domingo, 17 de junio de 2012

Escarmentar en carbón ajeno

*Por Ángel Rico
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Los inadmisibles enfrentamientos, de guerra de guerrillas, entre mineros del carbón y policía ha puesto en evidencia la falta de sintonía entre la realidad de la economía y la información que disponen los sectores afectados. Cuando existe un soporte legislativo vinculante para España, relacionado directamente con la eliminación de energías fósiles contaminantes, como el carbón español, y la necesidad de ir adoptando energías renovables para cumplir el “triple 20” (es decir, en el año 2020, haber disminuido un 20% las emisiones de CO2, en relación al CO2 que se producía en la firma de Kioto, y que un 20% de la energía utilizada sea renovable), nos encontramos con los mineros que quieren utilizar el lanzamiento de cohetes y rodamientos de acero, como los argumentos de su negociación.
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Se ha llegado a esta situación porque la clase política no tuvo la valentía de informar a los mineros de que: --lo que no puede ser, no puede ser y además, es imposible--. Hemos visto pancartas y gritos de mineros manifestantes que aludían a: --la defensa del futuro de sus hijos--. Algo que es tan absurdo como si las mujeres de los camareros, o de trabajadores en las fábricas de ladrillos, se enfrentasen con la policía argumentando: --que lo hacen en defensa del futuro de sus hijos, ligado a la restauración o la fabricación de materiales de construcción--.
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Lo malo no es que haya gente (los mineros) que pidan lo que no puede ser, porque es imposible. Lo malo es que no haya ningún político que les diga que no tienen razón en sus reivindicaciones. Porque España no puede seguir subvencionando un carbón que es caro, muy contaminante y con poco poder calorífico.
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El conflicto del carbón es un ejemplo de los absurdos que se mantienen en la economía nacional, porque no hay políticos con el liderazgo suficiente para cambiar el rumbo de aquellos sectores que están claramente agotados, y prefieren continuar en una huída hacia delante, y quien venga detrás que responda cuando le toque.
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Me permitirán que ponga otro ejemplo que acabará estallando y para el que los políticos, del anterior gobierno y del actual, no han querido planificar proyectos de cambio, me refiero al “sector Vitivinícola español”. Cuando un servidor de ustedes, participaba en Bruselas como miembro del Comité Consultivo de Expertos Vitivinícolas de la Comisión Europea (Años 1986-1993). Entonces España producía 38 millones de hectolitros de vino, (de esa cantidad Castilla-La Mancha producía la mitad, y la mitad de Castilla-La Mancha la producía la provincia de Ciudad Real) y el consumo interior era de 24 millones de hectolitros. Nuestra pelea se centraba en conseguir ayudas para los 14 millones excedentarios. Ayudas que venían mediante diferentes alternativas, de destilación, de almacenamiento, etc.
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Hoy, 20 años más tarde, tras diferentes programas de reestructuración de nuevos viñedos, España se enfrenta a una producción de cerca de 44 millones de hectolitros y un consumo de 14 millones de hectolitros (30 millones de hectolitros de excedentes de vino). Para que los viticultores puedan vivir, de una vitivinicultura desfasada, necesitan la ayuda de subvenciones que eliminen los excedentes. Porque a diferencia del vino del dios Baco (Dionysos), el vino de hoy no se bebe, se quema. Y surge la pregunta ¿Quién les dirá a los viticultores que esto no puede seguir así? ¿Que recibir ayudas por un producto cada vez más excedentario, además de ser una injusticia, es que será imposible dada la realidad de la economía de la UE?
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Echándose en falta, en los territorios afectados, la figura de un consejero (utilizo el género neutro para designar al cargo político) de Agricultura que se enfrente a la realidad y vaya motivando la búsqueda de otras alternativas que permitan la viabilidad del sector Agrario. Porque la verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero. En cambio, nos encontramos con políticos que dedican su tiempo y su influencia a --“colocar a la familia en puestos de libre designación en una consejería de su comunidad y en un ministerio de la administración central”-- en lugar de enfrentarse el futuro, para conquistarlo.
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La realidad del sector Agrario, como del Minero, no puede estar anclada en el siglo XIX. Hacen falta alternativas de futuro. Es impresentable que en una economía en bancarrota, sea más interesante en España mantener, año tras año, 3,5 millones de hectáreas de improductivo, pero subvencionado, barbecho, que con cultivos agroenergéticos para producir biodiésel nacional.
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Los cortes de carreteras, las barricadas y los cócteles molotov, no dan la razón a quien no la tiene. Los mineros del carbón no pueden obtener unos salarios mediante unas ayudas desfasadas; como los agricultores no deben seguir recibiendo --desde 1.986--, 14 millones de euros diarios, por unos productos que la sociedad actual no necesita. Es más justo ayudar al sector que si nos garantiza cada día la Seguridad Alimentaria, que no es quien produce sino quién transporta hasta el comercio de la esquina, alimentos frescos, y a precios razonables, es decir, el Transporte.
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Los políticos que no dicen la verdad, son parte del problema al que hoy se están enfrentando los mineros y al que mañana, tendrán que enfrentarse los viticultores. Estos políticos o políticas solo pasarán a la Historia por lo bien que colocaron a los miembros de la familia, no por haber ayudado a resolver los problemas del sector para el que, su negociado, tenían competencias.
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…He dicho!
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*Es Presidente del Grupo de Empresas Agrarias (GEA)

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