*Por Ángel Rico
“El poder de la prensa ocupa el segundo lugar, después de la gente” (Alexis Tocqueville)
Si un cirujano, afectado por el estrés de su profesión, se deja olvidada una gasa dentro de un enfermo a quién efectuó una operación, es penalizado por el director del hospital y por el colegio de médicos, además de enfrentarse a una demanda por “daños y perjuicios”. Si a un arquitecto se le cae un puente, por una lluvia intensa, es penalizado por el colegio de arquitectos y acabará enfrentando a una demanda judicial, por ello, si unos jueces ponen en libertad a un peligroso terrorista, debe caer sobre ellos toda la responsabilidad exigida a unos funcionarios de la administración, porque al fin y al cabo es lo que son, unos funcionarios al servicio de los administrados, como los médicos o los profesores de instituto.
Por ello no debe quedar en una anécdota a olvidar, el que los magistrados componentes de la Sección Tercera de la Audiencia Nacional (Alfonso Guevara—Presidente--, Guillermo Ruiz Polanco y María de los Ángeles Barreiro), han dejado en libertad a un terrorista que mató a 22 españoles y fue condenado por ello, a 2.746 años de cárcel que, como era lógico, tras ese favor puso pies en polvorosa.
Y aquí es donde surge la pregunta ¿Qué motivó a estos jueces a cometer tal error? Suponiendo que fuese un error y no el cumplimiento de una consigna superior. Porque en España nos merecemos, además de un gobierno que no nos mienta, unos tribunales que actúen con la verdad.
Las palabras mentirosas del Portavoz del Gobierno y Ministro del Interior, de que “no se podía controlar a Troitiño porque tras su puesta en libertad era un hombre libre” son descaradamente llamativas dichas, precisamente por Rubalcaba, el Ministro que obliga a que la Guardia Civil se escondan tras los matorrales, para comprobar si las personas libres, superan los 110 kms por hora. Ó la utilización del “sistema integrado de interceptación telefónica” (SITEL) de las personas libres.
Ante esta sucesión de actuaciones chirriantes, realizadas por componentes del Estado, hay que estar perfectamente atentos y comprometidos con la denuncia de aquellos hechos sospechosos de complicidad o confabulación, que acaban –mire usted por donde—beneficiando a los terroristas. Porque es vergonzoso ese “entre todos lo soltaron y el solo se fugó”. Es escandalosa la sucesión de actuaciones, tanto de la Audiencia Nacional como del Gobierno tachadas de “grave error”. Sofisma con el que se pretende volver a confundir a la opinión pública. Un error es que un funcionario de Hacienda, por ejemplo, se equivoque al multiplicar cinco por cinco y, en lugar de veinticinco, utilice como resultado veinte. Pero que una sección de la Audiencia Nacional aplique una reducción de pena, que hasta yo, que soy un total profano de la cosa legal, sé que estaba mal aplicada, resulta sospechosamente llamativo. Baltasar Gracián, nos enseñó aquello de: “mas vale ser engañado en el precio, que en la mercancía” algo que nosotros, el Pueblo, no debemos permitir que desde el Estado se nos quiera colocar otra mercancía averiada.
Son tantas las coincidencias con las actas de ETA que tenemos delante, que si queremos ser realmente lógicos, tenemos que concluir que: “solo con el azar no se dan tantas coincidencias continuadas” Y es entonces donde surge la rebelión interna de quienes no admitimos las componendas políticas para pagar, presuntamente, escalofriantes favores del pasado que, hasta la fecha, no han tenido consecuencias penales para los diseñadores intelectuales del terrible hecho. “Nada hay más injusto que buscar premio con la Justicia” (Cicerón) Resultando tan llamativa la relación de premiados desde marzo de 2006, que me viene a la memoria la máxima anónima de: “piensa mal y acertarás”
Como crítico que soy con el “Sistema” utilizo como instrumento de rebeldía, el Artículo 20.1.a.- de la Constitución Española, que alude a la “Libertad de Expresión” y que nos permite “expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción”. Y por ello, me reafirmo: “tantas coincidencias no son posibles en la lógica de la cosa pública”.
Si Rajoy y en su partido, prefieren seguir tocando el violón en este asunto, será responsabilidad suya, ante los españoles y ante la Historia. Pero los ciudadanos libres, no podemos actuar como si no nos diésemos cuenta de las cosas, como si considerásemos que no está mal, la política de mirar hacia otro lado, mientras se emite un silbo delator y cobarde.
Los hechos que me permito comentar hoy, en otro país occidental, habrían supuesto una serie de dimisiones en cadena. En el nuestro, solo sirven para que algunos pocos tengamos que superar una innegable vergüenza ajena.
Podríamos pensar que siempre nos quedará “la prensa libre”. Perdón, ¿He dicho prensa? ¿Qué prensa? Porque esa es otra cuestión, el peligroso seguidismo, de una parte de la prensa, aliándose con “las verdades oficiales”. Los teóricos nos enseñaros que “la prensa libre es la artillería de la Libertad” yo quiero seguir creyéndolo, porque es preferible la prensa que cuestiona la verdad oficial, a la tranquila placidez del despotismo.
….He dicho!
Mientras tanto el petróleo, brent, se cotiza hoy a 124,19 dólares por barril, el gasóleo lo pagamos a 1,31 euros por litro. Y han transcurrido 335 días de la complicidad necesaria del Gobierno, con el inmenso fraude del IVA que se puso en su conocimiento y, pese a su potencial impacto presupuestario, sigue sin hacer nada para solucionarlo. El Gobierno debe ser denunciado como el culpable directo por el perjuicio que tal actitud supone para los españoles.
