*Por Ángel Rico
.
“Los hijos empiezan por amar a sus padres; pasado algún tiempo, los juzgan y, rara vez los perdonan” (Oscar Wilde)
.
Les contaré a ustedes que hace dos semanas mantuve una conversación con mi padre, que por una grave complicación respiratoria se encontraba hospitalizado. La conversación estuvo mediatizada por la insistente interposición del “alemán herr Aloysius”.
.
Me contaba su vida de hace mucho tiempo. --“Yo era joven y me quería comer el mundo”. Decía. --¿Y por qué no te comiste el mundo? Le pregunté. --Porque el mundo era de Franco--. Respondió. --A Franco, no le pedí nada, pero tampoco fui a pedirle perdón--. Añadió
.
--Y con respecto a Franco ¿Te acuerdas aquella ocasión en que, en Madrid, viste a Franco en su coche descapotable, rodeado por la Guardia Mora? Le pregunté.
.
Pude observar en sus ojos, como revivía aquella mañana de un mes de abril de los años sesenta y pocos del pasado siglo. La comitiva de Franco, por una de las avenidas madrileñas, acompañando a un mandatario extranjero.
.
--¿Y tú, como sabes eso?-- Preguntó.
.
--¡Joder!—Exclamé. –Porque yo estaba allí.
.
Hablando de aquellos tiempos, le volví a preguntar si recordaba aquel otro día en que, desde la estación de ferrocarril de Río Záncara, subimos a una camioneta de las de estructura de madera, para ir a Arenales de San Gregorio (Ciudad Real) y a mitad del camino, una pareja de la Guardia Civil, (de la de entonces, de las que patrullaban por las zonas rurales, con el uniforme de servicio en despoblado, a saber; el tricornio, los correajes, botas altas, mosquetón, capote, bigote puntiagudo y, uno de ellos, cejijunto total) detuvieron la camioneta y tras inspeccionarnos y comprobar que no éramos “Maquis” (guerrilleros antifranquistas) nos dejaron continuar nuestro viaje, pero caminando el resto del trayecto.
.
Mi padre volvió a viajar por su memoria. Su sonrisa delató que recordaba aquella mañana, fría y soleada y, volvió a preguntarme: --¿Y tú como sabes eso?
.
Respondí lo mismo: --Porque yo también estaba allí.
.
La conversación continuó hablando de vivencias de aquellos tiempos, eso sí, con demasiadas interposiciones del “alemán herr Aloysius”, que insistía en demostrarnos que seguía allí. Su niñez en Alcaráz (Albacete) y su traslado vital a Alcázar de San Juan (Ciudad Real) fueron recordadas.
.
Otra vez más me pregunto: --¿Tú, de donde eres?
.
--De Arenales de San Gregorio. Respondí
.
--De allí es mi mujer--. Añadió él.
.
Tras sortear algún tiempo más al “alemán herr Aloysius”, mi padre, Julio Rico Mayordomo, murió el mismo día que “la gata sobre el tejado de zinc” la actriz Elizabeth Taylor, dándose la circunstancia de que ambos nacieron el mismo año.
.
Ahora empieza el tiempo donde sus recuerdos no estarán ya influidos por las últimas putadas de Aloysius Alzehimer.
.
…He dicho!
.
*Es Hijo de Julio Rico Mayordomo
.
“Los hijos empiezan por amar a sus padres; pasado algún tiempo, los juzgan y, rara vez los perdonan” (Oscar Wilde)
.
Les contaré a ustedes que hace dos semanas mantuve una conversación con mi padre, que por una grave complicación respiratoria se encontraba hospitalizado. La conversación estuvo mediatizada por la insistente interposición del “alemán herr Aloysius”.
.
Me contaba su vida de hace mucho tiempo. --“Yo era joven y me quería comer el mundo”. Decía. --¿Y por qué no te comiste el mundo? Le pregunté. --Porque el mundo era de Franco--. Respondió. --A Franco, no le pedí nada, pero tampoco fui a pedirle perdón--. Añadió
.
--Y con respecto a Franco ¿Te acuerdas aquella ocasión en que, en Madrid, viste a Franco en su coche descapotable, rodeado por la Guardia Mora? Le pregunté.
.
Pude observar en sus ojos, como revivía aquella mañana de un mes de abril de los años sesenta y pocos del pasado siglo. La comitiva de Franco, por una de las avenidas madrileñas, acompañando a un mandatario extranjero.
.
--¿Y tú, como sabes eso?-- Preguntó.
.
--¡Joder!—Exclamé. –Porque yo estaba allí.
.
Hablando de aquellos tiempos, le volví a preguntar si recordaba aquel otro día en que, desde la estación de ferrocarril de Río Záncara, subimos a una camioneta de las de estructura de madera, para ir a Arenales de San Gregorio (Ciudad Real) y a mitad del camino, una pareja de la Guardia Civil, (de la de entonces, de las que patrullaban por las zonas rurales, con el uniforme de servicio en despoblado, a saber; el tricornio, los correajes, botas altas, mosquetón, capote, bigote puntiagudo y, uno de ellos, cejijunto total) detuvieron la camioneta y tras inspeccionarnos y comprobar que no éramos “Maquis” (guerrilleros antifranquistas) nos dejaron continuar nuestro viaje, pero caminando el resto del trayecto.
.
Mi padre volvió a viajar por su memoria. Su sonrisa delató que recordaba aquella mañana, fría y soleada y, volvió a preguntarme: --¿Y tú como sabes eso?
.
Respondí lo mismo: --Porque yo también estaba allí.
.
La conversación continuó hablando de vivencias de aquellos tiempos, eso sí, con demasiadas interposiciones del “alemán herr Aloysius”, que insistía en demostrarnos que seguía allí. Su niñez en Alcaráz (Albacete) y su traslado vital a Alcázar de San Juan (Ciudad Real) fueron recordadas.
.
Otra vez más me pregunto: --¿Tú, de donde eres?
.
--De Arenales de San Gregorio. Respondí
.
--De allí es mi mujer--. Añadió él.
.
Tras sortear algún tiempo más al “alemán herr Aloysius”, mi padre, Julio Rico Mayordomo, murió el mismo día que “la gata sobre el tejado de zinc” la actriz Elizabeth Taylor, dándose la circunstancia de que ambos nacieron el mismo año.
.
Ahora empieza el tiempo donde sus recuerdos no estarán ya influidos por las últimas putadas de Aloysius Alzehimer.
.
…He dicho!
.
*Es Hijo de Julio Rico Mayordomo
No hay comentarios:
Publicar un comentario