*Por Ángel Rico
Ya falta menos para que los españoles decidamos quiénes queremos que nos gobiernen en los próximos años. Emil Michel Cioran, dijo aquello de: “Un pueblo no representa tanto una acumulación de ideas y teorías como de obsesiones” y coincido con ello. La mayoría de los españoles estamos influidos por la idea fija (obsesión) de conquistar el futuro que nos beneficie y, por tanto, disponer de una España a la medida de cada cual, pero no es posible tener 47 millones de españas diferentes, por eso tendremos que quedarnos con la que coincidan el mayor número de españoles. Eso es la Democracia.
De eso discutía hace unos días con Daniel Rico, sobre las motivaciones personales que deben influir en la decisión del voto. Él tiene una visión más directa y más simple que la mía. Y traté de hacerle ver la diferencia entre unos programas electorales y otros. Porque, no siempre hay que creer que lo que dicen los programas electorales puede hacerse realidad. Por ejemplo, si en la época del Luis XV de Francia, hubiésemos conocido que Madame Pompadour, regentaba un centro para señoritas, habríamos coincidido en que --la moral de las alumnas, estaría bastante descuidada--. Aunque en el manifiesto doctrinal de ese, hipotético, centro se abogase por la castidad de las colegialas. Y es que, el hábito no hace al monje. Por tanto, los programas electorales, serán más o menos cumplibles, no por lo que se recoge en su filosofía, sino por quién hace la prédica, teniendo en cuenta sus precedentes y sus cumplimientos o incumplimientos.
Tras el debate Rajoy-Rubalcaba puede deducirse las inclinaciones de cada uno de los aspirantes a gobernarnos y las capacidades de cada uno, para hacer lo que sea preciso para mantener a España a flote. Cuando Rubalcaba dijo que iría a la UE a pedir una prórroga hasta 2015 en la aplicación de las medidas necesarias, puso de manifiesto que vive fuera de la realidad. Idéntica situación se repitió al día siguiente, cuando en un mitin en Talavera de la Reina, los asistentes eufóricos gritaban: “Con Rubalcaba la escuela no se paga” (sic) ¿Cómo que no se paga la escuela? ¿Los profesores no cobran sus salarios? ¿Los gastos de funcionarios, electricidad, calefacción, etc., no se pagan? ¿Esa es la sociedad que defiende Rubalcaba (y sus votantes), donde las cosas no se pagan?
Y de eso trata esta campaña electoral, de llegar a la conclusión que el mayor problema que tenemos es: “Que hay que pagar los gastos de la fiesta general de los últimos años”. La solución no está en no pagar las deudas pendientes, sino en generar las condiciones imprescindibles para generar la confianza y la colaboración general de la sociedad.
Nosotros, el Pueblo, necesitamos que se nos diga la verdad, para eso (para decir la verdad) están los políticos que aspiran a nuestros votos, para garantizarse su futuro y, en demasiados casos, olvidarnos después. Por eso, primero mienten, luego recolectan y, más tarde, nos olvidan. Ya lo dijo Jean Marie Roland: “Los débiles tiemblan ante la opinión, los tontos la desafían, los sabios la juzgan, los expertos la dirigen” ¿Usted, respetado lector, qué tipo de político va a elegir?
La cosa pública no solo depende de los aspirantes a presidir el gobierno, porque también están implicados, en esa responsabilidad, los diputados o senadores que elijamos ahora, ya que los elegidos formarán parte de alguna de las numerosas comisiones en el Congreso y Senado. Les aseguro, que muchos de estos diputados, (de todo el arco parlamentario) no son merecedores del salario que les pagamos los contribuyentes, por su inexistente actividad legislativa. Y eso lo digo, porque conozco a muchos de ellos que, una vez elegidos se despreocupan de la problemática de los votantes, hasta pasados cuatro años.
Ante tal apatía política, los votantes, tenemos el deber de influir ante las decisiones de los partidos. ¿Por qué tengo que votar una lista electoral donde van colocados políticos que se han caracterizado por no implicarse en nada relacionado con la comisión de las que formaron parte? Realidad que ha quedado demostrada a todos los niveles, autonómico, Congreso, Senado y Parlamento Europeo.
Por tanto, hay que votar a los partidos políticos que consideremos pueden sacar a España de la crisis en la que nos encontramos, pero se debe tachar de las candidaturas los nombres de aquellos políticos que, por su actuación pasada, nunca merecieron estar en ellas. Ante la soberbia política de la estructura de los partidos al decidir quiénes van en sus listas. La reacción de los ciudadanos al indicar quiénes sí y quiénes no, merecen nuestra confianza. Así, en la próxima ocasión se lo pensarán mejor.
Si yo votase en Madrid, tacharía de la candidatura del PP, la política colocada en el decimotercio lugar. Si votase en Lérida, tacharía de la candidatura del PP el primer nombre. Si votase en Murcia, tacharía de la candidatura del PP el tercer nombre. Y así en bastantes provincias más. Usted, respetado lector, estará pensando que de hacer tal cosa estaría invalidando mi voto. Y tiene razón, pero si en las legislaturas anteriores estos diputados, no se han implicado con las competencias de las Comisiones de las que fueron miembros ¿Por qué deben ser ahora merecedores de mi humilde voto?
Yo emitiré mi voto en la circunscripción de Ciudad Real. Sebastián García, se implicó totalmente como senador, en la Comisión de Medio Ambiente, Agricultura y Pesca, por tanto tendrá mi confianza. Y para el Congreso, estoy analizando la trayectoria y capacidades de los candidatos y considero que alguna candidata, no tiene capacidad personal, ni política, de representar los intereses del Pueblo español. Seguiré meditando sobre ello.
…He dicho!
