*Por Ángel Rico
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Cuando
en 1969, el profesor Zimbardo, de la Universidad de Stanford, realizó el experimento
que, con el tiempo, pasó a denominarse “el
síndrome de la ventana rota” no sabía que décadas más tarde, la sonrisa
insultante de un político secesionista catalán, confirmaría el principio
sociológico de aquella tesis.
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Procede
recordar que el “síndrome de la ventana
rota” se demostró cuando Zimbardo,
planificó: --Dejar abandonados en la calle, dos automóviles idénticos, de la
misma marca, modelo y color. Uno se dejó en el Bronx; en aquel tiempo, una de las zonas más pobres y conflictivas
de Nueva York; y el otro en Palo Alto, una de las zonas más
selectas y adineradas de California.
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El
automóvil abandonado en el Bronx,
tardó poco en ser desguazado. En poco tiempo, fue víctima del vandalismo al desaparecerle las ruedas, los asientos, el
motor, etc. En cambio, el coche abandonado en Palo Alto se mantenía intacto.
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Los
analistas pensaron atribuir ese desenlace a la causa efecto, provocada por el
lugar donde se dejaron los vehículos. Sin embargo los investigadores rompieron
un cristal del automóvil de Palo Alto;
descubriendo que la ventana rota,
produjo unos resultados similares
al del Bronx; el vehículo fue, en
pocos días, desguazado por completo, víctima del robo y el vandalismo, con un
final similar al estado en que había quedado el otro.
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Evidenciándose
que: --un cristal roto en un coche abandonado transmite una imagen de
deterioro, desinterés y despreocupación, trasladando la idea de ausencia de
ley, de normas, de reglas y donde todo vale. Cada nuevo pequeño destrozo que
sufría el vehículo sin que sucediera nada, reafirmaba esa idea; hasta que la
escalada de ilegalidades llegó a desembocar en la una violencia irracional,
porque un cristal roto en un coche abandonado transmite la imagen de deterioro,
de desinterés, despreocupación y de ausencia de legalidad--.
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Mas
tarde los profesores George Kelling y James Q. Wilson, desarrollaron la “Teoría de la ventana rota” concluyendo
que, desde el punto de vista criminológico, el delito es mayor en las zonas (o
territorios) de mayor descuido, suciedad o desorden. Si una comunidad ciudadana
(o edificio) muestra signos de deterioro y eso no le importa a nadie, ahí se
generará una serie de precedentes propicios para el delito. Cuando se cometen
pequeñas faltas y no son sancionadas, pronto aparecerán delitos mas graves.
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Estas
ideas fueron aplicadas, de forma general, en el metro de Nueva York, en los años ochenta y, en 1994, en la política de “Tolerancia Cero” del alcalde Rudolph Giuliani.
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La
filosofía general de la “ventana rota”
se ha podido demostrar en Cataluña,
cuando al incumplir leyes, como el derecho a estudiar en español; la ley de
banderas; ley de estabilidad presupuestaria; el incumplimiento de las
sentencias de los tribunales, incluyendo sentencias del Supremo y
Constitucional; animó a los delincuentes a saltarse la Constitución , convocando referéndums ilegales y como ha
demostrado la, insultante, sonrisa de Artur
Mas si es preciso a insultar, estando de cuerpo presente, al Jefe del
Estado en representación del resto de españoles.
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Del
“síndrome de la ventana rota” en Cataluña no solo son responsables los
delincuentes que, además, en ese territorio, son los representantes del Estado
en el que no creen, y quien les otorga la representatividad, de la que no son
merecedores. Cada vez que, en Cataluña,
se incumplía un apartado de la
Constitución que
recoge la primacía de la Ley ,
y el Gobierno del Estado no hacía nada, se estaba siendo cómplice, en la rotura
de otro cristal del Estado de Derecho, en Cataluña.
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El
ridículo acuerdo de la Comisión Antiviolencia , de --remitir toda la
información disponible sobre la pitada al Himno Nacional a la Fiscalía General del Estado, a fin de que evalúe “la trascendencia penal” de los
hechos— es, otro ejemplo de que el Gobierno
de España, forma parte del problema. Si Mariano Rajoy (un servidor se acoge al artículo 20 de la Constitución ,
y hago uso de mi Derecho a la Libertad de Expresión)
no fuera tan cobardón, habría enviado a un equipo –mezcla entre The Untouchables (Los intocables de
Eliot Ness) y Dirty Harry (Harry, el
sucio)— a Cataluña, con el encargo
de que la Ley se
aplicase en todos aquellos lugares que la incumplen, y donde se regodean de
tales incumplimientos.
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El
“síndrome de la ventana rota” está
tan arraigado en el “establishment” de Cataluña
que, la alcaldable a Barcelona, Ada (sin hache) Colau, se permite decir “desobedeceremos las leyes que nos parezcan
injustas “. Demostrando que es indiscutible que: --cuando, en un territorio, se
permiten actitudes de falta de respeto a la Ley como algo normal en la ciudadanía, su patrón
de conducta será cada vez de mayor fanatismo y, en el caso de que lleguen a
ostentar un cargo público, harán de modo casi natural cosas mucho más graves.
En Cataluña, se evidencia lo que
dijo Solón: --Aprenderás a gobernar,
después de aprender a ser gobernado--
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…He dicho!
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*Es Presidente del Instituto Hispano
Luso
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