*Por Ángel Rico
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Esta
pasada semana hemos tenido ocasión de escuchar, urbi et orbi, la opinión del vicesecretario General de Organización del PP, Carlos Floriano, sobre el voto en las próximas elecciones al Parlamento Europeo donde, a su juicio,
--votar a “partidos pequeños” es desperdiciar el voto— (sic)
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En
la opinante frase, Floriano, deja en
evidencia a su propio partido; que ha desperdiciado la absoluta mayoría que los
ciudadanos le otorgaron dos años atrás. Nunca en democracia un partido político
tuvo tanto poder, como el PP en la
actualidad. Un inmenso poder que ha dilapidado, gobernando en lo económico, en
lo político, en lo judicial y, en definitiva, en lo social, de forma contraria
a lo prometido en su programa electoral, y a la esencia misma de la filosofía
primigenia de ese partido gubernamental.
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Luego,
en la experiencia de gobierno de un “partido grande” como el PP, queda demostrado que a la hora de
“desperdiciar” las oportunidades no es el voto a “partidos grandes” o “partidos
pequeños” quienes malgastan la confianza otorgada, sino la actitud de las
personas. Es decir, quienes son buenos o malos, no son los partidos políticos,
sino los políticos que los representan en cada momento.
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Floriano, ha demostrado comportarse como ese eterno opositor a
notarías (caso similar al de Javier Arenas, vicesecretario General del
PP) que nunca ha conseguido superar la prueba a fedatario público, y el
padre para que deje de vaguear le acaba poniendo un negocio, que obviamente
tampoco sabe dirigir. Porque si “vox
populi vox dei” la opinión que los ciudadanos extremeños tienen de Floriano, ha quedado demostrada en
todas las elecciones regionales a las que se presentó, no obteniendo la
confianza mayoritaria de sus propios paisanos.
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Por
tanto, los ciudadanos en las próximas elecciones europeas, regionales, locales
o generales, tienen que analizar no si un partido político es “grande o
pequeño”, sino la valía personal de quienes componen las candidaturas, porque
al final, estos o aquellos políticos, serán quienes desempeñen con diligencia o
mediocridad, el escaño obtenido con los votos de la ciudadanía.
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Como
no es posible, en candidaturas cerradas y bloqueadas, ponerles un “muy bueno” a
los candidatos diligentes, habrá que empezar a utilizar la actitud contraria:
--la de señalar, mediante una tachadura en la papeleta electoral, el nombre de
aquellos candidatos que en la actual legislatura se hayan caracterizado por su
desidia o mediocridad--. Usted, respetado lector, estará pensando que: --así se anula el voto--.
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En efecto, tachando el nombre de los políticos mediocres se anula el voto a los buenos; pero es que ya es hora de que, además de los ciudadanos, los políticos buenos señalen como mala compañía a los políticos indolentes, gandules, holgazanes y malos que puedan ir en sus propias listas. Cuando el ganar o perder sea cuestión de unos cuantos votos y, algunos, acaben perdiendo porque, aún habiéndose votado a su propio partido, miles de votos quedaron anulados porque los ciudadanos tacharon a los mediocres, las direcciones de los partidos llegarán a la conclusión que –en las próximas candidaturas habrá que dejar fuera a los políticos malos, porque la desidia en política acaba teniendo consecuencias--.
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En efecto, tachando el nombre de los políticos mediocres se anula el voto a los buenos; pero es que ya es hora de que, además de los ciudadanos, los políticos buenos señalen como mala compañía a los políticos indolentes, gandules, holgazanes y malos que puedan ir en sus propias listas. Cuando el ganar o perder sea cuestión de unos cuantos votos y, algunos, acaben perdiendo porque, aún habiéndose votado a su propio partido, miles de votos quedaron anulados porque los ciudadanos tacharon a los mediocres, las direcciones de los partidos llegarán a la conclusión que –en las próximas candidaturas habrá que dejar fuera a los políticos malos, porque la desidia en política acaba teniendo consecuencias--.
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El
próximo mes de mayo, habrá elecciones el Parlamento
Europeo, y un servidor, junto con cientos de familias españolas que fuimos
tratados con total indolencia, por el vicepresidente
de la Comisión
de Peticiones del Parlamento Europeo, en un asunto que era de su
competencia, votaremos al PP, pero
tacharemos el nombre de Carlos José
Iturgaiz Angulo, para dejar claro en política, que la desidia tiene
consecuencias.
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Ya
se nos ha trasladado la incomodidad por dicha actuación futura, por parte de
algunos, presuntos, candidatos a europarlamentarios, que podrían quedarse sin
acta a pesar de que las urnas electorales hayan recibido muchos votos a su
partido. La respuesta a todos los preocupados ha sido la misma: --Si Iturgaiz va como candidato, aunque sea
el último de la lista electoral, nuestros (pocos) miles de votos al PP serán anulados, luego entonces, la
solución está clara--.
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La
pregunta que usted, respetado lector, se está haciendo: --¿Y esta actuación anulatoria
se repetirá en las elecciones autonómicas y generales? – Respuesta: ¡También!
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Que
a un candidato del PP o del PSOE, no les voten los electores
seguidores del partido contrario, lo tienen asumido. Pero que los votos al
propio partido queden anulados al tacharse el nombre de este o aquel candidato
mediocre, es una situación a la que los buenos no se habían enfrentado. Y
mientras no existan listas abiertas, tendrán que hacer campaña dentro del
partido para que no paguen justos por mediocres.
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Ya
se acabó aquello de colocarse dentro del montón de candidatos, en un puesto de,
previsible, salida sin quererse dar por enterado de que este o aquella, son
negativos para sus aspiraciones políticas y para el bien de la ciudadanía. El
cómplice silencio, sobre las malas compañías, de los buenos será lo que desperdicie
la oportunidad de colocar a cada cual donde se merece. Se apelliden Iturgaiz, Floriano, Soria o Soriano.
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…He dicho!
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*Es Presidente del Instituto Hispano
Luso