*Por
Ángel Rico
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Y es posible que tenga el mismo
final. Esa incomprensible actitud de caminar hacia la desaparición como partido
político, tiene sorprendidos a propios y a extraños; porque ese talante de
gobernar cabreando a todo (¡pero a
todo!) el espectro electoral posible, a cambio de no satisfacer a nadie, con
toda seguridad, acabará siendo estudiado en las facultades de Ciencias
Políticas, de universidades extranjeras con nombres raros, en –como llevar a un
partido político desde la mayoría absoluta, absolutísima, a la desaparición del
teatro estatal--.
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Los actos del Partido Popular, caracterizados por mirar para dentro de sí mismos
y solo ver virtudes y cosas buenas, sin un ápice de autocrítica, ni de reflexión para analizar si, hipotéticamente,
algo se estuviera haciendo mal, provoca a los asistentes a dichos eventos y a
los acólitos que los analizan desde fuera, a sufrir de melancolía. Donde, en
estos casos, y contradiciendo a Víctor
Hugo: --La melancolía no es la felicidad
de estar triste--, sino la premonición de unos resultados históricamente
negativos.
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Los partidos políticos, como los
gobiernos no son instituciones que actúan, bien o mal, por si mismos, sino que
son las personas que las dirigen quienes los hacen funcionar, en uno u otro
sentido. Surgiendo la pregunta: --¿A quien habrá que culpar o, en su caso,
agradecer los resultados que obtendrá el Partido
Popular en toda España? Y,
respecto del Gobierno de España ¿Quién
deberá responsabilizarse de la situación en la que haya quedado el Estado al final de la presente
legislatura?
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Las diferentes conjeturas, elaboradas
para consumo interno, en los actos de autoafirmación interna del PP, se
quedan en nada al acabar la retórica. Cuando cada participante regresa a su
territorio, y habla con la gente normal, con intereses normales y opiniones
normales, llegan a la conclusión: --del enorme hastío que produce en el,
respetable, electorado la actual forma de gobernar— y, por tanto, intuyen como
será la reacción de la ciudadanía ante la presente acción gubernamental y política
popular, vislumbrando el resultado en sus territorios.
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Y llegados a este punto, cualquier
persona independiente se pregunta: --¿Por qué conociendo el resultado caminan en
silencio hacia el colectivo suicidio político? —La respuesta la dio un cargo
electo del PP: --Con Cospedal, en el último cuarto de
legislatura, nadie se atreve a decir nada distinto a, angulemas, arrumacos, carantoñas,
embelecos, halagos, lisonjas, rendibúes y zalamerías hacia la “Jefa”, porque
quien haga algo distinto debe considerarse un cadáver político--. Es decir, con
la “Jefa” las legislaturas tienen una duración de tres años, porque el último
año se caracteriza por el inmovilismo total de los agraciados en el partido por
alguna prebenda o canonjía, no fuese a ser que esto o aquello, no lo comprenda
la “Jefa” y por ser, ella, la Secretaria General
del Partido, nos deje fuera del gratificante y acomodaticio lugar en las próximas
listas electorales, en cualquiera que fuera la circunscripción electoral que se
trate dentro del territorio nacional.
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Entre la gente cobarde del PP, (--el
DRAE dice: cobardía, “Falta de ánimo y valor”--) por su falta de
ánimo y valor para levantar la voz y hacer ver, en los órganos correspondientes
del partido, lo que piensan los ciudadanos, pero observadora de lo que ocurre a
su alrededor, empieza a ser coincidente aquel adagio: --Vox populi, vox Dei— [La voz del pueblo (es) la voz de Dios]. Si
usted, respetado lector, intuye en este párrafo, alguna insinuación política
adicional, recuerde que es usted quien lo deduce, no un servidor, que solo
pretende destacar la realidad de lo que está ocurriendo, en aquellos lugares
donde la moqueta no huele a PP.
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Sostenella y no enmendalla, es lo que está caracterizando a quién
dirige actualmente el PP nacional; una actitud de perseverar en el
error, aún cuando es evidente que todos los indicios objetivos, apuntan a la
derrota. Procede recordar que la frase “sostenella y no enmendalla” indica una actitud que anteponía el honor a la vida;
la palabra al chalaneo; la posición frontal en contra del vericueto: --“Procure
siempre acertalla / el honrado y principal; / pero si la acierta mal, /
defendella y no enmendalla”— escribió Guillén
de Castro en Mocedades del Cid. Pues ahora, en el PP, ocurre lo mismo siendo una institución burocrática, lo que nos
recuerda lo que dijo, Edward Paul Abbey:
--Algunas instituciones burocráticas son como las niveladoras gigantes,
obedientes al capricho de cualquier tonto que tome los controles--.
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Un servidor
coincide con aquello que, al respecto, dijo
John Kennedy: --Ser valiente no requiere cualidades excepcionales. Es la
oportunidad que a todos se ofrece; a los políticos especialmente--. ¡Pues eso!
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…He dicho!
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*Es Presidente del Instituto Hispano Luso
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