*Por Ángel Rico
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Le
contaré a usted, respetado lector, que como era previsible: --con las
indirectas del anterior “Of the record”
se dieron por aludidos, los unos, los otros y los de más allá--, lo que no
siendo el objetivo de este servidor, pone de manifiesto que: --Urge, trabajar
para que, previos los cambios pertinentes, los partidos políticos recuperen la
confianza de sus, potenciales, electores--; mientras tanto será preceptivo
tirar del refranero: --Quien se pica ajos come--.
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Ante
la pérdida de legitimidad de los políticos, a ojos de los electores, estos (los
políticos) necesitan presentar una nueva actitud, ante la realidad de
sospecha a la que se enfrentan cada día;
donde les procede demostrar que –están por la regeneración política--, algo de
los que todos hablan, pero que nadie ha explicado en qué consistiría la,
supuesta, regeneración.
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Los
partidos acaban coincidiendo en que: --todos aspiran a ser “apparátchik”
(1) incluso en aquellos partidos, recién
llegados, donde apenas hay “aparato”--. Demostrando los unos y los otros (salvo
alguna honrosa excepción), que de la política solo les interesa el llegar;
llegar para sentarse y quedar pegados al sillón; más que llegar para hacer esto frente a
aquello que quieren hacer los otros, dando la razón a, Jacques Benigne Bossuet: --La política es un acto de equilibrio
entre la gente que quiere entrar y aquellos que no quieren salir--.
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Es
posible que, con los votos de diputados del PP de Castilla-La Mancha
y Extremadura (entre otros) se
aprueben unos Presupuestos Generales del Estado, que marginan (de facto) a los
habitantes de estas comunidades, en comparación a los habitantes de, por
ejemplo, Canarias, Vascongadas o
Cataluña, surgiendo la pregunta:--¿Por qué valen menos los votos de los
castellanos y extremeños, que los de los canarios, vascongados o catalanes?— En
el reparto de “euros por habitante” ¿por qué tenemos que resignarnos a estar en
los últimos lugares de tan injusto reparto?
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Usted,
respetado lector, ¿se imagina a un, hipotético, diputado del PP de las regiones marginadas, que
dijesen en la cúpula de su partido que, no contarían con su voto, hasta que no
se lograse esto y aquello y lo de más allá para su comunidad? Es seguro que ese
diputado no volvería a repetir en las listas del partido, pero su provincia
conseguiría (¡vaya se conseguiría!) lo que la mansedumbre del partidismo, no
logrará. Porque ese diputado (permítaseme la utilización del genérico) le
podría decir a Rajoy: --sin mi voto,
Mariano, no eres nada--. En ese
supuesto, estaríamos hablando de política de verdad; porque ese diputado
demostraría conocer a su público objetivo. Un diputado con valor, conseguiría
más que, decenas de diputados con la actitud lanar, que conocemos. Y, en las
próximas elecciones, ese hipotético diputado, se presentase, por el partido que
se presentase, con toda seguridad conseguiría un escaño en el Congreso de Diputados. Friedrich
Nietzsche, dijo: --Un político divide a las personas en dos grupos: en
primer lugar, instrumentos; en segundo, enemigos—
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El
precedente del acuerdo presupuestario conseguido en Las Vascongadas, con la abstención del PP-PV, a cambio de los votos del PNV a favor de la Ley de Presupuestos, merece ser tenida en cuenta,
porque si, Alfonso Alonso, justificó
la abstención del PP –como el acuerdo cerrado "en Euskadi", se pretende contribuir a "garantizar la
estabilidad", dado que ésta es "esencial" para que se cree
empleo y para que "a la gente le vaya bien"—(Sic) Surgiendo la
pregunta: --¿Por qué lo que puede ser bueno para Las Vascongadas, no puede ser bueno para Castilla-La Mancha o
Extremadura?—Y, al PSOE, --¿Por
qué consideran más tóxico un acuerdo de abstención con el PP-CLM, que un acuerdo con el “podemismo-leninismo”?—
Como dijo Napoleón III: -- En
política hay que sanar los males, jamás vengarlos—Y, en este caso, la venganza
se huele.
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Con
estos hechos, puede concluirse que: --urge un partido político que actúe de
catalizador entre los partidos clásicos, con capacidad de hacer que se
encuentren con el sentido común, siendo más importante la gobernabilidad de España, que el rencor al oponente--.
¿Qué (nuevo) partido político pretende protagonizar ese desafío? ¿Por qué, los
electores, deberían creerle? ¿Dónde está la relación de ejemplos que sirvan
como muestra? ¿Hasta donde estarían dispuestos a renunciar para demostrar que
“son diferentes”?
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Llegados
a este punto, merece tener presente lo que, al respecto, dijo José Pablo Ferrándiz
Magaña. Cuáles son nuestros principios. Uno de los
principales problemas de los partidos es que:
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1.- No
ponen en negro sobre blanco sus principios políticos/éticos;
2.- Confunden
instrumentos con principios;
3.- No
tienen el valor de defender dichos principios y, en el peor de los casos
4.- Olvidan
los principios completamente si la coyuntura política lo hace conveniente.
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Sobre las
cuestiones 1 y 4 hay poco que hacer. Es una cuestión de principios — toda una
tautología circular — y solamente se puede solucionar si la ciudadanía afea la
actitud al partido o los propios militantes se ponen a solucionarlo.
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La segunda
cuestión es importante: “promover la escuela pública” no es un principio, sino
un instrumento, igual que instrumento es “bajar los impuestos”. El principio es
que la educación es un bien público o un derecho humano o… igual que el otro
principio es la creencia de que la economía funciona mejor con menor
intervención del Estado.
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La tercera
cuestión emana de la segunda: una vez identificados los principios, hay que
tener el valor de defenderlos. Si la educación es un derecho fundamental y ese
derecho cuesta dinero, hay que tener el valor de p.ej. defender subidas de
impuestos; si, por contra, se considera que el Estado debe menguar en funciones,
hay que tener el valor de defender la privatización de la sanidad o la
educación.—(Sic)
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La
ciudadanía independiente, debemos tener presente como dijo, Paul Valéry, que: --La política es el
arte de impedir que la gente se entrometa en lo que le atañe--, por tanto,
debemos estar dispuestos, al menos, a criticar aquellos vicios políticos que
sean negativos; y por esta parte, la semana próxima hablaremos del gobierno (y III).
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…He dicho!
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*Es Presidente
del Instituto Hispano Luso
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