*Por Ángel Rico
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Le contaré a usted, respetado lector, que días atrás
mantuve una reunión con el señor Chen
Minglei, representante de una de las ramas empresariales chinas en España, situada en Madrid, al efecto de
concretar una colaboración profesional, plurianual, entre los autónomos del
transporte de mercancías por carretera y las “importaciones – exportaciones”
que China hace diariamente en la Península Ibérica. Los chinos, necesitan hacer llegar los contenedores con
sus mercancías desde los puertos, de España
y Portugal, a diferentes
destinos, y aglutinamos a un conjunto de
activos autónomos del transporte por carretera, por lo que estamos tratando de
concretar la colaboración, y es sabido que no es fácil negociar con los chinos.
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El
señor Chen, es alto –más alto que la
altura media de los chinos--, una sonrisa permanente, vestido con elegante
traje gris marengo, y unos calcetines que me hicieron recordar las, coloridas, corbatas
de José
María Carrascal. Pero, en fin, esa variopinta conjunción debe ser correcta
en las normas de la elegancia china, y no seré yo quien la discuta.
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Entre
otros asuntos, además de celebrar que, en 2013 se cumplen 40 años del
establecimiento de relaciones diplomáticas entre España y la
República Popular China, hablamos de la próxima Novena “Conferencia Ministerial de la
Organización
Mundial del
Comercio” que se celebrará en Bali
del 3 al 6 de diciembre.
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Yo
trataba de hacerle ver a mi interlocutor chino, el enorme interés que tienen
puesto los políticos españoles en la capacidad de compra de su país. –cualquier
excedente se resolvería si lo compran los chinos-- El señor Chen, se quedó unos segundos pensativo
y me dijo: --¿Cuándo entenderán los políticos españoles que en China, no hay manifestaciones de
consumidores pidiendo al gobierno que les facilite productos, que no son de
primera necesidad como, por ejemplo, el vino? ¿Cuándo entenderán que una comisión,
de estrategas chinos, confeccionan una lista de los productos que cada país
necesita vender y, a cambio de comprar una mínima parte de esos productos,
introducen en los países en cuestión una infinidad de fabricados “made in China”?
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Viéndome
obligado a replicarle: --Pero no solo introducen en España productos industriales, sino también agrícolas, como los
ajos, que le hacen competencia a los de Las
Pedroñeras (Cuenca), siendo los ajos chinos de peor calidad--, el señor Chen, volvió a pasear mentalmente por
su abstracción y preguntó: --¿Con qué fuerza moral argumentará la Presidenta Cospedal que, China no exporte a España ajos, cuando está intentando que China compre mucho del enorme excedente de vino español? Un
producto que no es solicitado por los ciudadanos. Y, ¿qué argumentos utilizará
el Gobierno de España, para que no introduzcamos
aquí ciertos productos, al tiempo que pide al Gobierno Chino, que compre deuda soberana española?
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Luego
se explayó sobre el desconocimiento de los vendedores de vino españoles, por
tratar de explicar las características organolépticas de un producto, a un
comisionado del gobierno chino, que no tiene conocimientos previos, aunque sea
el encargado de la compra, y que, --un cheque al portador--, es lo que motiva,
al mandatario, para la adquisición de esta, en lugar de aquellas otras marcas
candidatas.
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El
desconocimiento del funcionamiento de la política china, en lo referido a las
relaciones de compra venta de productos occidentales, es evidente, porque la
realidad es que China, necesita
productos de primera necesidad: --proteínas, lácteos, pasta, galletas, etc.,—
pero no, vinos, cavas, aceites de oliva vírgenes, u otros productos representativos
de la excelente cocina mediterránea, pero que están en las antípodas de la
gastronomía china de primera necesidad, que reivindicarían los consumidores chinos,
si en China estuviese permitida la
libre manifestación reivindicativa.
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En
la próxima ronda de conversaciones de la Organización Mundial de Comercio, China, conseguirá la eliminación de aranceles por
parte de la Unión Europea , a
cambio de seguir comprando unos productos que, la mayoría de los chinos ignoran
la existencia de los mismos, y así hasta la próxima Conferencia Ministerial cuando transcurran dos años, y donde volverá
aquedar en evidencia la, injustificable, protección europea a su agricultura,
lo que debilita la posición de la UE , a la hora de
afear a China su interés por vender
lo que produce.
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Somos
todos consumidores. Las políticas comerciales afectan a los precios que pagamos
para alimentarnos y vestirnos, para comprar desde lo necesario hasta lo
superfluo, pasando por las etapas intermedias, esa realidad la conoce la seductora diplomacia china, y la
aplica perfectamente introduciendo en los países europeos millones de euros de
sus productos, a costa de la promesa de estudiar con interés la compra de esto
o aquello. Los agentes chinos
consideraran la oferta española y buscan conseguirse contratos de proyectos y tecnología, así como
para favorecer un aumento del conocimiento mutuo.
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En
esa actividad comercial, el transporte de mercancías tiene un innegable
protagonismo, por ello es imprescindible que aquellos profesionales autónomos
del transporte, que quieran mantenerse en la actividad, se organicen para: --
disponer de un combustible más barato, más seguridad en el cobro, y la concienciación
de que por el transporte de mercancías por carretera, nunca se debe pagar menos
de lo que cuesta realizarlo--.
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Mientras
los políticos españoles asumen que en China,
no hay empresarios, tal y como entendemos en Europa al empresariado; sino que se trata de una economía altamente
centralizada, con un peso dominante en la industria del sector estatal, nosotros estamos tratando de ser el,
imprescindible, instrumento especializado de transporte y logística, que las “importaciones-exportaciones”
chinas, necesitan en la
Península Ibérica ,
para hacer llegar sus productos desde los puertos hasta sus centros de venta y
viceversa.
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Al
fin y al cabo hay un proverbio chino que nos recuerda: -- Hay un tiempo para ir de pesca y otro para secar las redes.
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…He dicho!
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*Es
Presidente del GEA & GEA