*Por Ángel Rico
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Tengo que confesarle, respetado lector, que nunca estuve especialmente predispuesto a considerar esos hipotéticos “hechos no explicables por las leyes naturales y que se atribuye a intervención sobrenatural de origen divino” es decir “los milagros”. Pero lo ocurrido recientemente en Ciudad Real me ha hecho reconsiderar mi anterior distanciamiento sobre esos sucesos o cosas raras, extraordinarias y maravillosas, que la segunda acepción del DRAE, denomina como milagros.
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Me estoy refiriendo al hecho de que Su Eminencia el Obispo de Ciudad Real, gracias a un milagro recuperó la voz ¡Aleluya! ¡Aleluya!, para hablar contra los recortes acordados por el actual gobierno, junto con la reforma laboral. S. E. Monseñor Antonio Algora, por fin habló ¡Aleluya! ¡Aleluya!
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Las, milagrosas, palabras de S.E. el Obispo de Ciudad Real, a saber: “--“¿De verdad no hay otras soluciones para crear puestos de trabajo? Parece mentira que, a día de hoy, tengamos que echar mano de usos del pasado, que trajeron tanta injusticia y explotación a los trabajadores” (sic) ¡Aleluya! ¡Aleluya!, resuenan con estrépito, sobre todo, después de tanto silencio en el pasado en relación a los desmanes de los gobiernos del PSOE a nivel nacional y regional.
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Cuando el número de parados en España aumentaba de millón en millón, hasta llegar a los seis millones, este Obispo se mantuvo callado (porque no se había producido, aún, el milagro de recuperar la voz). Cuando del dinero que correspondía a los parados, se distraían más de mil millones de euros, o se gastaban millones en droga y relaciones carnales con señoras de moral descuidada, este Obispo se mantuvo callado (porque no se había producido, aún, el milagro de recuperar su voz). Cuando Barreda tenía la desvergüenza de pagar más de dos mil (2.000) euros por comensal (no es exageración, es literal, a saber: En los premios a los mejores cocineros de Castilla-La Mancha celebrado el pasado año en el auditorio de Cuenca, cena que se le encargó al restaurador Adolfo y donde el coste por ochenta personas, fue de 170.000 euros) este Obispo se mantuvo callado (porque no se había producido, aún, el milagro de recuperar su voz). Cuando los sindicatos del régimen, se quedaban con un 3% de todos y cada uno de los expedientes de regulación de empleo que ocurrían en España, este Obispo se mantuvo callado (porque no se había producido, aún, el milagro de recuperar su voz) Cuando el anticlerical PSOE puso a la Iglesia al borde de la ilegalización, este Obispo se mantuvo callado (porque no se había producido, aún el milagro de recuperar su voz). La relación de tantos cómplices silencios, de este sucesor de los apóstoles y pastor del gobierno de la diócesis de Ciudad Real, resuenan ahora de forma estridente y acusadora.
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S.E. se mantuvo callado cuando en virtud de la “colegialidad” que comparte con el Papa junto con los demás obispos en su responsabilidad sobre la Iglesia entera, por ejemplo, cuando Su Santidad el Papa, en su viaje a Cuba tuvo a bien reunirse con los sátrapas Castros y Hugo Chávez, pero no lo hizo con la oposición, ni con los ciudadanos que piden Libertad. Por eso ¡Aleluya! ¡Aleluya!, alegrémonos por ser testigos contemporáneos de la realización de un milagro “el hasta ahora silente Obispo de Ciudad Real, milagrosamente ha recuperado la voz” ¡Aleluya!
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No seré yo quien juzgue al pastor de mi provincia, porque como nos recuerda Lucas (6, 37) el Maestro dijo: --No juzguéis y no seréis juzgados. Porque con el mismo juicio que juzgareis habéis de ser juzgados, y con la misma medida que midiereis, seréis medidos” pero me inquieta, lo confieso, comprobar que mientras los lobos socialistas, esquilmaban la Hacienda Pública, que se construye con el dinero de los que sí pagamos impuestos de los bienes inmuebles y se nos retiene de nuestro rendimiento profesional, este pastor mantenía un cobarde silencio, mientras el capital de todos se iba en fiestas, en putas y en rock and roll, y ahora, que hay alguien dispuesto a retomar el rumbo del sentido común en la Hacienda Pública, para poder pagar las deudas de entonces, surge el milagro ¡Aleluya! y se oye la voz contra el partido que sociológicamente no tratará a la Iglesia, como sí lo hubiese hecho el PSOE que le mantuvo tanto tiempo callado.
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A mi tampoco me gustan la propuesta de Presupuestos Generales del Estado, pero soy coherente, hablo ahora y los critico porque también lo hice entonces. No me parece bien, por ejemplo, los recortes que se aplicarán en la defensa del medio ambiente, ni me parece bien que se mantengan las ayudas a la patronal, los sindicatos y, además, a la Iglesia que tiene pastores tan particulares.
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Muchos de los seis (6) millones de los actuales parados, que esperan recuperar el empleo y, por tanto, la dignidad perdida por los pésimos gobiernos del pasado, al escuchar las palabras de S. E. el Obispo de Ciudad Real recordarán aquellas otras palabras: “—En realidad os digo que sé que uno de vosotros me traicionará”
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…He dicho!
