jueves, 4 de febrero de 2016

El liderazgo es la capacidad de transformar la visión en realidad

*Por Ángel Rico
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Si usted, respetado lector, es seguidor crítico de este humilde opinador, no me dejará mentir si digo que: --he sido uno de los mayores críticos de la incomprensible gobernación del Rajoy que, disponiendo de una, absolutísima, mayoría absoluta, con 186 diputados, que no fueron utilizados para introducir los cambios que la realidad nacional necesita--, y a mis “Off the records” de la pasada legislatura me remito. Opinión con la que coincidieron los 3.615.163 electores que, el pasado 20 de diciembre, le retiraron el apoyo a Rajoy, respecto a las elecciones generales de 2011. Es decir: --algo debió hacer mal, cuando Mariano, hoy “solo” representa al 28,72 por ciento del electorado--.
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El vicioso Rajoy, en su apología de la pereza, le llevó, tras las pasadas elecciones, a mantenerse ocioso, durante más de cinco semanas, esperando que una, hipotética, concatenación astral facilitase un “gobierno de gran coalición” similar a los que están gobernando en Bélgica, Dinamarca, Holanda, Luxemburgo, Suecia o Alemania, como el más significativo,  formado por una coalición tripartita: -- la Unión Cristianodemócrata (CDU) de Merkel, la Unión Socialcristiana bávara (CSU) y el Partido Socialdemócrata (SPD)--. Los resultados electorales en España, permitía pensar que, con un poco más de sentido común, y un tanto menos de pereza, se podría configurar una “gran coalición” –PP+PSOE+C´S—que permitiese introducir los cambios legales que presentasen un país donde los errores detectados en el pasado se subsanasen. Y poder demostrar a los ciudadanos que: --en España, la Ley es igual para todos; donde Hacienda seamos todos; donde cualquier parte del Estado, cumple las sentencias de los tribunales; donde sea posible estudiar en español en cualquier parte de territorio nacional y, donde la tarjeta sanitaria de cualquier español, le permita ser atendido, sin burocracia, en cualquier parte de España; etc.—
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Cuando la mayoría de los ciudadanos independientes, esperábamos que el sentido común imperase en los partidos políticos, con melancolía volvimos a comprobar que, en la política española, “el sentido común, es el menos común de los sentidos” y, ninguno de los líderes principales, tuvo la valentía para, pensando en el futuro, --convocar a los partidos políticos, instaurados en la Democracia, para empezar a hablar de las cuestiones en las que coinciden y discutir de aquellas otras en las que difieren, para poder llegar a un punto de acuerdo--. Pero, a diferencia de los hábitos de los países serios, aquí todos esperaron a que, por eliminación, quedasen solo ellos (cada uno de ellos) para gobernar.
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Cuando el letargo político estaba contagiando a la mayoría del electorado, que se preguntaba: --¿si los políticos que no movían ficha, cobraban su salario durante todo el tiempo que estuviesen sesteando?--, apareció la atronadora voz de Pedro Sánchez: --“Señor Rajoy, no es no”, o ¿qué parte del no, no ha entendido?, “no a Rajoy y no al PP”—Así (según ABC) hasta en 17 ocasiones, Sánchez le dijo “no” a la posibilidad del “gobierno de gran coalición”,  por lo que tuvo que inventarse un, confuso, gobierno con “todas las fuerzas del cambio” donde, en todo caso, el PP estaría excluido.
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Y cuando el Rey empezó a reunirse con los representantes políticos, --y Rajoy, irresponsablemente,  renunció a formar gobierno, sin retirarse del juego, apareció, --de acuerdo con lo establecido en su propio “Plan de Acción”-- Pablo Iglesias, regalándole a Pedro Sánchez, “la sonrisa del destino” de una “coalición de dos gobiernos” donde Iglesias, le regaló a Sánchez, la presidencia de atrezo de un “gobierno provisional”. Ante tal insulto, del estalinista Iglesias, al histórico PSOE, Sánchez tuvo que salir a escena y decir, en relación a Rajoy, críticas que yo puedo hacer mías.
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Pero, dicho lo dicho, lo coherente es que, alguien le tiene que decir a Pedro Sánchez, que: --siendo aceptables todos los adjetivos calificativos despectivos, sobre Rajoy (insisto, que un servidor los hago míos) aquel obtuvo, 1.684.837 votos más que Sánchez; diferencia que se concretó en 33 diputados y 77 senadores más, en términos generales; pero si el análisis se hace sobre la circunscripción, Madrid, donde ambos –Rajoy y Sánchez—se presentaron ante el electorado, Sánchez obtuvo 560.679 votos menos que Rajoy, --7 diputados y 3 senadores, más el PP del “mediocre” Rajoy, que el “magnífico” Sánchez--. Ergo, si todas las acusaciones, a quién obtuvo 7.215.530 apoyos de los electores (traducidos en 123 diputados y 124 senadores)  son razonables ¡que lo son! ¿Qué crítica y valoración merece quien, solo, obtuvo 5.530.693  apoyos (90 diputados y 47 senadores)?
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Porque Pedro Sánchez, corre el riesgo que, de tanto subir los decibelios en sus mensajes de críticas a Rajoy, olvide que: --la sombra de la mediocridad propia es más alargada que la del  insuficiente e indefinido Rajoy—y a la opinión del electorado me remito.
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Llegados a este punto de la situación, los partidos políticos deben someterse a la imprescindible catarsis, que permita presentarse en las próximas elecciones como candidatos a representar a la ciudadanía, demostrando que es más importante el bien general, que la satisfacción propia. Siendo aconsejable tener presente el proverbio americano: --Si quieres miel no des patadas sobre la colmena—
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…He dicho!
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*Es Presidente del Instituto Hispano Luso

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