*Por Ángel Rico
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Le contaré a
usted, respetado lector, que en Portugal se ha comprobado que “la
inacción política produce resultados negativos”; la mediocridad de la Ministra
de Administración Interna (del Interior), Constança Urbano de Sousa, cuya
negligente actuación en los numerosos incendios en Portugal, en
general y, el de Pedrogão, en particular, que ha sorprendido al resto de
colegas de la Unión Europea, sigue actuando de forma negligente en lo
relacionado con la seguridad interior. Quien nace negligente para lo uno, es
negligente para todo. Tenía razón Confucio: --“No son las malas hierbas
las que ahogan la buena semilla, sino la negligencia del campesino”—Eso está ocurriendo en lo referido a la
seguridad interna de Portugal, a saber:
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Desde la formación del gobierno del “frente popular” en Portugal,
con socialistas, comunistas y del “bloco” (el Podemos portugués) se ha
gobernado hacia ninguna parte, dejando que los acontecimientos acontezcan y, en
lo referente a la seguridad interior, ¡están aconteciendo! La metamorfosis de
la generación “ni-ni” –ni estudian, ni trabajan— ha convertido a un
importante número de adolescentes en delincuentes en potencia; que empiezan
cometiendo pequeños delitos y, caso a caso, van aumentando la gravedad de sus
quebrantamientos de la Ley. Algo que conoce la ciudadanía, conocen los
responsables de la política municipal y conoce el colectivo de Policía. Solo
permanece in albis, el máximo estamento de la política de “Seguridad Interior”
donde los círculos concéntricos que rodean a la, referida, mediocridad
ministerial están siendo contaminados por tan insuficiente y perjudicial
política de “transmitir seguridad a la ciudadanía”. De donde no hay (Constança Urbano de
Sousa) no se puede sacar. Ya
conocemos que Constança Urbano de
Sousa não se demite. "Um comandante nunca abandona os seus homens"
(Sic)
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En Portugal, en general, y en la zona de la “Gran Lisboa”
en particular, urge tener presente el experimento de “la ventana rota” (**).
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La teoría de las ventanas rotas fue aplicada por primera vez a mediados
de la década de los 80 en el metro de Nueva York, el cual se había
convertido en el punto más peligroso de la ciudad. Se comenzó por combatir las
pequeñas transgresiones: graffitis que deterioraban el lugar, suciedad de las
estaciones, ebriedad entre el público, evasiones del pago del pasaje, pequeños
robos y desórdenes. Los resultados fueron evidentes. Comenzando por lo pequeño
se logró hacer del metro un lugar seguro. El resultado práctico fue un enorme
abatimiento de todos los índices criminales de la ciudad de Nueva York.
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La expresión 'tolerancia cero' suena a una especie de solución
autoritaria y represiva, pero su concepto principal es más bien la prevención y
promoción de condiciones sociales de seguridad. No es tolerancia cero frente a
la persona que comete el delito, sino tolerancia cero frente al delito mismo.
Se trata de crear comunidades limpias, ordenadas, respetuosas de la Ley y de
los códigos básicos de la convivencia social humana, como la que no existe
ahora en la “Gran Lisboa”.
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Los ayuntamientos conocen bien esta teoría. Cuando aparece una pintada
en una pared, si no se borra pronto, toda la pared -y las de las casas próximas- aparece llena de
pintadas. De ahí la importancia de mantener siempre la ciudad limpia, las
calles en orden, los jardines en buen estado, y vigilancia permanente ante los
potenciales delitos. También la policía lo sabe, y por eso considera importante
atajar no sólo los grandes crímenes, sino también las pequeñas transgresiones.
Pero ¿cómo van a poder actuar sin órdenes superiores?, y cuando en la zona de Sintra, la Policía mantiene más de 25 vehículos fuera de funcionamiento, por
averías técnicas, falta de mantenimiento o de la inspección técnica de vehículos?
La “Teoría de las ventanas rotas” parte de la estrategia de arreglar los
problemas cuando aún son pequeños (reparar las “ventanas rotas” en un corto
espacio de tiempo). De esta forma la tendencia es que será menos probable que
los vándalos vuelvan a romper o dañar aquello que se ha reparado, por tanto los
problemas no se intensifican y los residentes se sentirán seguros en sus
barrios.
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El principio es claro; una vez que se empiezan a desobedecer las
normas que mantienen el orden en una comunidad, tanto el orden como la
comunidad empiezan a deteriorarse, a menudo a una velocidad sorprendente. Las
conductas incivilizadas se contagian, como está ocurriendo en la zona de la “Gran Lisboa”. Y la vigilancia policial
preventiva no se puede llevar a cabo, por falta de vehículos, útiles; por falta
de concienciación política, y por falta de convencimiento de los vecinos, para
denunciar las agresiones sufridas, al no tener confianza de que el “sistema Contançiano”
sea efectivo en algún momento; lo que conlleva que –al no existir constancia de
denuncias de delitos, la estadística permite que, doña Constança, viva extasiada
en una seguridad inexistente; siendo cierto aquello de que: --No hay peor ciego
que (doña Constança) quien no quiere ver--.