*Es Presidente del Instituto Hispano Luso
“El poder de la prensa ocupa el segundo lugar, después de la gente” (Alexis Tocqueville)
Si un cirujano, afectado por el estrés de su profesión, se deja olvidada una gasa dentro de un enfermo a quién efectuó una operación, es penalizado por el director del hospital y por el colegio de médicos, además de enfrentarse a una demanda por “daños y perjuicios”. Si a un arquitecto se le cae un puente, por una lluvia intensa, es penalizado por el colegio de arquitectos y acabará enfrentando a una demanda judicial, por ello, si unos jueces ponen en libertad a un peligroso terrorista, debe caer sobre ellos toda la responsabilidad exigida a unos funcionarios de la administración, porque al fin y al cabo es lo que son, unos funcionarios al servicio de los administrados, como los médicos o los profesores de instituto.
Por ello no debe quedar en una anécdota a olvidar, el que los magistrados componentes de la Sección Tercera de la Audiencia Nacional (Alfonso Guevara—Presidente--, Guillermo Ruiz Polanco y María de los Ángeles Barreiro), han dejado en libertad a un terrorista que mató a 22 españoles y fue condenado por ello, a 2.746 años de cárcel que, como era lógico, tras ese favor puso pies en polvorosa.
Y aquí es donde surge la pregunta ¿Qué motivó a estos jueces a cometer tal error? Suponiendo que fuese un error y no el cumplimiento de una consigna superior. Porque en España nos merecemos, además de un gobierno que no nos mienta, unos tribunales que actúen con la verdad.
Las palabras mentirosas del Portavoz del Gobierno y Ministro del Interior, de que “no se podía controlar a Troitiño porque tras su puesta en libertad era un hombre libre” son descaradamente llamativas dichas, precisamente por Rubalcaba, el Ministro que obliga a que la Guardia Civil se escondan tras los matorrales, para comprobar si las personas libres, superan los 110 kms por hora. Ó la utilización del “sistema integrado de interceptación telefónica” (SITEL) de las personas libres.
Ante esta sucesión de actuaciones chirriantes, realizadas por componentes del Estado, hay que estar perfectamente atentos y comprometidos con la denuncia de aquellos hechos sospechosos de complicidad o confabulación, que acaban –mire usted por donde—beneficiando a los terroristas. Porque es vergonzoso ese “entre todos lo soltaron y el solo se fugó”. Es escandalosa la sucesión de actuaciones, tanto de la Audiencia Nacional como del Gobierno tachadas de “grave error”. Sofisma con el que se pretende volver a confundir a la opinión pública. Un error es que un funcionario de Hacienda, por ejemplo, se equivoque al multiplicar cinco por cinco y, en lugar de veinticinco, utilice como resultado veinte. Pero que una sección de la Audiencia Nacional aplique una reducción de pena, que hasta yo, que soy un total profano de la cosa legal, sé que estaba mal aplicada, resulta sospechosamente llamativo. Baltasar Gracián, nos enseñó aquello de: “mas vale ser engañado en el precio, que en la mercancía” algo que nosotros, el Pueblo, no debemos permitir que desde el Estado se nos quiera colocar otra mercancía averiada.
Son tantas las coincidencias con las actas de ETA que tenemos delante, que si queremos ser realmente lógicos, tenemos que concluir que: “solo con el azar no se dan tantas coincidencias continuadas” Y es entonces donde surge la rebelión interna de quienes no admitimos las componendas políticas para pagar, presuntamente, escalofriantes favores del pasado que, hasta la fecha, no han tenido consecuencias penales para los diseñadores intelectuales del terrible hecho. “Nada hay más injusto que buscar premio con la Justicia” (Cicerón) Resultando tan llamativa la relación de premiados desde marzo de 2006, que me viene a la memoria la máxima anónima de: “piensa mal y acertarás”
Como crítico que soy con el “Sistema” utilizo como instrumento de rebeldía, el Artículo 20.1.a.- de la Constitución Española, que alude a la “Libertad de Expresión” y que nos permite “expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción”. Y por ello, me reafirmo: “tantas coincidencias no son posibles en la lógica de la cosa pública”.
Si Rajoy y en su partido, prefieren seguir tocando el violón en este asunto, será responsabilidad suya, ante los españoles y ante la Historia. Pero los ciudadanos libres, no podemos actuar como si no nos diésemos cuenta de las cosas, como si considerásemos que no está mal, la política de mirar hacia otro lado, mientras se emite un silbo delator y cobarde.
Los hechos que me permito comentar hoy, en otro país occidental, habrían supuesto una serie de dimisiones en cadena. En el nuestro, solo sirven para que algunos pocos tengamos que superar una innegable vergüenza ajena.
Podríamos pensar que siempre nos quedará “la prensa libre”. Perdón, ¿He dicho prensa? ¿Qué prensa? Porque esa es otra cuestión, el peligroso seguidismo, de una parte de la prensa, aliándose con “las verdades oficiales”. Los teóricos nos enseñaros que “la prensa libre es la artillería de la Libertad” yo quiero seguir creyéndolo, porque es preferible la prensa que cuestiona la verdad oficial, a la tranquila placidez del despotismo.
….He dicho!
Mientras tanto el petróleo, brent, se cotiza hoy a 124,19 dólares por barril, el gasóleo lo pagamos a 1,31 euros por litro. Y han transcurrido 335 días de la complicidad necesaria del Gobierno, con el inmenso fraude del IVA que se puso en su conocimiento y, pese a su potencial impacto presupuestario, sigue sin hacer nada para solucionarlo. El Gobierno debe ser denunciado como el culpable directo por el perjuicio que tal actitud supone para los españoles.
*Es Presidente del Instituto Hispano Luso
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