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*Vive en la diócesis de Ciudad Real
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Tengo que confesarle, respetado lector, que nunca estuve especialmente predispuesto a considerar esos hipotéticos “hechos no explicables por las leyes naturales y que se atribuye a intervención sobrenatural de origen divino” es decir “los milagros”. Pero lo ocurrido recientemente en Ciudad Real me ha hecho reconsiderar mi anterior distanciamiento sobre esos sucesos o cosas raras, extraordinarias y maravillosas, que la segunda acepción del DRAE, denomina como milagros.
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Me estoy refiriendo al hecho de que Su Eminencia el Obispo de Ciudad Real, gracias a un milagro recuperó la voz ¡Aleluya! ¡Aleluya!, para hablar contra los recortes acordados por el actual gobierno, junto con la reforma laboral. S. E. Monseñor Antonio Algora, por fin habló ¡Aleluya! ¡Aleluya!
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Las, milagrosas, palabras de S.E. el Obispo de Ciudad Real, a saber: “--“¿De verdad no hay otras soluciones para crear puestos de trabajo? Parece mentira que, a día de hoy, tengamos que echar mano de usos del pasado, que trajeron tanta injusticia y explotación a los trabajadores” (sic) ¡Aleluya! ¡Aleluya!, resuenan con estrépito, sobre todo, después de tanto silencio en el pasado en relación a los desmanes de los gobiernos del PSOE a nivel nacional y regional.
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Cuando el número de parados en España aumentaba de millón en millón, hasta llegar a los seis millones, este Obispo se mantuvo callado (porque no se había producido, aún, el milagro de recuperar la voz). Cuando del dinero que correspondía a los parados, se distraían más de mil millones de euros, o se gastaban millones en droga y relaciones carnales con señoras de moral descuidada, este Obispo se mantuvo callado (porque no se había producido, aún, el milagro de recuperar su voz). Cuando Barreda tenía la desvergüenza de pagar más de dos mil (2.000) euros por comensal (no es exageración, es literal, a saber: En los premios a los mejores cocineros de Castilla-La Mancha celebrado el pasado año en el auditorio de Cuenca, cena que se le encargó al restaurador Adolfo y donde el coste por ochenta personas, fue de 170.000 euros) este Obispo se mantuvo callado (porque no se había producido, aún, el milagro de recuperar su voz). Cuando los sindicatos del régimen, se quedaban con un 3% de todos y cada uno de los expedientes de regulación de empleo que ocurrían en España, este Obispo se mantuvo callado (porque no se había producido, aún, el milagro de recuperar su voz) Cuando el anticlerical PSOE puso a la Iglesia al borde de la ilegalización, este Obispo se mantuvo callado (porque no se había producido, aún el milagro de recuperar su voz). La relación de tantos cómplices silencios, de este sucesor de los apóstoles y pastor del gobierno de la diócesis de Ciudad Real, resuenan ahora de forma estridente y acusadora.
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S.E. se mantuvo callado cuando en virtud de la “colegialidad” que comparte con el Papa junto con los demás obispos en su responsabilidad sobre la Iglesia entera, por ejemplo, cuando Su Santidad el Papa, en su viaje a Cuba tuvo a bien reunirse con los sátrapas Castros y Hugo Chávez, pero no lo hizo con la oposición, ni con los ciudadanos que piden Libertad. Por eso ¡Aleluya! ¡Aleluya!, alegrémonos por ser testigos contemporáneos de la realización de un milagro “el hasta ahora silente Obispo de Ciudad Real, milagrosamente ha recuperado la voz” ¡Aleluya!
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No seré yo quien juzgue al pastor de mi provincia, porque como nos recuerda Lucas (6, 37) el Maestro dijo: --No juzguéis y no seréis juzgados. Porque con el mismo juicio que juzgareis habéis de ser juzgados, y con la misma medida que midiereis, seréis medidos” pero me inquieta, lo confieso, comprobar que mientras los lobos socialistas, esquilmaban la Hacienda Pública, que se construye con el dinero de los que sí pagamos impuestos de los bienes inmuebles y se nos retiene de nuestro rendimiento profesional, este pastor mantenía un cobarde silencio, mientras el capital de todos se iba en fiestas, en putas y en rock and roll, y ahora, que hay alguien dispuesto a retomar el rumbo del sentido común en la Hacienda Pública, para poder pagar las deudas de entonces, surge el milagro ¡Aleluya! y se oye la voz contra el partido que sociológicamente no tratará a la Iglesia, como sí lo hubiese hecho el PSOE que le mantuvo tanto tiempo callado.
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A mi tampoco me gustan la propuesta de Presupuestos Generales del Estado, pero soy coherente, hablo ahora y los critico porque también lo hice entonces. No me parece bien, por ejemplo, los recortes que se aplicarán en la defensa del medio ambiente, ni me parece bien que se mantengan las ayudas a la patronal, los sindicatos y, además, a la Iglesia que tiene pastores tan particulares.
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Muchos de los seis (6) millones de los actuales parados, que esperan recuperar el empleo y, por tanto, la dignidad perdida por los pésimos gobiernos del pasado, al escuchar las palabras de S. E. el Obispo de Ciudad Real recordarán aquellas otras palabras: “—En realidad os digo que sé que uno de vosotros me traicionará”
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…He dicho!
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*Vive en la diócesis de Ciudad Real
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