lunes, 24 de marzo de 2014

Los que, sin ira, estuvimos allí

*Por Ángel Rico
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Cuando el 15 de diciembre de 1976, Adolfo Suárez, en Televisión Española, entre otras cosas, dijo:
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--A los dos días de jurar mi cargo de presidente del Gobierno ante Su Majestad el Rey, prometí dedicar mi esfuerzo a un objetivo, que es juntamente el objetivo de la Monarquía a la que servimos: darle al pueblo español el protagonismo que le corresponde. // En la víspera de este acontecimiento, comparezco ante ustedes para explicar los criterios del Gobierno sobre temas que a todos interesan; dar cuenta de cada uno de nuestros pasos, y acudir a la opinión pública y a la consulta, porque el Gobierno de Su Majestad el Rey, que me honro en presidir, quiere gobernar asistido de la sociedad.
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Por ello, deseo hacer constar los principios que inspiran la reforma política que mañana se somete a sanción popular. Se trata, en primer término, de modificar nuestras estructuras políticas con el único fin de acomodarlas a la realidad de España y al pluralismo existente en su base social. // Se están estructurando nuevas fuerzas sociales que deben tener oportunidad de someterse al contraste del voto popular para que puedan aportar su iniciativa al quehacer nacional. Y si esto es así, ¿hemos de asistir impasibles a esta profunda mutación de nuestras relaciones? ¿Es lícito que adoptemos la cómoda postura de contemplar el cambio sin proporcionarle los instrumentos jurídicos y políticos para que sea positivo y creador?
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Pienso que no. Por supuesto que es obligación del Gobierno, porque así se lo encomienda la Ley porque así lo demandan ustedes y porque ese es el espíritu de la Corona, dar respuestas válidas a todos estos desafíos del momento histórico, y tenemos la seguridad de que en la España de hoy la integración plena de todos en la comunidad nacional no puede darse sin libertad política. El procedimiento para ello es esta ley para la reforma, cuyo destino deben decidir mañana.
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Mi comparecencia ante estas cámaras. Es, sobre todo, para pedir un voto en conciencia, un voto que haga posible que con la Constitución Española, los comportamientos políticos españoles, respondan a las exigencias actuales del país. // Significa, en definitiva, que hemos aceptado el compromiso de la reforma para engrandecer la legalidad, para hacer más sólida la concordia y para crear una absoluta transparencia en los comportamientos públicos, puesto que pienso que nada de cuanto ocurre en España debe ser ajeno a ningún español.
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Queremos que el pueblo español controle y dirija, a través de sus representantes, libre y democráticamente elegidos, los destinos de nuestra Patria. Las próximas elecciones -si ustedes aprueban esta ley- dirán quiénes son los depositarios de la confianza popular. Pero ahora mismo pienso que ni el Gobierno, ni las fuerzas políticas, ni ninguno de nosotros individualmente podemos desprendernos de la obligación de hacer posible todo eso. Por ello, cuando les pedimos que mañana vayan a las urnas, que mañana voten, que mañana ejerzan la soberanía que la ley les otorga, no es por afán de ganar una batalla que no hemos planteado.
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Creemos que nadie, salvo el pueblo en su conjunto, como dueño de sus destinos, tiene autoridad para dirigir el cambio. // 0 dicho de otra forma: sólo disfrutaremos de seguridad, de estabilidad política y de horizontes claros si la reforma se asienta en la voluntad general.
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Y porque creemos que estamos abriendo el futuro de España a una sociedad plenamente democrática, sin riesgos y sin temores, defendemos hasta el último momento esta ley, que marca un cambio de nuevas oportunidades a la libertad y a la convivencia.
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Y creo que tan noble propósito no puede quedar sin que todos arrimemos nuestro hombro para hacerlo posible; para que esta España sea la tierra de todos cuantos en ella viven; para que sus instituciones tengan un lugar holgado para cada ciudadano y cada idea política; para que ninguna iniciativa quede en silencio, ni ningún esfuerzo quede condenado al olvido. // Hoy sí, porque España tiene un orgullo: el orgullo de un pueblo que siempre, y muy especialmente a lo largo de este último año, demostró un excepción al sentido de la responsabilidad.
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- Hoy, sí, porque los 36 millones de españoles constituyen la gran garantía de futuro.
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Este es, señores, el gran dato en que se funda nuestra confianza. Y, la Ley para la Reforma Política se basa en él: en la voluntad, la gestión y el control del gran pueblo español. Yo espero y deseo que todos los partidos y grupos políticos y cuantos dedicamos nuestro esfuerzo a la vida pública seamos capaces de conseguir los mismos caminos. Pero no basta con esperarlo. Hay que hacerlo posible. Y la fórmula, la única fórmula, es conseguir que los dirigentes y los representantes salgan de ese mismo pueblo, con autenticidad y libertad.
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El proceso político que está viviendo España es quizás único en la historia. Difícilmente se encuentran precedentes conocidos. Y si todo cambio político implica dificultades, lo que es excepcional implica dificultades excepcionales. // Es muy estrecho el camino por el que tiene que transcurrir la acción del Gobierno en estas circunstancias y, por otra parte, está siempre erizado de dificultades, ya sean económicas, políticas o sociales.
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Realizar un cambio que es verdadero, y hacerlo pacíficamente, sin revoluciones y sin traumas, es una empresa merecedora de despertar las mayores ilusiones. // Hacia el futuro con la frente alta
