jueves, 2 de marzo de 2017

Valores, juventud y ordenanzas municipales, es urgente la coherencia

*Por Ángel Rico
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Le contaré a usted, respetado lector, que la semana pasada fui invitado a un “club de lectura de jóvenes universitarios” (al referirme a universitarios  no utilizaré  lo de jóvenes y jóvenas) donde en una parte del debate se afrontó la  cuestión “los valores de la sociedad actual”, frente a la sociedad de principios del siglo pasado, y hubo varios elementos que me sorprendieron, a saber: -- el espíritu ecológico, en general y el número de animales de compañía y, de perros (Canis lupus familiaris) en particular; junto con el uso de la bicicleta como método de movilidad por la ciudad--. Que los universitarios apreciasen esos asuntos como dignos de ser valorados positivamente, me hizo pensar y las conclusiones las quiero reflejar en el presente “Off the record”
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Desconozco el número exacto de canes censados en Ciudad Real, pero del caminar por la ciudad puede concluirse que, ¡muchos!, --por el gran número de defecaciones caninas por kilómetro lineal--. Y ahí es donde me gustaría quedarme en esta ocasión: --en la gran cantidad de excrementos caninos en las aceras de la capital--. Y en este apartado le contaré a usted, respetado lector, una anécdota que viví en primera persona:
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--Ayer, cuando volvía del trabajo a mi casa, observé a veinte metros delante de mí, a un señor que era paseado por un perro y que, en ese momento (el can),  le dio tranquilidad a su perruno cuerpo defecando en la acera; el señor siguió caminando como si nada hubiese ocurrido y al llegar a mi altura, con educación le dije al homo sapiens: --se ha dejado usted algo detrás--; el señor sin parar de caminar me respondió: --voy a mi casa a coger unas bolsas y vuelvo--. Ante tal respuesta, le comuniqué: --le acompaño a su casa para que a la vuelta podamos encontrar el lugar exacto de la evacuación perruna--. Cuando comprobó que, un servidor, caminaba a su lado por más de 50 metros, me espetó: --¿me va tocar usted los cojones? (perdón)— a lo que, un servidor, le contesté: --¿Usted cree que tengo cara de querer tocarle los cojones?, lo cierto es que yo no tengo cara de tocador de gónadas, y usted si tiene actitudes de guarro--. Los lances dialécticos iban y venían, hasta que el homo sapiens paseado por su perro, vio un papel en el suelo lo cogió  y, volviendo sobre sus pasos recogió los excrementos  perrunos y cuando, vio que, un servidor, le seguía acompañando, a voz en grito, pregunto: --¿Y, ahora adonde va?—Le acompaño hasta la próxima papelera, para comprobar que es depositado el paquete--. Ante su  inaudible y permanente palabreo, tuve que responderle con aquello del Quijote: -- Siempre, Sancho, lo he oído decir, que el hacer bien a villanos es echar agua en la mar--.
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Llegados a este punto de la cuestión y, siendo consciente que no sería justo que pagasen justos por pecadores, --porque no todos los dueños de canes dejan los excrementos de sus mascotas en las aceras--, habrá que concluir que, --algunos, bastantes, si son de la cofradía del personaje referido en el párrafo anterior, surgiendo la pregunta: --Si los conductores, ante una hipotética avería del automóvil, tienen la obligación de llevar (por si acaso) rueda de repuesto, triángulos señaladores de avería y chaleco reflectante ¿por qué no se hace obligatorio que los paseantes de canes lleven las bolsas recoge excrementos necesarias? Porque, todos aquellos que pasean a su perro (o perros) sin bolsa recoge excrementos, en la totalidad de los casos, cuando los perros hagan lo que suelen hacer, en la acera se quedará el regalo para el resto de los vecinos. ¿Tan irracional es esta sugerencia para la concejalía correspondiente? ¿No hay ningún concejal que, dándose por aludido, presente una enmienda a la ordenanza municipal que corresponda?
