose a que alguien con un (imaginario) olor a antiséptico
manipule los guisos y ensaladas que ha de ingerir la familia. Porque como
escribió, Carlos Monsiváis: --Somos
aquello en lo que creemos, aún sin darnos cuenta--.
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Esa
realidad debe estar presente en la vida política actual, porque las creencias o
prejuicios del electorado, más temprano que tarde, acaban apareciendo en el
recuento de resultados electorales. Y surgirá la pregunta entre, la
decepcionada, cúpula del, hipotético, partido: --¿Por qué si somos tan limpios,
no nos han votado de acuerdo a nuestras previsiones?--, y deberán aprender,
tras la decepción y la derrota que, como escribió, William James:--Un gran número de personas piensan que están
pensando cuando no hacen más que reordenar sus prejuicios—Y, ese electorado, no
quiere a su lado a alguien que (imaginariamente) “solo huela a Zotal”; una sucesión de prejuicios que impedirán que
las cosas sean como quisieran que sean, y acabarán siendo como debieran haber previsto si conocieran lo que,
al respecto, dice la sociología: --Es difícil saber cómo actuará una persona,
pero sí como lo hará un colectivo concreto--.
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Un
país que va a la deriva, además de bidones de desinfectante, --necesita una
brújula, un rumbo determinado, y transmitir la seguridad de que se sabe, y se
está dispuesto, a liderar el timón, para tranquilizar a los pasajeros de la nave--;
haciéndoles creer que, además de estar
libres de parásitos, se llegará a puerto seguro. En una situación tan
descontrolada y peligrosa, como la realidad política actual, es necesario el liderazgo. Y respecto al liderazgo ya lo dijo Margaret Thatcher: --“Ser líder es como
ser mujer. Si le tienes que decir a la gente que lo eres, entonces no lo eres”
/ “Gestión es hacer las cosas bien, liderazgo es hacer las cosas” (Peter Drucker)— No se puede seguir al
pairo, mientras se “zotalizan” los rincones de la Nación. Al mismo tiempo, hay que introducir los cambios que la
sociedad necesita, siendo los más urgentes los referidos con el monopolio del
mercado de la energía; y a razonalizar, por ejemplo, las facturas energéticas,
eliminando, el sinsentido de que los diversos gobiernos permitan que, se siga
facturando el IVA, sobre otro impuesto (impuesto de combustibles e impuesto
eléctrico), en el consumo de electricidad o de combustibles; es decir –impuesto
sobre un impuesto--. O que en el país con más sol de toda Europa, sea donde más difícil y caro resulta utilizar la energía
solar para autoconsumo. Para estos cambios no se necesitan, procesos judiciales
que duran más de 10 años; esto se puede resolver, con un acuerdo del Consejo de
Ministros, de un viernes para un lunes. Claro que habrá que decidir, si se
viste el traje de líder, o el de desinfectador de establos.
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Y,
vista la realidad y necesidades de los diferentes territorios, se puede
sugerir, además, que se retome la filosofía de aquel Plan Hidrológico Nacional,
de acuerdo con lo recogido en el artículo 45.2 de la Constitución Española,
donde se establece que "los poderes públicos velarán por la utilización
racional de todos los recursos naturales, con el fin de proteger y mejorar la
calidad de la vida y defender y restaurar el medio ambiente, apoyándose en la
indispensable solidaridad colectiva". Propuesta que, en su momento, contó
con el apoyo mayoritario de las Cortes
Españolas, y la unanimidad de los parlamentos de Valencia, Castilla-La Mancha, Extremadura y Andalucía, y que fue derogado
en abril de 2005, proponiendo la alternativa de que: --el agua dulce de los
ríos españoles, se vierta al mar y una vez mezclada con el agua salada, extraer
ese agua para, mediante desaladoras, convertir el agua salada, en agua dulce--.
Claro,
que ya lo dijo, Adlai E. Stevenson II:
--Es difícil dirigir la caballería si piensas que te ves gracioso montando a
caballo— Hay que aprender la lección, en el caso del bueno de Ambrosio Rupérez, y ponerse manos a la
obra, sabiendo, como dijo, Albert
Einstein: --¡Triste época la nuestra! Es más fácil desintegrar un átomo que
un prejuicio— y teniendo presente a, Friedrich
Nietzsche: --Hacer grandes cosas es difícil, pero ordenar grandes cosas lo
es aún más-- Ergo, manos a la obra, y
por el buen camino, sabiendo que en España
los “zotalizadores” tienen la misma imagen que los inquisidores y los acusicas.
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Y.
puestos a “zotalizar” instituciones sugiero se empiece por la, politizada, Audiencia Nacional, que ha cumplido
cuarenta años de vida tras su creación −por decreto ley 1/1977, de 1 de enero−
dos años antes de la aprobación de la Constitución, siendo en este momento un
estamento anacrónico, sin ninguna garantía de especialización cuando se elije a
sus miembros. Y una vez en el buen camino para independizar la Justicia, procedería reformar la
Constitución (del artículo 159 al 165) para que el Tribunal Constitucional pase
a ser una sala del Tribunal Supremo, en lugar del “tribunal supremo del
Supremo”.
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…He dicho!
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*Es Presidente
del Instituto Hispano Luso
Muy interesante y clarificador
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