*Por Ángel Rico
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La noche de la celebración de la victoria electoral, Mariano Rajoy dijo en reiteradas ocasiones: “No es el momento para fiestas. España no está para eso”. Declaraciones indicativas de la situación real en la que se encuentra España y por lo que la que la mayoría de sectores, empresas y gobiernos, se han visto obligados a cambiar la filosofía de funcionamiento. Y digo bien al decir “la mayoría” porque el sector agropecuario español, basa su viabilidad --presente y futura-- en seguir beneficiándose de las cuantiosas ayudas (7.500 millones de euros) que año tras año se reparte el sector.
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Engancharse al siglo pasado para asegurarse el futuro, es una actitud regresiva que se tiene que acabar de forma inmediata. Los contribuyentes no podemos aceptar que, por ejemplo, en España se mantengan cada año más de 3,5 millones de hectáreas de improductivo, pero subvencionado, barbecho. Volviendo a Rajoy “España no está para eso”.
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Todos los sectores económicos deben adaptar su producción a las exigencias del mercado. ¡El agropecuario también! Seguir produciendo, por tradición, lo que el mercado no consume, y engancharse a las subvenciones, para que la sociedad les pague los excedentes producidos, es algo inadmisible. Algo que los contribuyentes no podemos aceptar, mientras haya que aplicar recortes en servicios sociales, pensiones e incluso se habla del copago en Sanidad y en Educación.
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La anquilosada situación del sector agrario, está favorecida por la existencia de unas organizaciones agrarias que han dedicado todo el tiempo y la gran cantidad de dinero recibido anualmente de los contribuyentes, en mantener la venda en los ojos de los agricultores y ganaderos, haciéndoles creer que “ese sector” se merece la excepción a la regla general de la economía y del mercado. Produzcáis, lo que produzcáis, la asustadiza sociedad de consumo, pagará un impuesto tranquilizador, para tener garantizada la “Seguridad Alimentaria”. Y para disponer de los productos que la sociedad requiere (ésta), tendrá que pagar los excedentes de aquellos otros productos que no quiere. Un chantaje emocional que les ha dado resultado hasta hoy.
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La, supuesta, representación del sector agrario es tan arcaica e injusta, que no se han celebrado elecciones para medir la representatividad agraria desde el siglo pasado. Algo así como si en un, hipotético, ayuntamiento los concejales elegidos se pusiesen de acuerdo para que siempre se mantenga la misma representación municipal, y para ello acuerdan no realizar elecciones municipales nunca mas. Así funciona la representatividad de las organizaciones “Asaja”, “Coag” y “UPA”. Todo estaba bien si, a ellos, les va bien. E irles bien, les está yendo.
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Nuevamente vuelvo a pedir que ni los sindicatos, ni los partidos políticos, ni la patronal, ni las organizaciones agrarias reciban una subvención más de los presupuestos del Estado, ni de las comunidades autónomas. Que estas organizaciones, como la nuestra, sufraguen su funcionamiento con las cuotas de sus asociados. Espero que Rajoy cumpla con esta promesa electoral.
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Cuando las organizaciones representativas tengan que mantenerse, exclusivamente, con las cuotas de sus asociados estarán obligadas a aceptar la realidad y a adaptarse a ella. Las del mercado de trabajo (los sindicatos), las necesidades de los consumidores (los agricultores) y las necesidades sociales (los partidos políticos), Consiguiendo la sociedad la cordura que se necesita y que, con miles de millones de euros, se ha ocultado en el pasado.
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La sociedad de hoy debe ser consciente que el hambre del siglo pasado, no lo combaten hoy los agricultores, que pueden (o no) producir alimentos, sino el sector del Transporte que hace posible que cada mañana tengamos los alimentos de calidad y a precios razonables, en la tienda de la esquina. Alimentos que, no necesariamente, deben provenir de la subvencionada Agricultura regional. Sino de aquellos destinos (nacionales o internacionales) que ofrecen lo que se necesita a precios razonables. ¡Esa es la realidad del presente! Donde es más importante el Transporte que la Agricultura, para garantizarnos la deseada “Seguridad Alimentaria”.
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Subvencionar 3,5 millones de hectáreas de barbecho, que podrían producir colza en secano para producir biodiésel nacional, (el equivalente a 3 millones de barriles de petróleo, que debemos importar) con la consiguiente creación de empleo y fijación de la población rural al territorio, debe acabarse. Como debe acabarse mantener (con el dinero de los contribuyentes) un sector, como el vitivinícola, que produce más de 41 millones de hectolitros de vino, cuando el mercado solo consume, menos de 15 millones.
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No es de buenos gobernantes, dar la espalda a la realidad. Hay que hacer ver a los ciudadanos (a los agricultores) que lo que no puede ser, no puede ser y, además, se debe acabar ya. De igual forma que los griegos tuvieron que asimilar, de la noche a la mañana, que no era posible seguir jubilándose a los 52 años y, deberán hacerlo a partir de ahora, a los 70 años, los vitivinicultores españoles deberán ir asumiendo que, solo deberán producir el vino que tengan garantizado que venderán. Porque los contribuyentes no están dispuestos a seguir pagando esa atrofia comercial.
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…He dicho!
