*Por Ángel Rico
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Le
contaré a usted, respetado lector, que en aquella época de mi vida cuando
participaba semanalmente en los Comités Consultivos de la Comisión Europea , hubo una ocasión, a primeros de los años
noventa del siglo pasado, que
encontrándome en Bruselas, me
cambiaron los planes oficiales debiendo regresar ese día a Madrid. Una vez en el aeropuerto belga para tratar de encontrar un
billete cualquiera que me permitiese regresar ese mismo día a Madrid, me encontré que no era posible.
Todos los vuelos Bruselas-Madrid estaban
completos para ese día. ¡Imposible regresar por la vía habitual! En la
desesperada insistencia, en la oficina de Iberia
coincidimos, con el mismo objetivo, otro pasajero y un servidor, por lo que la
encargada de atención a pasajeros con circunstancias similares de la línea
aérea, tras mirarnos de forma misericorde, después de analizar su pantalla de
ordenador, sugirió una posibilidad:
--volar de Bruselas a Ginebra y desde allí a Madrid--, el viaje duraría más de lo
habitual, pero sería posible estar en Madrid
al inicio de esa misma noche. Ambos pasajeros nos miramos de forma cómplice, y
aceptamos la ruta sugerida para regresar a Madrid.
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Durante
aquel viaje, mi patriarcal acompañante, entre otras cosas, me comentó su
preocupación porque: --dos años atrás su hijo se había hecho cargo de la
responsabilidad de dirigir la empresa familiar que, mi acompañante había
conseguido con duro esfuerzo de años hacer grande, llegando a ser una de las
más importantes del momento en su sector--, con tristeza y, tal vez influido por
la complicidad de un viaje en avión por media Europa, mi acompañante comentó con una notable congoja que: --su
hijo, desde que fue nombrado consejero delegado de la empresa, dedicaba todo su
tiempo a viajar a las distintas delegaciones para, hacerse presente, y que los
trabajadores, en general, y los directivos en particular, le aceptasen como el “gran
jefe”. Sin dedicar tiempo a fijar objetivos, ni productos nuevos, para el
futuro inmediato de la empresa. Dejando hacer a los distintos responsables de
área, sin preocuparse si los materiales que se compraban para fabricar los distintos
componentes, se adquirían a precios excesivamente caros o demasiado baratos;
que en ambos casos, repercutirían de forma negativa en los resultados
finales. El novel consejero delegado,
absorbía como una esponja los datos facilitados por los responsables de área,
para luego repetirlos como un papagayo en discursos sin alma. No sabe, --decía el
padre--, si las peroratas que repite como consejero delegado, son aceptables o
no para los objetivos estratégicos de la
empresa, simplemente habla y espera que las hadas decidan la realidad de cada
siguiente día.
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Al
llegar, por fin, a la hora prevista a Madrid, me despedí de mi acompañante, y
después de aquella fecha, seguí con respetuoso interés el quehacer corporativo de
aquella importante empresa familiar. Comprobando con tristeza, que acabó siendo
pasto de concurso de acreedores, de la administración concursal, finalmente
liquidación y su desaparición.
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Usted,
respetado lector, se estará preguntando --¿A qué viene relatar esta historia
antigua? Por lo que tengo que responderle que: --al observar las actuaciones y
declaraciones de Cospedal en relación
a los nimios resultados objetivos de su gobierno, me viene a la mente, el
relato de aquel patriarca empresarial, previendo lo que podría ocurrir con la
importante empresa familiar. Cuando
escucho discursos defendiendo posturas políticas, claramente pasadas de época,
me vienen a la mente las palabras de aquel patriarca empresarial, cuando decía
que: --aquellos discursos sin alma, repitiendo lo dicho, previamente, por un
responsable de área, dejando claro no saber si el coste de las materias primas
es, o no, el adecuado--.
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Desgraciadamente,
hay demasiadas similitudes entre lo ocurrido con aquella importante empresa que,
tanto se vino a menos, que desapareció, con la realidad gubernamental en
materia agroindustrial, en el Gobierno
de Castilla-La Mancha. Y no haga caso, respetado lector, de de mis
palabras, ni de mis opiniones, analice los datos objetivos de empleo, de PIB
regional, y de proyectos a corto y medio plazo y, posteriormente, saque sus
propias conclusiones, yo coincidiré con ellas.
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Y
llegados a este punto, surge la pregunta: --¿Dónde colocarse, a favor del
sistema, ó a favor de la lealtad? Yo
prefiero estar con la lealtad, y por tanto debo comentar que: --si, el PP gobierna en Castilla-La Mancha, al haber obtenido el 49,20 por ciento (564.335)
del total de votos emitidos, es de prever que de los 62.000 nuevos desempleados
desde que Cospedal llegó al Gobierno,
el 49,20 por ciento habrían sido votantes del PP (30.504) y que en caso
de celebrarse elecciones autonómicas hoy, no estarían a favor de votar al
partido que, por acción o por omisión, les llevó al paro. Tampoco estarían por
la labor de votar al PP, quienes no
le votaron en la ocasión anterior, ni quienes entonces estaban en paro y hoy,
siguen sin trabajo, luego entonces ¿quién votará ahora al PP? Y lo más importante ¿con el número de votos objetivos que
recibirá el PP, se podrá mantener el
gobierno?
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Con
las respuestas lógicas que correspondan, una estrategia política realista,
haría que María Dolores Cospedal,
renovase de forma inmediata su gobierno para, al menos, volver a disponer del
“beneficio de la duda”. Enrocarse en el actual gobierno, es una confesión de
parte de, estar conforme con los datos que este gobierno produce. Lo que me
hace volver a recordar el caso de aquel nuevo consejero delegado, que dejando
hacer a los responsables de área, llevó a la importante empresa familiar a la
ruina, la desaparición y el olvido. John
Gasworthy, dijo: --Si no pensáis en
el futuro, nunca lo tendréis--.
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…He dicho!
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*Es Presidente del GEA & GEA