sábado, 22 de marzo de 2025

Las cosas en Europa, cómo han cambiado ¡A peor!

 (*) Por Ángel Rico Escribano

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Le contaré a usted, respetado lector, que hubo un tiempo donde (un servidor) fue joven, (¡lo juro!) y con 22 años recién cumplidos, en abril de 1982 me enviaron como “miembro español del Comité Consultivo” a Bruselas, con el objetivo de “ver de qué iba eso del Mercado Común”.  Desde la fecha indicada, tuve que ir todas-todas-todas (y al decir todas, quiero decir “absolutamente todas” las semanas a Bruselas y/o a algún otro país que tenía convocada reunión al efecto. Así hasta septiembre de 1992.

España había solicitado  oficialmente el 26 de julio de 1977 la adhesión a la Comunidad Económica Europea. Esta aspiración española se vio satisfecha ocho años después, el 12 de junio de 1985, con la firma del Tratado de Adhesión en Madrid y la integración efectiva en la Comunidad Económica el 1 de enero de 1986. Y, un servidor desde 1981 asistía como observador a las diferentes reuniones sobre las adhesiones de los nuevos países miembros, España, Portugal.  Grecia, se había integrado al Mercado Común en enero de 1981.

Forzado por mi desconocimiento de la cuestión, asistí a todas las reuniones sobre “los objetivos del Mercado Común” que desde enero de 1985 llevó a cabo el, entonces, VII Presidente de la Comisión Europea,  Jacques Delors, donde se nos iba informando de los objetivos del Mercado Común; a saber: Construir, algo similar a, los Estados Unidos de Europa. Y poco a poco, me fue convenciendo de que “los objetivos socio-económicos industriales y democráticos” del conjunto de los países miembros.

El hecho de que un servidor trabajase, al mismo tiempo, como asesor de UCD y de la organización profesional de agricultores “Centro Nacional de Jóvenes Agricultores! (CNJA) Ojo, no confundir con ASAJA, que aquello fue un error nuestro del que hablaremos en otro momento, me obligaba cada semana a participar en  reuniones especializadas sobre este asunto, en el que yo tenía que informar del “que, cuando, cómo y por qué” de cada propuesta de acuerdo que hacían los otros países miembros. Y del cómo nos afectaría como españoles.

Pues bien, si lo analizamos con la perspectiva del tiempo transcurrido, es posible comprender el por qué de las diferentes posturas de los países para defender sus intereses. Aunque algunas fuesen, negativas para los intereses de otros países, en general, o de España, en particular.

Lo que debo confesar, y lo confieso, es que: en la actualidad no consigo entender la política  de “Pustula von der Frauden -  Presidenta Ejecutiva de la Unión Masónica Europea”. Empeñada en que acuerdo, tras acuerdo, tras acuerdo que se debe aplicar en la UE, estén diseñados para perjudicar los intereses del conjunto de la Unión, tanto si se analizan sector a sector (agricultura, pesca, energía, industria del automóvil, etc.) Como si se analiza en conjunto, siempre los ciudadanos de la Unión salen perdiendo. En Europa se prohíben, por ejemplo, prácticas agropecuarias que son permitidas en Marruecos o India, y cuyas producciones se importan en España sin ningún control al respecto. Es decir, un tomate producido en Murcia o en Tomelloso, no se puede consumir en Europa, cuando si está permitido el consumo de productos similares producidos en  Marruecos.

Confieso que la deformación profesional, adquirida en mi tiempo como miembro del Comité Consultivo en Bruselas, me induce a pensar en negativo. Todo lo ocurrido en los últimos tiempos, desde la obligación de comprar vacunas de marcas concretas contra la Covid-19; el fomento de los vehículos eléctricos, frente a los fabricados en Europa;   la eliminación de presas y/o pantanos; o adquirir botellas de plástico con tapón adherido para (supuestamente) facilitar el reciclaje; o la eliminación de miles y miles de hectáreas de bosques u olivares para colocar placas solares o aerogeneradores. O el, penúltimo acuerdo, de von der Frauden, para dar 2.500 millones de euros a Siria,  pese a los miles de cristianos y alauitas asesinados, sin pronunciar la UE ninguna condena explícita por esas masacres. La permisiva y peligrosa actitud de fomentar la “inmigración ilegal, contrariando descaradamente los principios del Tratado de Lisboa”. Cabe resaltar que “una estupidez aprobada por mayoría de los miembros de la Unión Europea, seguirá siendo una estupidez”.

Es decir, todo lo que ahora defiende la Unión Europea, y la mayoría de los europarlamentarios, va radicalmente en contra de los intereses de los ciudadanos de la UE. Y tampoco entiendo la postura dócil y vergonzosamente cómplice de los europarlamentarios conservadores, españoles y portugueses en particular, que permiten  la  degradación de los objetivos de la Unión Europea, creados para beneficiar a los europeos.

Llegados a este punto “puedo prometer y prometo que haré lo que esté en mi mano para que las personas dentro de mi círculo de influencia, y de los círculos de influencia de los miembros de los respectivos círculos de influencia, no voten nunca jamás a ninguno de los eurodiputados españoles y portugueses que tanta vergüenza están provocando en los ciudadanos de España y Portugal”. Y a los eurodiputados señalados, recordarles que “en política no hay nadie más peligroso que quien no tiene nada que perder” Porque cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto.

--.•. ¡…He dicho!

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 (*) Es Presidente del Instituto Hispano Luso


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