sábado, 28 de abril de 2012

La fidelidad en el comercio y en la política

*Por Ángel Rico

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Los Fenicios enseñaron al mundo las características principales del comercio y lo importante que era, y sigue siendo, conquistar la “fidelidad” de los potenciales trocadores. Las entidades comerciales más prestigiosas de hoy tienen claro que “mas importante que los clientes compren alguna vez es, que estos vuelvan y vuelvan a comprar” de ahí que “si los clientes no quedan satisfechos de sus compras les devuelven su dinero”.
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Esa necesidad de contar con la “lealtad” de los clientes y simpatizantes, también es primordial en los partidos políticos en Democracia, de ahí que estos debieran actuar en consecuencia. ¿Cómo se consigue la fidelidad en política? Respuesta: Haciendo lo que se dijo que se iba a hacer. Y teniendo claro que, como no es posible aglutinar a la totalidad del espectro político, hay que seleccionar a qué ciudadanía se quiere representar principalmente.
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En la actividad política cotidiana esto no es así, y observamos como, por ejemplo, el Partido Popular para tratar de conquistar los (imposibles) favores de GC-CiU, permitió que Jordi Jane i Guasch, sea Vicepresidente Cuarto del Congreso de los Diputados y que la Presidencia de la Comisión de Asuntos Exteriores del Congreso, fuese para Josep Antoni Duran y Lleida, ambos del grupo político separatista GC-CiU. Es decir, unos diputados declarados separatistas son quienes representan a los ciudadanos de, pongamos por caso, Morata de Tajuña, Bollullos del Condado ó Peralejos de las Truchas. Como contrapartida a tan, innecesaria cesión de cargos y prebendas, ese partido separatista no apoyó los Presupuestos Generales del Estado para 2012 presentados por el Gobierno. Y sigue chantajeando al Estado de Derecho.
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Incomprensible e inexplicada actitud del PP que provoca una creciente incertidumbre entre los votantes naturales de esa opción política. Incertidumbre que ha desbordado el vaso de la estupefacción con la filtración de los “beneficios a presos etarras” mediante la llamada “vía Nanclares” que de hecho significa que: --el Estado concentra en esa cárcel de las Vascongadas a los criminales terroristas de ETA, y como las competencias penitenciarias están transferidas al gobierno de esa comunidad, del Gobierno Vasco dependerá el grado de permisos que los presos de la cárcel de Nanclares podrán disponer--. Así de vergonzosamente sencilla es la “vía Nanclares”.
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Lo que sugiere el Gobierno del PP es una, discriminatoria, burla al Estado de Derecho. Y señalo la palabra “discriminatoria” porque el PP podría utilizar la filosofía Noruega, de juzgar y condenar a quienes lo merezcan y luego dejar a los condenados (a todos) en la calle para su reinserción por ósmosis inversa. Entendería, aunque no comprendería, que el Estado por cuestión presupuestaria decidiese enviar a todos los presos a sus casas, para ahorrarse el agua de las duchas y los costes de las comidas y vigilancia de los reclusos. Pero mediante el vergonzoso subterfugio de la “vía Nanclares” ir soltando, sin que se note, solo a los criminales terroristas de ETA es lo que muy pocos entenderán. Como ha quedado demostrado con la respuesta de las asociaciones de víctimas del terrorismo.
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Es tan vergonzosa la propuesta de “blanqueo de terroristas(dijo Francisco José Alcaráz) que si los violadores reincidentes no arrepentidos, montasen un sindicato (violadores en trámites –VET) podrían, mediante uno de los cursos de reinserción de UGT, solicitar que les aplicasen un subterfugio similar, para ser readmitidos en la sociedad. ¿Usted, respetado lector, lo entendería? Yo, ni lo uno, ni lo otro.
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No entiendo, esa actitud del gobierno del PP en lo que podría denominarse “destrucción creativa de su electorado”, parodiando a Joseph A. Schumpeter sobre lo que dijo de la economía (proceso por el cual el –electorado—se destruye y reconstruye continuamente) Manteniéndose en el error de creer, el PP, que con esta política terrorista a la medida de estos criminales, podrá conseguir que los ahora votantes socialistas, comunistas o separatistas, en la próxima campaña electoral vayan a comprar los productos del PP. Algo que, si entre los populares hubiese más gente del comercio que del teatro, sabrían que es imposible. Perder la dignidad para conquistar los votos de otros, dará como resultado, no contar con los imposibles votos ajenos, y perder, por indignidad, la confianza de los propios.
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Me permitirá usted, respetado lector, que recuerde para este caso el lema de Simon Wiesenthal, uno de los investigadores y perseguidores de los criminales del nazismo: “Es una cuestión de Justicia, no de venganza”. Algo que tiene que estar siempre en la memoria de la ciudadanía decente, para no caer en el error de que –el enemigo futuro puede ser útil para derrotar al enemigo actual--.
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Isidoro Álvarez lo tiene claro, porque quiere mantener la fidelidad de sus clientes y por tanto estableció lo de: “Si no queda satisfecho le devolvemos su dinero”. Ahora el Presidente del Gobierno, Rajoy, tiene que demostrarnos si es capaz, con su ejemplo, de mejorar la máxima del Corte Inglés.
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…He dicho!
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*Es Presidente del Instituto Hispano Luso

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