sábado, 28 de noviembre de 2009

¿Parte del problema o de la solución?

En los últimos tiempos todo lo relacionado con el “calentamiento global” y el “desarrollo sostenible”, está en boca de todo aquel ciudadano, público o privado, que aspire a ser considerado como preocupado por su tiempo.

Pasado el furor que supuso el Tratado de Kioto, ahora hay que reciclarse para estar de acuerdo con lo que se discuta y se pueda acordar, sobre esta cuestión, en Copenhague. En todo caso, la filosofía general se mueve alrededor del objetivo de que la humanidad consuma menos energía, y que la mayor parte de esa “energía gastable” deba ser “renovable”.

Y todo ello, porque a juicio de algunos “calentólogos” la humanidad está amenazada por los peligrosísimos efectos del “calentamiento global”.

Sin querer entrar, por mi parte, a discutir el fondo del asunto. Es necesario esgrimir el dato de que, sobre este planeta, vivimos más de siete mil quinientos millones de habitantes. Y como no considero ético que tengamos que disminuir, por motivos medio ambientales, esa cantidad de humanos habrá que coincidir que tenemos que ser imaginativos para conjugar la vida de esos siete mil quinientos millones de habitantes, que en mayor o menor medida, consumimos agua, alimentos y energía.

Y de eso es de lo que hoy quiero hablar. El gobierno español sigue manteniendo el objetivo político de que en el año 2020, el veinte por ciento del combustible del transporte se realice con combustibles renovables. Pero además de las palabras vacías y, de los anteproyectos de Ley de Economía Sostenible, de aplicación en no menos de diez años ¿Qué está haciendo el Gobierno para que se cumpla su compromiso político?.

La realidad demuestra que en la práctica, los actos del gobierno son contrarios a sus propias palabras. Por ejemplo. La Asociación Nacional de Transportistas – Plataforma, están desarrollando un proyecto que permita que sus camiones (más de 25.000) puedan empezar a utilizar a corto plazo biodiesel “B-100”, como su combustible habitual. Esto supondría una importantísima disminución de la cantidad de C02 producido por el transporte por carretera.

Para ello, la Plataforma de Transportistas han constituido un ambicioso equipo de trabajo con aquellas marcas de camiones, que se han adaptado a los nuevos tiempos y disponen de camiones que puedan utilizar ambos combustibles (gasóleo tradicional ó biodiesel “B-100”) que no son todas, además, de con las fábricas de biodiesel españolas y portuguesas, que están en disposición de participar en este importante proyecto, poniendo a disposición de los camioneros españoles el biodiesel que estos necesiten, con la calidad y el precio que permita que su uso se generalice.

Y ¿cómo se imaginan ustedes que ha reaccionado el gobierno español, mediante el Instituto para la Diversificación y Ahorro Energético (IDAE), ante este proyecto?

Pues con un tremendo “miedo escénico”. Un proyecto, que están liderando aquellos transportistas españoles que se están reciclando para permitir que este importante sector (13,5% del PIB español) pueda seguir manteniendo su actividad de una forma competitiva. Y que cuando se aplique será uno de los principales protagonistas para que España empiece a cumplir sus objetivos políticos ante el “cambio climático”. Este proyecto no cuenta con el total apoyo de la administración española. Limitándose a buenas palabras que encierran una falta de compromiso, entre las proclamas políticas y la realidad de los hechos.

Y se hace obligatorio hacer pública esta realidad. Para que el departamento del Gobierno que corresponda, analice la situación y adecue el funcionamiento de aquellos departamentos, que por una u otra cuestión, más que ser parte de la solución se están mostrando como parte del problema.

He dicho.

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