domingo, 5 de octubre de 2014

El PP cada día se parece más a UCD

*Por Ángel Rico
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Y es posible que tenga el mismo final. Esa incomprensible actitud de caminar hacia la desaparición como partido político, tiene sorprendidos a propios y a extraños; porque ese talante de gobernar cabreando a todo  (¡pero a todo!) el espectro electoral posible, a cambio de no satisfacer a nadie, con toda seguridad, acabará siendo estudiado en las facultades de Ciencias Políticas, de universidades extranjeras con nombres raros, en –como llevar a un partido político desde la mayoría absoluta, absolutísima, a la desaparición del teatro estatal--.
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Los actos del Partido Popular, caracterizados por mirar para dentro de sí mismos y solo ver virtudes y cosas buenas, sin un ápice de autocrítica, ni de  reflexión para analizar si, hipotéticamente, algo se estuviera haciendo mal, provoca a los asistentes a dichos eventos y a los acólitos que los analizan desde fuera, a sufrir de melancolía. Donde, en estos casos, y contradiciendo a Víctor Hugo: --La melancolía no es la felicidad de estar triste--, sino la premonición de unos resultados históricamente negativos.
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Los partidos políticos, como los gobiernos no son instituciones que actúan, bien o mal, por si mismos, sino que son las personas que las dirigen quienes los hacen funcionar, en uno u otro sentido. Surgiendo la pregunta: --¿A quien habrá que culpar o, en su caso, agradecer los resultados que obtendrá el Partido Popular en toda España? Y, respecto del Gobierno de España ¿Quién deberá responsabilizarse de la situación en la que haya quedado el Estado al final de la presente legislatura?
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Las diferentes conjeturas, elaboradas para consumo interno, en los actos de autoafirmación interna del PP, se quedan en nada al acabar la retórica. Cuando cada participante regresa a su territorio, y habla con la gente normal, con intereses normales y opiniones normales, llegan a la conclusión: --del enorme hastío que produce en el, respetable, electorado la actual forma de gobernar— y, por tanto, intuyen como será la reacción de la ciudadanía ante la presente acción gubernamental y política popular, vislumbrando el resultado en sus territorios.
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Y llegados a este punto, cualquier persona independiente se pregunta: --¿Por qué conociendo el resultado caminan en silencio hacia el colectivo suicidio político? —La respuesta la dio un cargo electo del PP: --Con Cospedal, en el último cuarto de legislatura, nadie se atreve a decir nada distinto a, angulemas, arrumacos, carantoñas, embelecos, halagos,  lisonjas, rendibúes  y zalamerías hacia la “Jefa”, porque quien haga algo distinto debe considerarse un cadáver político--. Es decir, con la “Jefa” las legislaturas tienen una duración de tres años, porque el último año se caracteriza por el inmovilismo total de los agraciados en el partido por alguna prebenda o canonjía, no fuese a ser que esto o aquello, no lo comprenda la “Jefa” y por ser, ella,  la Secretaria General del Partido, nos deje fuera del gratificante y acomodaticio lugar en las próximas listas electorales, en cualquiera que fuera la circunscripción electoral que se trate dentro del territorio nacional.
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Entre la gente cobarde del PP, (--el DRAE dice: cobardía, “Falta de ánimo y valor”--) por su falta de ánimo y valor para levantar la voz y hacer ver, en los órganos correspondientes del partido, lo que piensan los ciudadanos, pero observadora de lo que ocurre a su alrededor, empieza a ser coincidente aquel adagio: --Vox populi, vox Dei— [La voz del pueblo (es) la voz de Dios]. Si usted, respetado lector, intuye en este párrafo, alguna insinuación política adicional, recuerde que es usted quien lo deduce, no un servidor, que solo pretende destacar la realidad de lo que está ocurriendo, en aquellos lugares donde la moqueta no huele a PP.
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Sostenella y no enmendalla, es lo que está caracterizando a quién dirige actualmente el PP nacional; una actitud de perseverar en el error, aún cuando es evidente que todos los indicios objetivos, apuntan a la derrota. Procede recordar que la frase “sostenella y no enmendalla” indica  una actitud que anteponía el honor a la vida; la palabra al chalaneo; la posición frontal en contra del vericueto: --“Procure siempre acertalla / el honrado y principal; / pero si la acierta mal, / defendella y no enmendalla”— escribió Guillén de Castro en Mocedades del Cid.  Pues ahora, en el PP, ocurre lo mismo siendo una institución burocrática, lo que nos recuerda lo que dijo, Edward Paul Abbey: --Algunas instituciones burocráticas son como las niveladoras gigantes, obedientes al capricho de cualquier tonto que tome los controles--.
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Un servidor coincide con aquello que, al respecto, dijo John Kennedy: --Ser valiente no requiere cualidades excepcionales. Es la oportunidad que a todos se ofrece; a los políticos especialmente--. ¡Pues eso!
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…He dicho!
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*Es Presidente del Instituto Hispano Luso

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