*Por Ángel Rico
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Tengo
que confesarle a usted, respetado lector, que si se realizase un examen del
genoma de un servidor, en la secuencia de mis 3200 millones de pares de bases
de ADN, aparecerían numerosos cromosomas con el núcleo sefardí. Además de
“eucromatina” y “heterocromatina” yo tengo, en mi ADN además, “sefarditina”. Porque antes que este
territorio en el que hoy vivimos, se denominase Iberia, por los “Iberos”; o Hispania por los “Romanos”,
ya era denominada Sefarad por sus primitivos
habitantes organizados en tribus, que habían llegado aquí,--a Sefarad--, tras la destrucción de Jerusalén por Nabucodonosor
II, en el 586 a .
C. Posteriormente siguieron llegando
y la Historia les denominó, unas veces como “Fenicios” y otras como “Judíos”. Desde entonces, --nosotros--
también seguimos llamando a España, Sefarad.
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Me
he permitido introducir estas pinceladas de mi Historia personal, para justificar la opinión contraria: --al apoyo
que el Gobierno de España ha dado
para que la Autoridad Palestina tenga en la ONU
el estatus de Estado observador--. Si usted es muy radical, tendrá la tentación
de preguntar ¿si en mis genes no hay algo de Al-Andalus? Respuesta: --Sí, también hay un notable porcentaje de “al-andalutinas” en mis genes. Por ello, me duele doblemente, la
actitud del Gobierno de España, que
alejándose de la realidad sobre lo que está ocurriendo en las franjas de Gaza y Cisjordania, da un apoyo que alentará la actitud de los terroristas
que ejercen el poder en Palestina, impidiendo la paz con su
demócrata vecino.
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Lo
más lamentable es que desde el Gobierno
de España, se ha transmitido la justificación de ese voto a favor, por los
motivos siguientes: --“Que le concedan a España
la construcción del AVE de Medina a La Meca ”
y “contar con los votos de los países árabes para que España acceda al Consejo de
Seguridad de Naciones Unidas”--. Es decir, se han prostituido los
principios de una Democracia, para
conseguir dos cuestiones meramente terrenales.
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Ante
una actitud tan mercantil de los principios del Estado, surgen las preguntas;
y si esos países árabes, hipotéticamente para recibir su apoyo, nos
pidiesen ahora que legalizásemos la poligamia, o que la mujer no tuviese los
mismos derechos que el hombre, que no haya libertad religiosa, o no reconocer
al Estado de Israel ¿qué haría el Gobierno de España?
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Cuando
los principios (Base, origen, razón fundamental
sobre la cual se procede discurriendo en cualquier materia. 3ª acepción del DRAE) se prostituyen, se pierde
toda la fuerza moral, interna o externa, para hacerse respetar.
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Resulta
paradójico pretender disponer de un asiento en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, que como es sabido, tiene
entre sus atribuciones: --mantener la paz y seguridad entre las naciones,
pudiendo tomar resoluciones que obliguen a los miembros a cumplirlas— un país
que: --no es capaz de que en su territorio se cumplan las sentencias del Tribunal Supremo; que haya separación
de poderes; y que permite que los terroristas dispongan de la tribuna del Congreso para justificar el terrorismo—
Pretender ese puesto en la ONU es
una extravagancia política.
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Y
analizando el fondo de la cuestión, desde que Arafat ante la Asamblea
General de la ONU mintió al decir: --tenemos una rama de olivo en la mano y
un arma en la otra— mintió porque en el
alma del pueblo palestino nunca hubo interés por la paz. ¡Nunca!. Desde la “Paz
de los valientes” que defendió Isaac
Rabin (y que le costó la vida en 1995), en los Acuerdos de Oslo en 1993, donde los pactos negociados con la OLP y firmados por Yasser Arafat, que suponía “Paz por territorios” donde la Declaración de Principios se han venido
incumpliendo, por parte de Palestina,
todos y cada uno de los días que han transcurrido desde entonces, por el grupo
terrorista Fatah en Cisjordania y Hamás en Gaza. El
terrorismo y el antiterrorismo no deben ser equiparables.
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Estos
hechos indiscutibles, no dejan de ser irrefutables porque el desafortunado Ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación, José Manuel García-Margallo, no
sea capaz de admitirlos. Cuando la Orden
del Mérito Constitucional y la Gran
Cruz del Mérito Civil, obligan a no darle la espalda a la realidad. Es
preciso que este ministro recuerde lo que dice el Talmud: --Desgraciada de aquella generación cuyos jueces (ministros) merecen ser juzgados--.
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Hago
mía la declaración del Primer Ministro
de Israel, Benjamin Netanyahu: --Israel está preparado para vivir, en paz,
con un Estado palestino. Pero, para que la paz sea duradera, la seguridad de
Israel debe ser protegida. Los palestinos deben reconocer al Estado judío y estar preparados para
poner fin al conflicto, con Israel,
de una vez por todas-- La primera víctima de la guerra, según las clásicos, es
la verdad. Es justo obligado que tengamos que recordárselo al Gobierno de España.
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De
todos los muertos, que haya en el futuro por el reforzamiento que el acuerdo de
la ONU ha dado al terrorismo en Palestina, tendrán que corresponsabilizarse
aquellos que con su voto apoyaron los objetivos de los terroristas. Los pueblos no son malos, solo los individuos
lo son.
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Cuando lleguen esos muertos inocentes, como
resultado de la conjura negligente de Europa, que --en un siglo exterminó
a seis millones de judíos, para recibir con los brazos abiertos a treinta
millones de musulmanes, con la Sharía como ley--, los que denunciamos tal
error político, solo podremos reunirnos, de acuerdo con la tradición Sefaradí,
para rezar El Kadish.
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…He
dicho!
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*Presidente
del Instituto Hispano Luso
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