domingo, 29 de enero de 2017

El muro, ser o no ser

*Por Ángel Rico
.
No creo ser sospechoso de ser seguidor de Trump, ya que un servidor escribió que: –en caso de poderlo hacer, en las pasadas elecciones presidenciales de Estados Unidos,  hubiese votado por Donald, pero no Trump, si no por el otro, por el Pato--. Hasta ahí llegaba mi convencimiento de que, ambos candidatos serían malos para propios y ajenos. Dicho lo cual, y una vez que los votantes, de ese país que tuvo constitución antes de ser Estado, votaron, no seré yo quien ponga en cuestión lo que los estadounidenses decidieron.
.
Dicho lo anterior, y viviendo en un país, España, donde –en realidad—no hay separación de poderes, dado el solapamiento entre el Legislativo, el Ejecutivo y el Judicial; donde una parte del Estado no cumple (y se vanagloria de ello) la Constitución, ni las sentencias de los tribunales; y donde los españoles no pueden estudiar en español en todo el territorio de la Nación, no tengo autoridad moral suficiente para “juzgar lo que hace el Presidente del Ejecutivo de Estados Unidos”. Atreviéndome solo, a pensar en voz alta sobre algunos asuntos que están de actualidad. Y uno de esos asuntos es el “muro fronterizo entre Estados Unidos y México” cuya construcción inició el demócrata, Bill Clinton, en 1994, dentro del programa de lucha  contra la inmigración ilegal conocido como “Operación Guardián”. Y que ahora, 23 años después, amenaza con concluir el elegido Presidente Trump. Porque, en Estados Unidos,  el mayor enemigo de un mexicano con estancia legal, es un mexicano ilegal.
.
Si recurrimos al DRAE, comprobamos que a la acepción muro, se le atribuye: --Obra defensiva que rodea una plaza fuerte o protege un territorio--. Y cuando asumimos realmente lo que es un “muro” podremos concluir que “elementos para proteger un territorio” pueden observarse en diferentes lugares, por ejemplo en España: --el “cupo vasco y navarro”—protegen esos territorios del exterior; o –la imposibilidad de estudiar en español en Cataluña—diferencian ese territorio de la contaminación exterior;  --las vallas de Ceuta y Melilla--, defienden la posibilidad de acceder a los servicios sociales, de los nacionales, frente a la amenaza de millones de extranjeros.
.
Si pensamos en el malestar de los ciudadanos mexicanos, tendemos a comprender su sensación de encajonamiento, al ver que si se culmina el muro del norte, en México se vivirá en una caja al existir, desde el año 2014, un muro en la frontera sur, frente a Guatemala, levantado por el Presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, para frenar la inmigración ilegal y los delitos derivados de dicha inmigración descontrolada.
.
Por tanto resulta tan paradójico que el objetivo del Presidente Trump, de frenar la delincuencia de inmigrantes indocumentados, haya levantando tanta oposición en la progresía internacional. Los 3.180 kilómetros de frontera conjunta, necesitan de un compromiso de cada parte de controlar quienes pasan de una parte a la otra. Y ahí está, desde hace tiempo, el muro que separa, por ejemplo, las ciudades de Tijuana (México) y San Diego (EE.UU) donde solo las separa el muro mismo. También es incoherente que la misma progresía que critica el fondo de la propuesta de Trump, se mantengan silentes ante el muro evidente, que existe en Cuba, pero no para impedir que entren ilegales, sino para impedir que los cubanos utilicen la libertad para salir de Cuba si así lo deseasen.
.
El paso legal de un país a otro, no será coartado. Por tanto los ciudadanos mexicanos o estadounidenses que pretendan visitar, por motivos diversos, el país vecino podrán hacerlo, de forma legal con el pasaporte como salvoconducto.
.
Si usted me preguntase –¿si creo que el muro, entre Estados Unidos y México,  se construirá?— le responderé “que no”. Lo que sí creo es que, el Gobierno de México se comprometerá a ser más diligente para controlar quienes pasan al otro lado. Vamos, algo similar al acuerdo entre Marruecos y España. Porque, en la actualidad, es un hecho indiscutible que la diligencia de las autoridades mexicanas para controlar la emigración ilegal, no solo es que sea insignificante, sino que en la propia autoridad, está arraigada la mafia que fomenta la entrada de ilegales. Y el término frontera es definido en el Derecho Internacional como “la línea que marca el límite exterior del territorio de un Estado”; es decir, la línea que determina el ámbito espacial donde un Estado ejerce su soberanía con exclusión de otros.
.
Que Trump “es un narcisista patológico” pocos lo ponemos en duda; pero tampoco puede ser criticada su actitud de –defender los intereses de Estados Unidos— porque un advenedizo, tiene pocos principios en los que apoyar su política, salvo el de prometer “seguridad, seguridad y seguridad”. Actitud que, la política internacional, debe combatir con él, pertinente, “Quid pro quo”, tanto en materia comercial, como de defensa militar, o en el movimiento de nacionales. Ahí en la fuerza de la Unión Europea, se podrá negociar, de igual a igual, no solo con Estados Unidos, sino con Rusia, China o frente a la amenaza islamista. Algo que, hasta el momento, no se está haciendo, al utilizar  como estrategia, mendigar, un trato favorable, en el comercio, o en la OTAN, donde desde la Primera y Segunda guerras mundiales, han tenido que ser los Estados Unidos, quienes pusieron sus muertos para que los países de Europa pudiesen seguir siendo libres.
.
Llegados a este punto de la Historia, los ciudadanos debemos exigir a nuestros gobernantes que actúen, con liderazgo, con principios y con valentía. Para que nadie usurpe la representatividad de los ciudadanos del mundo que pretendemos seguir siendo libres. Porque como dijo, Benjamin Franklin: --Aquellos que cederían la libertad esencial para adquirir una pequeña seguridad temporal, no merecen ni libertad ni seguridad—
.
…He dicho!
.

*Es Presidente del Instituto Hispano Luso

1 comentario:

  1. Tiene razón en mucho de lo que dice.Lo mejor que cada uno seamos responsables en lo que podamos; de no ser de ese modo este mundo se vabal «garete».

    ResponderEliminar