*Por Ángel Rico
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Le
contaré a usted, respetado lector, que
unos días atrás mantuve una larga e interesante charla de café con un viejo
amigo (por edad y por el mucho tiempo que
dura nuestra amistad) ya jubilado y que, en el pasado, me enseñó lo que hay
que saber para moverse en la burocrática Bruselas
y los organismos satélites. Lo que estuve haciendo durante más de diez años.
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¿Qué
opinión le merece, don Felipe,
un importante sector para la economía nacional que día tras día, semana
tras semana y, mes tras mes. pierde dinero en el desempeño de su actividad? –Le
pregunté. A lo que don Felipe
respondió: --Eso se llama milagro, joven amigo. –No, aclaré yo--. Eso se llama
“Transporte”--.
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--¿Me
está usted diciendo que un sector que aporta el 15 por ciento del PIB nacional, no cubre los gastos que cuesta su
actividad? – En efecto –respondí-- los profesionales del transporte de
mercancías por carretera se quejan de que las empresas que contratan sus
servicios no pagan lo que realmente cuesta realizar su actividad.
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El
viejo economista y abogado se quedó pensando unos minutos y volvió a preguntar:
--Entonces ¿Por qué no se niegan a realizar esos viajes con pérdidas?— Porque, si ellos no lo hacen, habrá otros que
lo hagan en su lugar— Aclaré.
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Si,
pero esos otros camioneros que hagan los trabajos que sus compañeros se negaron
a realizar, por ser antieconómicos; en primer lugar, tendrán pérdidas por esos
viajes y, en segundo lugar, estarán traicionando al sector con esa actitud--
Sentenció mi interlocutor. --¿Por qué actúan así?
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Yo
traté de hacerle ver la visión de la realidad que tienen algunos profesionales,
a saber: --Los autónomos del transporte, están tan atrapados en su realidad,
que con lo que ganan hoy pagan las deudas, letras del camión, gasóleo,
neumáticos, etc., de ayer. En la creencia de que en el momento que paren su
actividad, se pararán para siempre; circulando y circulando, a la espera de la
llegada de un milagro--. Siendo respondido por el sabio maestro, con la
siguiente observación: --Es como el condenado a estar en prisión que además,
voluntariamente, paga por seguir en la cárcel. No lo entiendo--
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Volvió
a quedarse pensando y tras unos momentos comentó: --Pero si la negativa a
realizar trabajos antieconómicos, en el transporte, fuese mayoritaria, la
actividad de la economía se resentiría y los interesados en que las mercancías
se transportasen, acabarían pagando el precio justo de esa actividad, si el mal
está generalizado ¿Por qué no se unen? – Preguntó.
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--Don Felipe, un amigo mío transportista,
con experiencia en el sector me dijo en una ocasión que, en una reunión de tres
camioneros hay cinco opiniones sobre come resolver el problema-- ¿Opiniones
similares? –Inquirió --. No, opiniones distintas – Aclaré.
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En ese caso, conseguir “la unión” como instrumento de defensa será imposible,
¿a que esperan? – A que aparezca un “organismo oficial” que les ayude a
defender sus derechos— Respondí.
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--Pero
eso es imposible, en una economía global o cada sector hace valer sus derechos,
o no habrá nadie que lo haga por ellos. ¿Es que, los transportistas, no son
conscientes de esa realidad?— Comento, el viejo maestro. –A lo largo de la Historia ,
la necesidad es la que ha conseguido unir a la gente. Usted –matizó,
dirigiéndose a mí— consiguió, con la unión, unas importantísimas ayudas, en el
pasado, para el sector agrario español.
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Sí
–respondí--. Ayudas, que en el momento actual, ya considero injustificadas. Por
lo que opino, que hoy deberían destinarse al transporte, en lugar de a la
agricultura, porque “quien hace posible que los consumidores dispongamos de
alimentos cada día en la tienda de la esquina, no son los agricultores que
producen alimentos, sino los transportistas que los transportan desde la
producción a las zonas de consumo”. En la
UE de 28 países,
donde no hay fronteras, el lugar que dejen los profesionales nacionales, cuando
no puedan ejercer más su actividad, por no defenderse hoy, será ocupado por los
de otros países.
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--Y,
por cierto –don Felipe— por defender tal posición el pasado mes ante la Comisión Europea en
Bruselas, a favor del transporte y en contra de la agricultura
tradicional, he sido declarado “persona non grata” en pueblos
agrícolas, por mis antiguos colegas, a propuesta de las cooperativas vinícolas.
Pero, hoy la realidad es la que es, a mi juicio, es más inteligente ayudar al
transporte del futuro, que a la agricultura del pasado— Le maticé – Resultando
sorprendente que tuviera que ser yo, desde el Gea&Gea, quien defendiese esa propuesta en lugar de los
componentes del sector del transporte de mercancías por carretera.
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Es
la enfermedad que produce el exceso de individualismo, porque cada
transportista se cree en posesión de la única verdad, ¡la suya! Esperando que
los demás camioneros se sumen a su magnífica idea, en lugar de apoyar, los
individualistas, las ideas y propuestas de otros profesionales. Y lo,
incomprensible, es -- “qué argumentos darán a sus hijos para convencerles que
ellos, los hijos, están condenados a la miseria del futuro, por la genialidad
actual de sus padres”--.
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Antes
de despedirnos, quedando convocados a otro café conversación, próximamente, don Felipe, sentenció: -- Amigo mío piense
que “el futuro es una realidad que se crea, no una realidad que se espera” y
cuando hable con sus amigos transportistas recuérdeles aquello que dijo, Oscar Wilde, “La realidad es que los éxitos se los llevan los fuertes y el fracaso
los débiles, y eso es todo”—
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…He dicho!
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*Es
Presidente del GEA&GEA
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