*Por Ángel Rico
Respetado candidato, respetada candidata, últimamente al buzón de mi casa solo llegaban las cartas de los bancos, de Telefónica y de Gas Natural Fenosa, hasta el pasado viernes que --¡eureka!-- recibí una carta de cada uno de ustedes, en su calidad de candidata, candidato al Congreso de los Diputados. Y como mis mayores me enseñaron que lo educado es responder a las cartas. Respuesta que, con el debido respeto, vengo a hacerles mediante este escrito.
Ambos candidatos, me dedican el mismo trato: “Estimado ciudadano / estimada ciudadana” (lo del masculino y femenino será para garantizarse mi simpatía, sea cual fuere mi consideración sexual en el momento de leer sus cartas). Les agradezco que me traten como ciudadano, espero que de acuerdo con el modelo de democracia de Jean Jacques Rousseau, creador del concepto de ciudadano. De ser así resulta agradable para quién, como yo, políticamente tiene bastante de “jacobino”. Pero ese jacobinismo innato me obliga a ser claro en mis consideraciones, porque movido por tal jacobinismo he leído el programa de sus respectivos partidos políticos, las 83 páginas de IU y las 50 de UPyD, lo que sumado a mi conocimiento personal de los firmantes me permite disponer de una política opinión propia que aquí hago pública.
Al ciudadano-candidato Cayo Lara, le conozco de cuando ambos, él y un servidor, luchábamos recién restaurada la Democracia en España, por los intereses del sector agrario. Ambos cortamos carreteras, para esgrimir fuerza y apoyo social en aquellas negociaciones de “precios agrarios” con el gobierno de turno (1980 al 1985). Yo lo hacía en nombre del Centro Nacional de Jóvenes Agricultores (CNJA) y el ahora candidato Cayo Lara, desde la Unión de Agricultores y Ganaderos (UAGA). Los datos son indiscutibles, el éxito de aquel movimiento agro rural, siempre recayó sobre la filosofía del CNJA, mucho más que sobre los planteamientos filocomunistas de la UAGA. En Ciudad Real, en el año 1986, la mayoría de la cúpula de la UAGA se pasó con armas y bagajes al CNJA que yo dirigía.
Respecto a la ciudadana-candidata Rosa Díez, que llega a mi buzón de correo diciendo: “me presente ante ustedes con el aval del trabajo desarrollado durante estos cuatro años en el Congreso de los Diputados” pero también le precede la “estalinista” manera de dirigir su propio partido (lo sé porque pagué 500 euros para comprobar lo que digo) donde está prohibida la comunicación, el intercambio de ideas, de programas, de objetivos entre los propios asociados. Solo puede hacerse tal cosa mediante el filtro estalinista de la mediocracia del aparato (¿lo del estalinismo interno en UPyD ya lo había dicho? Bueno es igual, lo vuelvo a repetir ahora). Señora Díez, solo puede esgrimirse un mensaje moral al exterior, cuando dicha moralidad se practique en el interior de su propio partido. Y en otro orden de cosas, los candidatos al Congreso de su partido por mi circunscripción son manifiestamente mejorables. Y del candidato al Senado que, en cambio, sí es bueno usted no me hace llegar papeleta para que sea votado por esta familia. Por lo visto, usted dentro de su partido solo defiende a los peores candidatos. Y en cuanto a sus propuestas para “transporte”, “energía” y “desarrollo rural” –por ejemplo-- su programa electoral rebosa de una sucesión de lugares comunes que, en la práctica, no servirían para nada positivo. Por tanto su partido político, UPyD, no contará con mi voto y, si puedo evitarlo, tampoco con los de mi círculo de influencia.
Volviendo al candidato Lara y al escrito que me dirige, donde dice: --“El empleo por encima de todo”--, tengo que responderle, que en la práctica eso no es así, porque IU, su partido, defiende: “a los sindicatos por encima del empleo”. Para que el empleo esté por encima de todo hay que quitarle a los sindicatos (y a la patronal) los privilegios y prebendas de las que ahora disponen. Para que el trabajador y el ciudadano sean más importantes que el sindicato y el partido del señor Lara.
De la lectura del programa de IU, uno concluye que está pensado para un país inexistente, en una época inexistente, con una realidad inexistente y, por tanto, para unos ciudadanos electores inexistentes. Soy de la opinión que los diputados de IU salen carísimos para los contribuyentes, porque ni una sola (repito, ni una sola) de sus propuestas en las últimas legislaturas se han puesto de forma positiva, al servicio de los contribuyentes.
Por todo lo anterior me rebelo, y por esa rebeldía e indignación jacobina liberal, considero que su partido no tiene que tener protagonismo en la Asamblea Nacional, por pensar más en su clan, que en el común de los votantes. A diferencia del movimiento francés de 1792, ustedes en lugar de los “Sans Culottes” pretenden apoyarse electoralmente en los indignados 15M, la diferencia es que aquellos eran trabajadores y estos no lo son, ni buscan serlo nunca.
Para los Jacobinos franceses, el Estado era el valedor del bien común. Por lo tanto, es fundamental la obediencia a la Constitución y a las leyes. De ahí nace la defensa de la nación concebida como una unidad indivisible. Algo que IU no defiende, al dar por bueno las exigencias de los terroristas vascongados y de los separatistas catalanes. Por todo ello, tengo que decirle, candidato Lara, que su partido no contará con la humilde fuerza de mi voto.
…He dicho!