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Esperará, para actuar, el Ministerio de Administración Interna a
que, en algún mástil significativo, los delincuentes icen la bandera de Portugal
al revés, para dar a entender que ellos,
los delincuentes, han tomado el poder en un país sin orden ni control?
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La implicación en lo referido a la seguridad municipal, debe ser un
desafío compartido. Los ciudadanos deben denunciar los delitos que conozcan en
sus barrios; la Policía debe exigir más
medios para llevar a cabo su labor; y los responsables municipales, que se
presentarán a las elecciones municipales el próximo octubre, deben ser
conscientes que: --los electores les tratarán con similar diligencia o desidia,
como la que ellos hayan tratado a los vecinos-- ¡Quid pro quo!
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En su momento, el Instituto Hispano Luso, lideró la propuesta para
que al colectivo “Bombeiros Voluntarios de Portugal” se le otorgase el
Premio Princesa de Asturias de la Concordia-2018; ahora, el Instituto
Hispano Luso, liderará la campaña para que la Policía de Portugal (Seguridad
Pública), tenga la consideración y el respeto que se merecen y que, no están
recibiendo por parte del, manifiestamente mejorable, Gobierno de Portugal.
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…He
dicho!
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*Es Presidente del Instituto Hispano Luso
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** En 1969, en la Universidad de Stanford (EEUU), el
Prof. Philip Zimpardo, realizó un
experimento de psicología social. Dejó dos automóviles abandonados en la calle, dos autos idénticos,
la misma marca, modelo y hasta color. Uno lo dejó en el Bronx, por entonces una zona pobre y conflictiva de Nueva York y el otro en Palo Alto, una zona rica y tranquila de
California. Dos autos idénticos
abandonados, dos barrios con poblaciones muy diferentes y un equipo de
especialistas en psicología social estudiando las conductas de la gente en cada
sitio. Resultó que el auto abandonado en el Bronx comenzó a ser destrozado en pocas horas. Perdió las llantas,
el motor, los espejos, la radio, etc. Todo lo aprovechable se lo llevaron, y lo
que no lo destruyeron. En cambio el auto abandonado en Palo Alto se mantuvo intacto. Es común atribuir a la pobreza las
causas del delito, tema en el que coinciden las posiciones ideológicas más
conservadoras, (de derecha y de izquierda). Sin embargo, el experimento en
cuestión no finalizó ahí.
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Cuando el auto
abandonado en el Bronx ya estaba
deshecho y el de Palo Alto llevaba
una semana impecable, los investigadores rompieron un vidrio del automóvil de Palo Alto. El resultado fue que se
desató el mismo proceso que en el Bronx,
y el robo, la violencia y el vandalismo redujeron el vehículo al mismo estado
que el del barrio pobre. ¿Por qué el vidrio roto en el auto abandonado en un
vecindario supuestamente seguro es capaz de disparar todo un proceso delictivo?
No se trata de pobreza. Evidentemente es algo que tiene que ver con la
psicología humana y con las relaciones sociales. Un cristal roto en un auto
abandonado transmite una idea de deterioro, de desinterés, de despreocupación
que va rompiendo códigos de convivencia, como de ausencia de ley, de normas, de
reglas, como que vale todo. Cada nuevo ataque que sufre el auto reafirma y
multiplica esa idea, hasta que la escalada de actos cada vez peores se vuelve
incontenible, desembocando en una violencia irracional. En experimentos
posteriores desarrollaron la “teoría de las ventanas rotas”; tesis que desde un
punto de vista criminológico concluye que el delito es mayor en las zonas donde
el descuido, la suciedad, el desorden y el maltrato son mayores.
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Si se rompe un cristal
de la ventana de un edificio y nadie lo repara, pronto estarán rotos todos los
demás. Si una comunidad la --“Gran Lisboa”--exhibe signos de
deterioro y esto parece no importarle a nadie, entonces allí se generará el
delito. Si se cometen 'pequeñas faltas' (estacionarse en lugar prohibido,
exceder el límite de velocidad o pasarse una luz roja) y las mismas no son
sancionadas, entonces comenzarán faltas mayores y luego delitos cada vez más
graves. Si los parques y otros espacios públicos deteriorados son
progresivamente abandonados por la mayoría de la gente (que deja de salir de
sus casas por temor a las pandillas), esos mismos espacios abandonados por la
gente son progresivamente ocupados por los delincuentes. ¿Por qué? porque la ventana rota envía
un mensaje: aquí no hay nadie que cuide de esto; ya sea en Nueva York, en Lisboa, en Madrid, en Palo Alto, en Sintra o
en Ciudad Real.
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