*Por Ángel Rico
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La actuación de los parlamentarios en la sesión plenaria
del Congreso de los Diputados, tras
la histórica intervención de Mariano
Rajoy, me hizo recordar la película dirigida por, Rob Reiner: --“Algunos
hombres buenos” (A Fed Good Men)--. Interpretada,
entre otros, por: Tom Cruise, Demi Moor y Jack Nicholson, donde el teniente Daniel
Kaffee, debe interrogar al Coronel Nathan R. Jessup, Comandante en Jefe
de la base de Guantánamo, hasta
quedar demostrado que ordenó un “Código
Rojo”. El deber de los marines es luchar por los hombres que no pueden
defenderse, como el deber de los políticos españoles es defender a los
ciudadanos que no pueden defenderse solos, ante la injusta maquinaria del
actual sistema político.
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A la hora de la verdad, los diputados de unos u otros
intereses, actúan de acuerdo con un guión preestablecido, donde lo que menos
importa es el interés de la mayoría de los ciudadanos. De ahí esa sonrojante
imagen de los diputados aplaudiendo, tras haber reseñado Rajoy, el mayor recorte social de la Democracia.
Es entendible, que los diputados demuestren respeto al líder
de su grupo político, lo que no es entendible es que el rendibú al líder, pase
por encima del respeto a los ciudadanos, con insultantes aplausos y jaleos.
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En la película referenciada el teniente, Daniel
Kaffee, dice: --El honor no es solo una pegatina en el brazo--. Como en
la política, el respeto al legislativo, no es una cuestión escrita en una
tarjeta de visita. Ese status es el que debemos conseguir. El desprestigio de
la casta política, no se consigue solo por aplausos a destiempo, sino en
actuaciones como las de, por ejemplo, José
Eugenio Azpiroz, diputado del PP
por Guipúzcoa, que tiene la
desfachatez de responder a una solicitud de reunión de trabajo, por parte de la Agrupación Nacional de Transporte-Plataforma con un:
--Conscientes de las enormes dificultades de muchos sectores de nuestra
economía, entre otros el transporte,
y la difícil situación general, no renunciamos a poder ir solucionando los
grandes problemas que padecemos—(sic)
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Sin que se informe del “como”, del “donde” ni
del “cuando”, pero ¡qué más da!
La España real va por un sitio y la España
oficial, que vive de la Hacienda Pública , por otro.
Lo peor del momento, no es que la situación sea crítica ¡que lo es! Lo peor es que el equipo de responsables públicos,
dispuestos a implicarse en la solución del problema, con iniciativas, y
propuestas referidas a sus competencias, negociados o comisiones es mínimo. Ya
sean directores generales, parlamentarios de las Cortes Generales, o de parlamentos regionales, tienen solo un
objetivo, --pasar desapercibidos— esperando que llegue la siguiente mensualidad.
Y cuando esta les sea ingresada, repetir la misma actividad (es decir, ninguna)
hasta el mes siguiente y así, van
consumiendo esta legislatura, como consumieron la anterior. Con tanta
fidelidad, aplausos y mansedumbre, demuestran (la mayoría) que su mayor
aspiración es ser merecedores de volver a ser colocados, por la gracia de los
que controlan el aparato del partido, en un lugar selecto en las próximas
candidaturas. Estos políticos no aspiran a ser líderes en sus respectivas
provincias, se conforman con disfrutar,
a cambio de un notable estipendio, del vasallaje que les otorgan los burócratas
de cada partido. Esta máxima se repite en todos los partidos políticos.
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Ese talante hipócrita es el que debilita a un país. Y
cuando Mariano Rajoy, se encuentra,
como el boxeador noqueado en el centro del ring, salvo los aplausos, no conseguirá
nada positivo del conjunto de su colmena donde escasean las “obreras” y abundan
las “aplaudidoras”.
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Los diputados se adscriben a esta o a aquella comisión
parlamentaria, no tanto porque estén dispuestos o dispuestas, a dejarse la piel
trabajando para sacar al país del agujero donde la apatía política ha llevado a
España, sino para pasar desapercibidos,
mensualidad a mensualidad, aplauso a aplauso. Y le pido, respetado lector, que
no haga caso de mis palabras, compruébelo por usted mismo, visite la web
oficial del Congreso (congreso.es) y
con una gran dosis de paciencia, dispóngase a leer los diarios de “sesiones” y
de “comisiones” donde podrá comprobar la actitud, iniciativas y, sobre todo, la
capacidad de permanecer invisibles, de los diputados de su jurisdicción.
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Los que somos optimistas, queremos creer que, a pesar de
todo, hay “algunos políticos buenos”
incluso, algunos directores generales, con responsabilidades en gobiernos
autonómicos, dispuestos a poner toda su creatividad, al servicio de las
atribuciones que están asignadas a su cargo. Y su labor no se dedicará, en
exclusiva, a recordarnos que estamos en una época de austeridad, sino que
alentará, apoyará y ayudará a que tengan éxito aquellos proyectos emprendedores
que sean potencialmente creadores de empleo, y de actividad económica. Porque
de no ser así, como contribuyente, sugiero que: --se eliminen todas esas
direcciones generales, para ahorrarnos todos los gastos generales que conlleva
su mantenimiento, y así se pueda predicar la austeridad, con el ejemplo.
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Para poder mantener mi optimismo le pregunto: --¿Usted
tiene conocimiento de algún político con estas características? ¿Qué anteponga
el interés general, al suyo propio? --Yo,
tampoco.
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…He dicho!
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*Es Presidente del
Instituto Hispano Luso
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