*Por Ángel Rico
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Le
contaré a usted, respetado lector, que me tiene sorprendido la respuesta que ha
provocado en la hipócrita sociedad la propuesta de “Ciudadanos” en relación a: --legalizar la prostitución que se ejerza
en libertad--. Y mi sorpresa no está producida por las respuestas mojigatas que
han manifestado, los prosélitos situados a la izquierda y a la derecha del
centro político; sino por no mantener ese grado de mojigatez, en otras
cuestiones cotidianas, me explicaré:
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--Supongamos
que, de forma libre y voluntaria, una mujer (o un hombre) deciden dedicar su
profesión a atender los deseos de un hombre (o una mujer) a cambio de dinero.
Admitamos que los anhelos de esos hombres o mujeres, necesitan de una especialización
característica, que –algunas mujeres u hombres--, están dispuestos a satisfacer
a cambio de dinero. Conjeturemos que, esos hombres o mujeres, tras realizar el
especializado servicio completo, solicitasen (al cliente o la clienta) el pago
por el trabajo prestado; usted, respetado lector: --¿Solicitaría una factura
por los servicios?— Porque, esos servicios, por ejemplo, en Portugal tienen un IVA del 23 por
ciento— Por cierto, me estoy refiriendo,
como usted habrá deducido, a los servicios profesionales especializados de “peluquería,
manicura”, “coaching” o “fontanería”.
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Admitamos
que, con igual libertad y de forma voluntaria, una mujer (o un hombre) decide
especializarse –en plan emprendedores-- en “la profesión más antigua del mundo”
y, como en los servicios de peluquería y estética, fontanería o entrenamiento
personal, al finalizar la asistencia especializada, solicitasen (al cliente o
la clienta) el pago por los servicios prestados, usted, respetado lector:
--¿marginaría a esos profesionales a no poder emitir facturas, con los derechos
inherentes? ¿Por qué, estas profesionales, no podrían ser trabajadoras
autónomas?
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Lo
de la “moral descuidada” es algo que va intrínsicamente unida al ser humano,
unas personas hacen favores a otras,
libremente, por dinero y otras, por ejemplo, por un envase de Eau de Parfum Black Opium, de Yves Saint
Laurent. Le sugiero que visione usted completo el último spot de televisión
del mencionado perfume, para concluir (con perdón) que –la jodienda no tiene
enmienda--. Mostrando que, cada cual, en libertad, puede llegar hasta donde
considere oportuno.
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En
todo momento, estoy hablando de un “actividad ejercida en libertad” porque; ni toda la prostitución
se ejerce en esclavitud, ni la esclavitud
es una sumisión que haya que atribuir en exclusiva a las “profesionales del
sexo” como podemos ver, por ejemplo, en numerosos casos de políticos, que
pierden la dignidad, inherente a los representantes del Estado, a cambio del dinero, las prebendas y canonjías que confiere una buena colocación en las
respectivas listas electorales. --¿A esa
vergonzosa mansedumbre profesional no habría que calificarla de esclavitud?-- La tercera acepción que el DRAE la otorga a la palabra esclavitud es: -- Sujeción excesiva por la cual se ve sometida
una persona a otra, o a un trabajo u obligación— Estoy seguro que a usted,
respetado lector, le viene a la mente, algún político que se encuentre
reflejado, en la anterior acepción lingüística, respecto a la denominación “esclavitud”: --cuando teniendo que
hablar en el seno de su partido, no habla; cuando debiendo defender los
intereses de sus electores, decide convertirse en “apparátchik” y darles la
espalda; evidenciando aquello de “no hay peor ciego que quien no quiere ver” en
un claro ejemplo del “síndrome del
esclavo satisfecho”--
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Tendrá,
usted, que coincidir conmigo en que: --cuando la sociedad ya no requiera, por
ejemplo, los servicios de la ingeniería de software y de la nanotecnología,
profesiones que actualmente están emergiendo,
la profesión más antigua del mundo se seguirá ejerciendo en su ciudad y
en la mía--. Entonces ¿Por qué hacer como que no existe una profesión (DRAE: Empleo, facultad u oficio que
alguien ejerce y por el que percibe una retribución) que todos sabrán que se
está ejerciendo? ¿Qué ganará la sociedad con una hipocresía tan evidente?—
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En
ningún momento pretendo justificar la explotación sexual de mujeres y niñas, a
quienes se les impide disponer de los derechos como “libertad, igualdad, dignidad y seguridad”. Usted puede hacer uso de
su derecho a criticar mi postura en relación a cualquier asunto, en general y,
a la defensa de la legalización de la prostitución, en particular, y cuando lo
haga pregúntese: --¿qué ha hecho usted para conseguir, por ejemplo, la liberación
de “las niñas secuestradas en Nigeria por Boko Haram”?--. Porque, un servidor,
además de estar de acuerdo con que la profesión más antigua del mundo, si se
ejerce en libertad, debe legalizarse; me estoy partiendo el pecho porque esas
niñas en particular, junto a otros centenares de miles de mujeres esclavizadas
nada más nacer, por el hecho de nacer mujer, adquieran la libertad, inherente a los Derechos
Humanos.
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Los
eruditos de la Historia , nos enseñan
que: --En el tercer milenio antes de Cristo,
en Babilonia todas las mujeres
tenían la obligación, al menos una vez en su vida, de acudir al santuario de Militta, para practicar sexo con un
extranjero, a cambio de un pago simbólico. Posteriormente, en el siglo VI antes
de Cristo, en la Grecia clásica, Solón estableció el primer
burdel como local del negocio; la prostitución estaba consentida y, las mujeres
de moral descuidada debían pagar impuestos, porque estaba regulado que “un
servicio suyo equivalía al salario medio de un día”, con los beneficios se construyó
un templo dedicado a Aprodites Pandemo,
diosa patrona de dicho negocio. Luego
los romanos acuñaron el término latín “prostituire” que literalmente
significa estar expuesto a las miradas del público, estar disponible para
comerciar con el propio cuerpo.
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Y
ahora, la sociedad pretende, mantenerse en una ceguera colectiva, para no
querer admitir, como dijo, Robert Anson
Heinlein, que: --Las prostitutas desempeñan el mismo trabajo que los curas,
pero mucho más escrupulosamente--.
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La
mejor forma de controlar la “trata” de personas forzadas, es legalizando la
actividad, porque es más fácil detectar la ilegalidad, cuando se desarrolla
dentro de parámetros legales. De esta forma, los controles sanitarios
asegurarían la salud de las/los trabajadoras/es autónomas.
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¿Es
la prostitución un acto inmoral? ¿Qué está bien y qué está mal en toda esta
actividad? La naturaleza humana y, sobre todo, el discurso hipócrita de la
sociedad muchas veces condena lo que practica, --condenando a quienes pecan por
la paga e indultando a quienes pagan por pecar-- produciéndose así una doble moral, que impide
que quien, libremente, quiera ser trabajadora autónoma, pueda serlo. –A gran
pecado, gran misericordia--.
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En
la película “Memoria de una geisha”,
Mameha le comenta a Calabaza: --Recuerda que las Geishas no son cortesanas y no somos esposas, vendemos
nuestras habilidades no nuestros cuerpos, creamos otro mundo secreto, un mundo
de belleza. La palabra Geisha significa artista y ser un artista es ser
considerada como un mundo cambiante de arte” –¿Por qué este tipo de
arte no puede facturar por sus servicios, y si lo tiene que hacer el
enterrador?
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…He dicho!
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*Es Presidente del Instituto Hispano
Luso
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