*Por Ángel Rico
“Aquel monarca que de sus consultas elige por bueno lo que votaron los más, es esclavo de la multitud, debiendo serlo de la razón” (Francisco de Quevedo)
Filosóficamente soy un republicano. En este planteamiento político no hay nada personal contra la monarquía actual, solo la creencia que ninguna familia y sus herederos (más o menos legítima si los adeénes hablaran) tienen derecho a tener más privilegios y a estar, siempre, por encima de los ciudadanos que formamos la nación. Algo que el Pueblo español comenta, soto vocce, desde la imposición del Felipe V, el primer Borbón, en la monarquía hispana, tras la costosa Guerra de Sucesión, donde de “aquellos polvos vienen los actuales lodos separatistas”
A España, que los países influyentes de la época admitiesen a Felipe V como rey, le costó entre otras muchísimas posesiones en todo el planeta, según los tratados de Utrecht y Rastadt, la posesión de Gibraltar.
Y les confieso a ustedes que las palabras del Príncipe de Asturias, (el 30 de marzo pasado) en la cena en honor de Sus Altezas Reales el Príncipe de Gales y la Duquesa de Cornualles, donde, cara a cara, les dijo: “En ese horizonte hago asimismo votos para que nuestras autoridades avancen en la solución del contencioso histórico bilateral que aún sigue pendiente” Es decir, Gibraltar. Me sorprendieron gratamente.
Y tal plática de Su Alteza Real, me llevó a adentrarme en la biblioteca familiar y en la página 75 del volumen que bajo el título “Tratados, Convenios y Declaraciones de Paz y Comercio, que han hecho con las potencias extranjeras los monarcas españoles de la casa de Borbón, desde el año de 1700 hasta el día” realizó don Alejandro del Castillo, en Madrid en el año 1843, y releer el “Tratado de paz, y amistad entre sus Majestades el rey de España y reina de Inglaterra, en el cual entre otras cosas, se estipula la incompatibilidad de las coronas españolas y francesas en una misma persona, y la sucesión hereditaria de la Gran Bretaña en la descendencia de la reina Ana, en la de la electriz viuda de Brunswick y de sus herederos en la línea protestante de Hanover” Se concluyó en Utrecht el 13 de julio de 1713.
Donde tras un preámbulo que señala “Habiendo sido servido el Arbitro supremo de todas las cosas ejercitar su divina piedad, inclinando á la solicitud de la paz y concordia los ánimos de los príncipes que hasta aquí han estado agitados con las armas en una guerra que ha llenado de sangre y muertes á casi todo el orbe cristiano; y no deseando otra cosa con mas ardor el serenísimo y muy poderoso príncipe Felipe V, por la gracia de Dios, rey católico de las Españas y la serenísima y muy poderosa princesa Ana, por la gracia de Dios, reina de la Gran Bretaña, Francia é Hibernia; ni habiendo otra que solicite con mas vehemente anhelo que el restablecer y estrechar con vínculos nuevos de conveniencia recíproca la antigua amistad y confederación de los españoles é ingleses de modo que pase á la mas remota posteridad con lazos casi indisolubles: para concluir, pues, felizmente este negocio tan útil y por tantas razones deseado…” (sic) el Articulo X, dice: "El Rey Católico, por sí y por sus herederos y sucesores, cede por este Tratado a la Corona de la Gran Bretaña la plena y entera propiedad de la ciudad y castillos de Gibraltar, juntamente con su puerto, defensas y fortalezas que le pertenecen, dando la dicha propiedad absolutamente para que la tenga y goce con entero derecho y para siempre, sin excepción ni impedimento alguno”
De la lectura anterior debemos concluir que desde la firma de ese tratado lo que ha venido ocurriendo ha sido una serie de abusos de facto, por parte de las autoridades gibraltareñas que empezó por “la ocupación ilegal del istmo, a comienzos del siglo XIX”, “la construcción del aeropuerto en terrenos no gibraltareños” y “la ocupación de las aguas que no fueron incluidas en el referido tratado”.
Al respecto la ONU, reconoció en la década de los sesenta del siglo pasado, el carácter colonial de Gibraltar, por lo que el contencioso bilateral deberá quedar resuelto, de acuerdo, con la reiterada doctrina jurídica de la ONU, es decir “con la restitución de la integridad territorial de Gibraltar al Estado español”.
Yo que he sido lealmente crítico con Su Majestad el Rey, donde he denunciado que no es de recibo que “la política estéril del Gobierno tenga secuestrado al Rey”, veo con satisfacción este desmarque estratégico del Príncipe de Asturias, que mediante unas palabras ortodoxamente diplomáticas puso, negro sobre blanco, la realidad de esta parte de España. Eurípides nos dijo: “Cuando las calamidades caen sobre un Estado, se olvidan los dioses y nadie se preocupa de honrarlos”. Quiero creer, que esa defensa de la integridad de España, diferenciará (a pesar de la contradicción entre los artículos 14 y 57 de la imperfecta Constitución Española) al futuro “Felipe VI” de su padre. ¡Que así sea!
…He dicho!
Mientras soportamos los 334 días de calamidad gubernamental que aún nos restan de condena, el petróleo, brent, se cotiza hoy a 119,14 dólares por barril, el gasóleo lo pagamos a 1,305 euros por litro. Y han transcurrido 315 días de la complicidad necesaria del Gobierno, en el inmenso fraude del IVA que se puso en su conocimiento y, pese a su potencial impacto presupuestario, sigue sin hacer nada para solucionarlo.
*Es Presidente del Instituto Hispano Luso
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