*Elector meditando su voto
Respetado candidato, respetada candidata, últimamente al buzón de mi casa solo llegaban las cartas de los bancos, de Telefónica y de Gas Natural Fenosa, hasta el pasado viernes que --¡eureka!-- recibí una carta de cada uno de ustedes, en su calidad de candidata, candidato al Congreso de los Diputados. Y como mis mayores me enseñaron que lo educado es responder a las cartas. Respuesta que, con el debido respeto, vengo a hacerles mediante este escrito.
Ambos candidatos, me dedican el mismo trato: “Estimado ciudadano / estimada ciudadana” (lo del masculino y femenino será para garantizarse mi simpatía, sea cual fuere mi consideración sexual en el momento de leer sus cartas). Les agradezco que me traten como ciudadano, espero que de acuerdo con el modelo de democracia de Jean Jacques Rousseau, creador del concepto de ciudadano. De ser así resulta agradable para quién, como yo, políticamente tiene bastante de “jacobino”. Pero ese jacobinismo innato me obliga a ser claro en mis consideraciones, porque movido por tal jacobinismo he leído el programa de sus respectivos partidos políticos, las 83 páginas de IU y las 50 de UPyD, lo que sumado a mi conocimiento personal de los firmantes me permite disponer de una política opinión propia que aquí hago pública.
Al ciudadano-candidato Cayo Lara, le conozco de cuando ambos, él y un servidor, luchábamos recién restaurada la Democracia en España, por los intereses del sector agrario. Ambos cortamos carreteras, para esgrimir fuerza y apoyo social en aquellas negociaciones de “precios agrarios” con el gobierno de turno (1980 al 1985). Yo lo hacía en nombre del Centro Nacional de Jóvenes Agricultores (CNJA) y el ahora candidato Cayo Lara, desde la Unión de Agricultores y Ganaderos (UAGA). Los datos son indiscutibles, el éxito de aquel movimiento agro rural, siempre recayó sobre la filosofía del CNJA, mucho más que sobre los planteamientos filocomunistas de la UAGA. En Ciudad Real, en el año 1986, la mayoría de la cúpula de la UAGA se pasó con armas y bagajes al CNJA que yo dirigía.
Respecto a la ciudadana-candidata Rosa Díez, que llega a mi buzón de correo diciendo: “me presente ante ustedes con el aval del trabajo desarrollado durante estos cuatro años en el Congreso de los Diputados” pero también le precede la “estalinista” manera de dirigir su propio partido (lo sé porque pagué 500 euros para comprobar lo que digo) donde está prohibida la comunicación, el intercambio de ideas, de programas, de objetivos entre los propios asociados. Solo puede hacerse tal cosa mediante el filtro estalinista de la mediocracia del aparato (¿lo del estalinismo interno en UPyD ya lo había dicho? Bueno es igual, lo vuelvo a repetir ahora). Señora Díez, solo puede esgrimirse un mensaje moral al exterior, cuando dicha moralidad se practique en el interior de su propio partido. Y en otro orden de cosas, los candidatos al Congreso de su partido por mi circunscripción son manifiestamente mejorables. Y del candidato al Senado que, en cambio, sí es bueno usted no me hace llegar papeleta para que sea votado por esta familia. Por lo visto, usted dentro de su partido solo defiende a los peores candidatos. Y en cuanto a sus propuestas para “transporte”, “energía” y “desarrollo rural” –por ejemplo-- su programa electoral rebosa de una sucesión de lugares comunes que, en la práctica, no servirían para nada positivo. Por tanto su partido político, UPyD, no contará con mi voto y, si puedo evitarlo, tampoco con los de mi círculo de influencia.
Volviendo al candidato Lara y al escrito que me dirige, donde dice: --“El empleo por encima de todo”--, tengo que responderle, que en la práctica eso no es así, porque IU, su partido, defiende: “a los sindicatos por encima del empleo”. Para que el empleo esté por encima de todo hay que quitarle a los sindicatos (y a la patronal) los privilegios y prebendas de las que ahora disponen. Para que el trabajador y el ciudadano sean más importantes que el sindicato y el partido del señor Lara.
De la lectura del programa de IU, uno concluye que está pensado para un país inexistente, en una época inexistente, con una realidad inexistente y, por tanto, para unos ciudadanos electores inexistentes. Soy de la opinión que los diputados de IU salen carísimos para los contribuyentes, porque ni una sola (repito, ni una sola) de sus propuestas en las últimas legislaturas se han puesto de forma positiva, al servicio de los contribuyentes.
Por todo lo anterior me rebelo, y por esa rebeldía e indignación jacobina liberal, considero que su partido no tiene que tener protagonismo en la Asamblea Nacional, por pensar más en su clan, que en el común de los votantes. A diferencia del movimiento francés de 1792, ustedes en lugar de los “Sans Culottes” pretenden apoyarse electoralmente en los indignados 15M, la diferencia es que aquellos eran trabajadores y estos no lo son, ni buscan serlo nunca.
Para los Jacobinos franceses, el Estado era el valedor del bien común. Por lo tanto, es fundamental la obediencia a la Constitución y a las leyes. De ahí nace la defensa de la nación concebida como una unidad indivisible. Algo que IU no defiende, al dar por bueno las exigencias de los terroristas vascongados y de los separatistas catalanes. Por todo ello, tengo que decirle, candidato Lara, que su partido no contará con la humilde fuerza de mi voto.
…He dicho!
*Elector meditando su voto
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