sábado, 17 de enero de 2015

La estupidez del piropo

*Por Ángel Rico
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Le contaré a usted, respetado lector, que cuando escuché que la Presidenta del Observatorio contra la Violencia de Género del Consejo General del Poder Judicial, Ángeles Carmona, pedía “erradicar los piropos porque supone una invasión de la intimidad de la propia mujer porque nadie tiene derecho a hacer un comentario sobre el aspecto físico de la mujer” (sic) solicité a los miembros de mi equipo que me consiguiesen “las obras ejemplares” escritas por la señora Carmona, para intentar comprender qué causas motivaron tal estupidez; pues bien, hasta este momento no las he conseguido.
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Yo no haré ningún comentario sobre el aspecto físico de la señora Carmona, ¡lo prometo!, --porque me es indiferente-- pero con el debido respeto, analizaré el fondo profesional de sus declaraciones y de su trayectoria profesional. Porque un cargo público, con tan rimbombante nombre, debe ofrecer a la comunidad a la que, teóricamente, sirve algo más que frases de tan fútiles resultados. Porque si el listón de sus preocupaciones institucionales se ha colocado en la impropiedad del piropo, como requiebro a las personas guapas, frente al lisonjero silencio  hacia las personas menos guapas, habrá que preguntarse: -- ¿Y qué opina la señora Carmona de esos millones de mujeres  (903 millones) en el mundo que esclavizadas por una religión, el Islam, que les impide formarse, aprender a leer, para poder estudiar a pensadores como: --Erasmo, Tomás Moro,  Aristóteles,  Sócrates,  Nietzsche, Platón,  Marx, Descartes,  Confucio,  Kant,  Rousseau,  Voltaire, Schopenhauer,  Sartre, Montesquieu, Tolstoi,  Kafka, Dostoyevski,  Séneca,  Foucault, Rusell,  Camus, Bakunin,  Tagore,  Chesterton,  Arendt, Troskky, Cicerón, Boecio, Maimónides, Averroes, Tomás de Aquino,  etc.? – Porque, quien habla por asuntos tan nimios y calla, por cuestiones tan inadmisibles, por injustas, pone de manifiesto aquello de que “quien calla otorga”
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Si a la señora Carmona, le viene grande el mundo; la ubico solo en España. --¿Qué opina de esas miles de  niñas que viven en barrios de Andalucía, Cataluña o Madrid, convertidos en “guetos religiosos” que impiden que estas españolas conozcan la libertad y aprendan a navegar por su propio libre albedrío? ¿Cuándo levantará la voz, para defender que –el hombre y la mujer son iguales, en deberes, derechos y dignidad? ¿Cuándo señalará con su índice acusatorio a aquellos responsables que esclavizan a mujeres españolas, obligándolas a casarse con quienes la familia ha decidido? La ley Sharia establece que las mujeres pueden casarse a los nueve años, y esa ley sottovoce se está aplicando, de facto, en España ¿Cuándo se implicará para enseñar a esas miles de mujeres la facultad que tienen para obrar, de una u otra manera, para pensar como consideren oportuno, para asimilar  un derecho, que tienen y desconocen, que se llama Libertad?
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De no implicarse en ese desafío, la señora Carmona evidenciará la enorme miopía del Observatorio contra la Violencia de Género del Consejo General del Poder Judicial, y cuando un estamento institucional resulta inútil lo que procede es eliminar la institución y cesar a quienes viven del organismo. Porque, el observatorio que no observa lo que está pasando con miles de mujeres en barrios musulmanes, centrando su actividad en sugerir la “erradicación del piropo” merecerá nuestra falta de aprecio.
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Y si nos ponemos estupendos,  y buscamos la corrección política en España, sugiero que la señora Carmona, lidere un estudio constitucional que modifique, por ejemplo, el artículo 58 de la Constitución Española que hace referencia a: --la Reina consorte o el consorte de la Reina--. ¿Por qué la mujer del Rey debe denominarse “reina” y el marido de la Reina no debe denominarse “rey”?  El igual trato entre hombres y mujeres debe incentivar a la señora Carmona, a que haga lo que sea preciso para abolir una desigualdad tan injustificada y medieval.
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De no centrarse en cosas serias, y limitarse al piropo y sus consecuencias, es previsible que la próxima ocurrencia, de Carmona, sea que: --quienes miremos el trasero, dentro de unos pantalones de talla imposible, propiedad de una señora que camina ocho metros por delante del mirón, tengamos que haber pagado un impuesto de miradas; porque de mirar sin haber pagado la tasa se estará cometiendo una falta, cercana al delito--, porque mirar traseros o delanteras, de personas que caminan por la vía pública, mutatis mutandis, podrá ser considerado –como en el caso del piropo-- “una invasión de la intimidad de aquellas personas que, voluntariamente, decidieron vestirse con prendas manifiestamente pequeñas”
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Mientras la opinión pública sonríe con el asunto del “Observatorio que observa los piropos”, este, el Observatorio, es cegato con lo que esclaviza y anula a miles de mujeres en España, impidiendo que se conviertan en personas, quedando relegadas al papel de reproductoras de hijos, que si tienen la desgracia de ser femeninas, nacerán condenadas a solo su papel de reproductoras sin libertad real y sin consciencia de no saber que no tienen, lo que no tienen.
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Llegados a este punto, procede recordar lo que dijo, Einstein, “Hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana. Y del Universo no estoy seguro”; claro que el científico alemán había leído, previamente, a Montaigne, que escribió: --“Nadie está libre de decir estupideces, lo malo es decirlas con énfasis"--. ¡Pues eso!
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…He dicho!
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*Es Presidente del Instituto Hispano Luso

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