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En consecuencia, quiero asegurarles que el Gobierno está firmemente decidido a continuar su andadura porque espera encontrar el apoyo de la mayor parte del pueblo para conseguir que todos los españoles puedan seguir caminando hacia el futuro, no sólo sin sentirse heridos, sino con la frente alta y la conciencia limpia.
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Conocemos nuestros objetivos. // Somos conscientes de nuestro compromiso. Sabemos de la dificultad, como he dicho antes, de gobernar una situación de cambio, cuando la legislación está anclada en el puerto de salida y tenemos que llegar al puerto de destino de una democracia plena. Por todo ello, tenemos que conseguir un difícil equilibrio: el difícil equilibrio de conjugar la legítima autoridad del Estado y el prestigio de sus normas con los cambios sociales ya producidos y que son irreversibles.
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Una vez conocido lo que la ley de Reforma Política pretende, conviene saber que el único riesgo insalvable para el país es volverse de espaldas al curso de la historia. Todo cambio político implica dificultades y tensiones; pero el Gobierno es absolutamente consciente de que preguntarle al pueblo español como quiere su porvenir es el único medio de construir un futuro sin riesgos.
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Pedimos el sí, porque frente a, la imagen de la España diferente, queremos construir la España sin tópicos ni complejos. // Pedimos el sí, porque aspiramos a que cada español se sienta gestor en los compromisos y en las obligaciones, pero también en los beneficios de la tarea común. //Pedimos el sí, porque es necesario abrir las puertas a nuevos representantes legítimos que encaren, con la autoridad emanada de las urnas, las reformas precisas. // Pedimos el sí, porque queremos que haya elecciones, y queremos elecciones porque creemos que de ellas pueden derivarse soluciones de representatividad para los problemas económicos y sociales, y porque sólo a partir de ellas y de su sinceridad son posibles los grandes acuerdos nacionales que España necesita.
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Derecho a pedir el sí // Creo que tenemos el derecho moral y legal a pedir el sí, porque el cambio se efectúa desde la legalidad, por los procedimientos previstos en la Constitución; pero con la suficiente perspectiva como para que nadie se considere marginado de las grandes opciones nacionales. Y nada más, señoras y señores.
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Sólo me resta decir que cuando como presidente del Gobierno de Su Majestad les invito a acudir a las urnas y solicito un voto afirmativo; no estoy pidiendo nada para mí. Sólo pido que, entre todos, con todos, hagamos posible que a este pueblo se le devuelva la confianza de sentirse capaz de gobernarse a sí mismo. Sólo pido que abramos una puerta a la posibilidad de que nuestra vida pública no dependa de quienes más se hacen oír, sino de quienes mejores soluciones aportan.
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Mañana, señoras y señores, gobiernan veintidós millones de españoles. Mañana comienza si su voto es afirmativo, una nueva etapa histórica basada en la soberanía popular. Pienso que mañana vamos a hacer posible, con nuestro voto, que esta sociedad, tan castigada a veces por la historia, encuentre ahora, en un orden que margine a los, extremismos, en una libertad que no ofrezca coartada para la violencia, una nueva oportunidad para la concordia, la normalidad y la paz civil. Vamos a servir a nuestros hijos y a las generaciones venideras despejando el futuro de incertidumbres e incógnitas. Vamos a crear una forma de gobierno estable, con el único procedimiento posible que sean las mayorías quienes ejerzan el poder, con el respeto profundo y eficaz a las minorías.
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Vamos a abrirle la puerta al mandato del sentido común, con rigor, con realismo, pero también con ilusión, porque estoy firmemente convencido de que es posible la consolidación en paz de este gran pueblo que se llama España.
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Ustedes tienen la palabra. Muchas gracias – (Lo dijo Adolfo Suárez en 1976)
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La grandeza histórica de Adolfo Suárez fue que, imitando lo que un siglo y medio antes (en 1820) había dicho Thomas Jefferson: --“No conozco depositario más seguro de los máximos poderes de la sociedad que el pueblo mismo”--, consiguió que la Constitución Española recogiese que: -- La soberanía nacional resida en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado. Y, la forma política del Estado español es la Monarquía parlamentaria. Y la mayoría de ciudadanos aprendimos que: --Constitucional, se refiere al hecho de que el Gobierno de España se basa en una Ley suprema de la nación, y que la Constitución define la estructura del Estado, donde el pueblo detenta el poder, pero elegimos representantes para que lo ejerzan. Y donde, además, señala la separación de los poderes “Legislativo, Ejecutivo y Judicial”, atribuyéndole al Tribunal Constitucional facultades para, en su caso, declarar la inconstitucionalidad de las leyes, con lo cual éstas son anuladas.
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Aquellos principios de ambición política para conquistar el futuro, que nos transmitió Adolfo Suárez en 1976, siguen estando vigentes en la actualidad. Entonces la ciudadanía le dio el “sí” a su propuesta de Reforma Política, y los que fuimos sus alumnos pretendemos seguir  dando respuestas políticas cada día a similares desafíos, porque gracias a su audacia consiguió: --elevar a la categoría política de normal lo que a nivel de calle es simplemente normal—. Y la Historia ha dejado de manifiesto que: --Nunca llegó a las Cortes Españolas el “caballo de Pavía”--.
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…He dicho
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*Es Presidente del Instituto Hispano Luso

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