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*Es Presidente del Grupo de Empresas Agrarias (GEA)
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La noche de la celebración de la victoria electoral, Mariano Rajoy dijo en reiteradas ocasiones: “No es el momento para fiestas. España no está para eso”. Declaraciones indicativas de la situación real en la que se encuentra España y por lo que la que la mayoría de sectores, empresas y gobiernos, se han visto obligados a cambiar la filosofía de funcionamiento. Y digo bien al decir “la mayoría” porque el sector agropecuario español, basa su viabilidad --presente y futura-- en seguir beneficiándose de las cuantiosas ayudas (7.500 millones de euros) que año tras año se reparte el sector.
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Engancharse al siglo pasado para asegurarse el futuro, es una actitud regresiva que se tiene que acabar de forma inmediata. Los contribuyentes no podemos aceptar que, por ejemplo, en España se mantengan cada año más de 3,5 millones de hectáreas de improductivo, pero subvencionado, barbecho. Volviendo a Rajoy “España no está para eso”.
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Todos los sectores económicos deben adaptar su producción a las exigencias del mercado. ¡El agropecuario también! Seguir produciendo, por tradición, lo que el mercado no consume, y engancharse a las subvenciones, para que la sociedad les pague los excedentes producidos, es algo inadmisible. Algo que los contribuyentes no podemos aceptar, mientras haya que aplicar recortes en servicios sociales, pensiones e incluso se habla del copago en Sanidad y en Educación.
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La anquilosada situación del sector agrario, está favorecida por la existencia de unas organizaciones agrarias que han dedicado todo el tiempo y la gran cantidad de dinero recibido anualmente de los contribuyentes, en mantener la venda en los ojos de los agricultores y ganaderos, haciéndoles creer que “ese sector” se merece la excepción a la regla general de la economía y del mercado. Produzcáis, lo que produzcáis, la asustadiza sociedad de consumo, pagará un impuesto tranquilizador, para tener garantizada la “Seguridad Alimentaria”. Y para disponer de los productos que la sociedad requiere (ésta), tendrá que pagar los excedentes de aquellos otros productos que no quiere. Un chantaje emocional que les ha dado resultado hasta hoy.
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La, supuesta, representación del sector agrario es tan arcaica e injusta, que no se han celebrado elecciones para medir la representatividad agraria desde el siglo pasado. Algo así como si en un, hipotético, ayuntamiento los concejales elegidos se pusiesen de acuerdo para que siempre se mantenga la misma representación municipal, y para ello acuerdan no realizar elecciones municipales nunca mas. Así funciona la representatividad de las organizaciones “Asaja”, “Coag” y “UPA”. Todo estaba bien si, a ellos, les va bien. E irles bien, les está yendo.
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Nuevamente vuelvo a pedir que ni los sindicatos, ni los partidos políticos, ni la patronal, ni las organizaciones agrarias reciban una subvención más de los presupuestos del Estado, ni de las comunidades autónomas. Que estas organizaciones, como la nuestra, sufraguen su funcionamiento con las cuotas de sus asociados. Espero que Rajoy cumpla con esta promesa electoral.
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Cuando las organizaciones representativas tengan que mantenerse, exclusivamente, con las cuotas de sus asociados estarán obligadas a aceptar la realidad y a adaptarse a ella. Las del mercado de trabajo (los sindicatos), las necesidades de los consumidores (los agricultores) y las necesidades sociales (los partidos políticos), Consiguiendo la sociedad la cordura que se necesita y que, con miles de millones de euros, se ha ocultado en el pasado.
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La sociedad de hoy debe ser consciente que el hambre del siglo pasado, no lo combaten hoy los agricultores, que pueden (o no) producir alimentos, sino el sector del Transporte que hace posible que cada mañana tengamos los alimentos de calidad y a precios razonables, en la tienda de la esquina. Alimentos que, no necesariamente, deben provenir de la subvencionada Agricultura regional. Sino de aquellos destinos (nacionales o internacionales) que ofrecen lo que se necesita a precios razonables. ¡Esa es la realidad del presente! Donde es más importante el Transporte que la Agricultura, para garantizarnos la deseada “Seguridad Alimentaria”.
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Subvencionar 3,5 millones de hectáreas de barbecho, que podrían producir colza en secano para producir biodiésel nacional, (el equivalente a 3 millones de barriles de petróleo, que debemos importar) con la consiguiente creación de empleo y fijación de la población rural al territorio, debe acabarse. Como debe acabarse mantener (con el dinero de los contribuyentes) un sector, como el vitivinícola, que produce más de 41 millones de hectolitros de vino, cuando el mercado solo consume, menos de 15 millones.
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No es de buenos gobernantes, dar la espalda a la realidad. Hay que hacer ver a los ciudadanos (a los agricultores) que lo que no puede ser, no puede ser y, además, se debe acabar ya. De igual forma que los griegos tuvieron que asimilar, de la noche a la mañana, que no era posible seguir jubilándose a los 52 años y, deberán hacerlo a partir de ahora, a los 70 años, los vitivinicultores españoles deberán ir asumiendo que, solo deberán producir el vino que tengan garantizado que venderán. Porque los contribuyentes no están dispuestos a seguir pagando esa atrofia comercial.
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…He dicho!
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*Es Presidente del Grupo de Empresas Agrarias (GEA)
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