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Pero, siguiendo con lo que valores de mayor interés para los universitarios del club de lectores, si analizamos –también-- la modernidad de una ciudad, por el número de ciclistas que se mueven con propulsión humana, habrá que tener presente que: --En Ciudad Real, un gran número de ciclistas, se mueven circulando por las aceras; en algunos casos (que es posible observar) lo hacen, además,  whasappeando al tiempo que pedalean. Siendo indiferente que, con quienes se crucen los ciclistas en su acerado camino,  sean personas mayores, niños o madres con un carrito de bebé; lo real es que –numerosos ciclistas, circulan por la acera con el previsible peligro para los viandantes—Y al respecto ¿qué hacen las autoridades municipales?  Porque si, una sociedad moderna se caracteriza por los valores que muestran la mayoría de sus vecinos, no procede que sea el mayor o menor número de bicicletas lo que presenten una ciudad moderna, sino el uso cívico que se haga de estos vehículos.
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En esta cuestión, hay que referirse a que el Tribunal Supremo falló contra el Ayuntamiento de Zaragoza, entendiendo que: --no puede haber ordenanzas municipales que, (en aquel caso) permitan a las bicicletas circular por las aceras, aclarando que, la Ley sobre Tráfico, circulación de vehículos a motor y Seguridad Vial, así como el reglamento General de Circulación, dejan claro que “las bicicletas no deben circular por las aceras” al incluir de las bicicletas dentro de la categoría de "vehículo" al ajustarse plenamente a lo establecido en el Anexo I de la Ley de Tráfico, que en su apartado 4 define aquél como "artefacto o aparato apto para circular por las vías o terrenos a que se refiere el artículo 2", sin distinguir según sean o no de motor. Básicamente, esta decisión conlleva que las bicicletas, como vehículos que son, no pueden circular por las aceras ni compartir espacio con los peatones.  Es decir, si no deben hacerlo por la acera: --¿por qué la Policía Local de Ciudad Real no pone en marcha campañas que mentalicen que “en una ciudad con valores” las bicicletas deben circular por la calzada?
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O sea, si hipotéticamente, (Dios no lo quiera) un peatón sufriese un accidente provocado por un ciclista que circulase por la acera ¿quién sería el responsable civil subsidiario?
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Si “una vez es accidente, dos es coincidencia y tres o más es un patrón”, habrá que concluir que: --En Ciudad Real, es más importante el tener una mascota o bicicletear, que hacer buen uso de esos ejemplos. Dicho lo anterior y volviendo a la juventud y los valores que consideran de mayor relevancia que otros, es pertinente, por uebos (**), enseñarles que: --Un único valor: el respeto; y todo sería perfecto--.
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Y ya que estamos de un ecológico subido, en la próxima ocasión hablaremos de los “huertos urbanos ecológicos que se riegan con agua canalizada”, sí con la misma que bebemos usted y yo, pero sin contador que cuantifique el consumo.
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…He dicho!
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*Es Presidente del Instituto Hispano Luso

** Ojo al DRAE

2 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo con usted!
    Hay mucha pasividad, sobre todo con la circulación de bicicletas por las aceras, whassapeando, con auriculares escuchando música, etc.
    Deberían hacerse campañas informativas, y al que incumpla, tocarle... el bolsillo, que eso duele, oiga!

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  2. Me parece que Vd. ha hablado con toda la transparencia posible. Yo me he preguntado en alguna ocasión si con los perros deberían hacer lo mismo que con los hijos, enseñarles a defecar en sus casas para no ser contaminados los demás. Y en cuanto a las bicicletas estoy hasta el moño ver repetidamente bicicletas pululando alrededor de mi persona por las aceras. Pero si los ayuntamientos lo permiten llegaremos a los extremos que las personas por las noches defequen también por las calles que ya se ha visto en alguna ocasión. Y que las bicicletas inunden nuestras parcelas.

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