*Es padre del Daniel Rico
Ya falta menos para que los españoles decidamos quiénes queremos que nos gobiernen en los próximos años. Emil Michel Cioran, dijo aquello de: “Un pueblo no representa tanto una acumulación de ideas y teorías como de obsesiones” y coincido con ello. La mayoría de los españoles estamos influidos por la idea fija (obsesión) de conquistar el futuro que nos beneficie y, por tanto, disponer de una España a la medida de cada cual, pero no es posible tener 47 millones de españas diferentes, por eso tendremos que quedarnos con la que coincidan el mayor número de españoles. Eso es la Democracia.
De eso discutía hace unos días con Daniel Rico, sobre las motivaciones personales que deben influir en la decisión del voto. Él tiene una visión más directa y más simple que la mía. Y traté de hacerle ver la diferencia entre unos programas electorales y otros. Porque, no siempre hay que creer que lo que dicen los programas electorales puede hacerse realidad. Por ejemplo, si en la época del Luis XV de Francia, hubiésemos conocido que Madame Pompadour, regentaba un centro para señoritas, habríamos coincidido en que --la moral de las alumnas, estaría bastante descuidada--. Aunque en el manifiesto doctrinal de ese, hipotético, centro se abogase por la castidad de las colegialas. Y es que, el hábito no hace al monje. Por tanto, los programas electorales, serán más o menos cumplibles, no por lo que se recoge en su filosofía, sino por quién hace la prédica, teniendo en cuenta sus precedentes y sus cumplimientos o incumplimientos.
Tras el debate Rajoy-Rubalcaba puede deducirse las inclinaciones de cada uno de los aspirantes a gobernarnos y las capacidades de cada uno, para hacer lo que sea preciso para mantener a España a flote. Cuando Rubalcaba dijo que iría a la UE a pedir una prórroga hasta 2015 en la aplicación de las medidas necesarias, puso de manifiesto que vive fuera de la realidad. Idéntica situación se repitió al día siguiente, cuando en un mitin en Talavera de la Reina, los asistentes eufóricos gritaban: “Con Rubalcaba la escuela no se paga” (sic) ¿Cómo que no se paga la escuela? ¿Los profesores no cobran sus salarios? ¿Los gastos de funcionarios, electricidad, calefacción, etc., no se pagan? ¿Esa es la sociedad que defiende Rubalcaba (y sus votantes), donde las cosas no se pagan?
Y de eso trata esta campaña electoral, de llegar a la conclusión que el mayor problema que tenemos es: “Que hay que pagar los gastos de la fiesta general de los últimos años”. La solución no está en no pagar las deudas pendientes, sino en generar las condiciones imprescindibles para generar la confianza y la colaboración general de la sociedad.
Nosotros, el Pueblo, necesitamos que se nos diga la verdad, para eso (para decir la verdad) están los políticos que aspiran a nuestros votos, para garantizarse su futuro y, en demasiados casos, olvidarnos después. Por eso, primero mienten, luego recolectan y, más tarde, nos olvidan. Ya lo dijo Jean Marie Roland: “Los débiles tiemblan ante la opinión, los tontos la desafían, los sabios la juzgan, los expertos la dirigen” ¿Usted, respetado lector, qué tipo de político va a elegir?
La cosa pública no solo depende de los aspirantes a presidir el gobierno, porque también están implicados, en esa responsabilidad, los diputados o senadores que elijamos ahora, ya que los elegidos formarán parte de alguna de las numerosas comisiones en el Congreso y Senado. Les aseguro, que muchos de estos diputados, (de todo el arco parlamentario) no son merecedores del salario que les pagamos los contribuyentes, por su inexistente actividad legislativa. Y eso lo digo, porque conozco a muchos de ellos que, una vez elegidos se despreocupan de la problemática de los votantes, hasta pasados cuatro años.
Ante tal apatía política, los votantes, tenemos el deber de influir ante las decisiones de los partidos. ¿Por qué tengo que votar una lista electoral donde van colocados políticos que se han caracterizado por no implicarse en nada relacionado con la comisión de las que formaron parte? Realidad que ha quedado demostrada a todos los niveles, autonómico, Congreso, Senado y Parlamento Europeo.
Por tanto, hay que votar a los partidos políticos que consideremos pueden sacar a España de la crisis en la que nos encontramos, pero se debe tachar de las candidaturas los nombres de aquellos políticos que, por su actuación pasada, nunca merecieron estar en ellas. Ante la soberbia política de la estructura de los partidos al decidir quiénes van en sus listas. La reacción de los ciudadanos al indicar quiénes sí y quiénes no, merecen nuestra confianza. Así, en la próxima ocasión se lo pensarán mejor.
Si yo votase en Madrid, tacharía de la candidatura del PP, la política colocada en el decimotercio lugar. Si votase en Lérida, tacharía de la candidatura del PP el primer nombre. Si votase en Murcia, tacharía de la candidatura del PP el tercer nombre. Y así en bastantes provincias más. Usted, respetado lector, estará pensando que de hacer tal cosa estaría invalidando mi voto. Y tiene razón, pero si en las legislaturas anteriores estos diputados, no se han implicado con las competencias de las Comisiones de las que fueron miembros ¿Por qué deben ser ahora merecedores de mi humilde voto?
Yo emitiré mi voto en la circunscripción de Ciudad Real. Sebastián García, se implicó totalmente como senador, en la Comisión de Medio Ambiente, Agricultura y Pesca, por tanto tendrá mi confianza. Y para el Congreso, estoy analizando la trayectoria y capacidades de los candidatos y considero que alguna candidata, no tiene capacidad personal, ni política, de representar los intereses del Pueblo español. Seguiré meditando sobre ello.
…He dicho!
*Es padre del Daniel Rico
No hay comentarios:
Publicar un comentario