*Por Ángel Rico
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Usted,
respetado lector, conocerá que, Carlos
Dossi, dijo:-- En todos los
hombres está presente la corrupción: sólo es una cuestión de cantidades—y si analizamos
objetivamente esa tesis, comprobaremos que se sostiene; es decir, un ciudadano
no se convierte en corrupto al llegar a la política, sino que la corrupción iba
instalada en el alma de ese ciudadano, antes de llegar a la cosa pública.
Cuando, por ejemplo, --observamos a ciclistas circulando, en contra de la Ley, por las aceras de la ciudad,
estamos viendo a un “corrupto potencial”. --Cuando en un supermercado usted,
respetado lector, está situado el cuarto en la cola para efectuar el pago de la
compra, al estar funcionando solo una caja; y al abrirse otra caja comprueba
como las personas situadas en esa misma cola, en los lugares octavo y décimo,
corren raudos y veloces, a ponerse los primeros en la caja recién abierta,
usted estará viendo a otros “corruptos
potenciales”; --lo mismo puede aplicarse a quienes le roban la señal wifi al
vecino del cuarto piso; --o a quienes paseando a sus perros dejan, sin recoger,
los excrementos perrunos en las aceras de la ciudad. La corrupción no es una
cuestión de cantidad. Esas personas que –consideran admisibles pequeñas
corruptelas (en la vida civil), admitirán grandes corrupciones, como aceptables, si son designados
para cargos políticos de responsabilidad--. Ergo, la corrupción no solo es una
enfermedad que afecte a los partidos políticos, sino que está en la actividad
cotidiana de la sociedad, porque se viste con infinitos disfraces.
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La
corrupción, de la cosa pública, no
solo consiste en “llevárselo crudo”; sino que también hay corrupción en aquellos cargos públicos (burócratas) que, en el
ejercicio de su responsabilidad, no hacen nada para demostrar que fue un
acierto su elección para el cargo, salvo dejar pasar el tiempo y cobrar sus
retribuciones. Limitándose a dejar que los asuntos se pudran en el cajón. Esos
funcionarios, --locales, autonómicos y en el gobierno central--, también son
corruptos y acaban siendo un cáncer para la sociedad a la que teóricamente
deberían servir con diligencia, independencia y profesionalidad; actuando bajo
el dañino principio de –la mejor forma de no equivocarme es no tomar
decisiones--
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La
corrupción no es obligatoria, pero
es el organismo nocivo, que sobrevive en la sociedad; porque los parásitos
nunca matan a su huésped, sería una falta de educación. Y, así periódicamente,
en España en las elecciones Generales –se ponen a la venta 350 diputados como nuevos, ya que jamás trabajaron en la
vida--. Lo mismo ocurre en las elecciones autonómicas; se trata de elegir entre
unos presuntos corruptos, por otros potenciales corruptos.
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Prueba de lo anterior, es el pedigrí que ya es posible conocer de
ese partido –lenininista-populista-- que, al ser el que más vociferaba, en
contra de la corrupción del sistema
político, llegó a acceder a unos cargos públicos, donde ha demostrado, en muy
poco tiempo, que como dijo, Augusto Roa
Batos: --El poder de la infección de la corrupción es más letal que el de las pestes--. Y, ahí están los
ejemplos, de corrupción, de los munícipes populistas de Madrid, Barcelona, Valencia, Zaragoza, Cádiz, La Coruña.
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Oliver Clerc, describió la
asimilación de la corrupción por parte
de la sociedad, en la paradoja de “la
rana en agua hirviendo”, a saber: -- Si
echamos una rana en una olla con agua hirviendo o muy caliente, esta salta
inmediatamente hacia fuera y consigue escapar. En cambio, si ponemos una olla
con agua a temperatura ambiente y echamos una rana, esta se queda tan
tranquila. Y si a continuación empezamos a calentar el agua poco a poco, la
rana no reacciona sino que se va acomodando a la temperatura hasta que pierde
el sentido y, finalmente, muere achicharrada--. Así es la reacción de
la sociedad, frente a la corrupción que
la rodea; corremos el riesgo de perecer por al aceptar que: --el fin justifica
los medios--. Ese es el signo de la corrupción
en la sociedad presente.
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La anterior paradoja es una metáfora, sencilla y gráfica, de lo
que ocurre con la corrupción, a los
seres humano, tanto como individuos, como en equipos y organizaciones
políticas; tendemos a acomodarnos en lo conocido, en la zona cómoda y llegamos
a negar incluso que permanecer distantes limita nuestras posibilidades de ser
objetivos; al quedar contagiados, sin ser conscientes que, al tomar distancia
del hecho, observándolo desde lejos, estaremos participando en el lento y
gradual proceso, de lo que en casos extremos criticamos. Qiu Xiaolong, dijo que: --las novelas negras son tan populares porque hay casos de corrupción similares en todas partes—
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En definitiva, lo que nos aleja
de la corrupción política no son los colores –azul, rojo, morado o naranja--,
sino el talante de las personas que se pongan la camiseta representativa de una
sociedad que no es inmune a la corrupción civil, porque como dijo Don Quijote: --sábete, Sancho, que no es un hombre más que
otro, si no hace más que otro—Pues, aplíquese esa filosofía a la hora de hablar
de la, hipócrita, corrupción propia frente a la ajena.
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…He
dicho!
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*Es
Presidente del Instituto Hispano Luso
"Cambio trabajo estable por puesto en política, no importa partido. También admitiría enlace sindical, nivel provincial mínimo"
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(Pues, eso)