sábado, 27 de agosto de 2016

Elecciones, “fun, fun, fun”

*Por Ángel Rico
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François René De Chateubrian, dijo: --Si nos salimos de los hechos, en política, nos perdemos sin retorno—y ahí está el quid de la cuestión que aqueja a la cosa política española actual, que nos hemos salido de los hechos; y estos (los hechos), salvo mejor opinión, son: --que tenemos la peor hornada de líderes políticos de la Democracia contemporánea--.
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Si aceptamos esa realidad, empezaremos a entender que –lo que no puede ser, no puede ser y además ¡es imposible!--. Es decir, quienes representan al “bipartidismo imperfecto” son incapaces de pensar en España, a la hora de planificar el día a día. Inmersos (ambos) en un, mal oliente, “yo, mi, me, conmigo” condenarán a la ciudadanía a ir a unas terceras elecciones generales el “25 del fun, fun, fun” (mes de diciembre).
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Quienes por cuestiones diversas hemos tenido que tratar, con distintos políticos desde 1978, coincidimos en que se repite una pauta: --En cada legislatura, la media de los políticos es de peor calidad que la legislatura anterior--. Debido al repetido patrón de personas que, en su juventud, se afiliaron a un partido político y (sin oficio, ni beneficio) han ido medrando hasta alcanzar cotas de, sonrojante, y mediocre responsabilidad política. Como la lista sería interminable, basta mirar a la “Mesa del Congreso”, al “Ministerio de Empleo” o la “Secretaría de Estado de Relaciones con las Cortes”. ¡Ojo! No es un insulto, pero sí la constatación de un patrón –no han trabajado en ninguna actividad distinta de la partidista.
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Vicios adquiridos desde aquel: --Quien se mueva no sale en la foto—Que dijo Alfonso Guerra. Esa mediocre nota media, de los políticos en activo (sálvese quien pueda y quien lo merezca) nos ha acostumbrado a oír una serie de letanías falsas, como por ejemplo, que quien obtuvo una mayoría de diputados, pero insuficientes para que su partido gobierne, repitan y repitan, hasta la nausea, la falsedad de –hemos ganado las elecciones--, lo que obviamente, como ha quedado demostrado el 20D-15 y el 26J-16, sacar más diputados que el siguiente partido no garantiza poder gobernar; ergo, sacar más diputados solo significa eso, --que has sacado más diputados—pero para gobernar habrá que ponerse de acuerdo con aquellos otros que obtuvieron peores resultados; y eso requiere negociar y pactar. Y como nos enseña el refranero popular: --mercader que su trato no entienda, que cierre la tienda--.
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Para que se me entienda, utilizando el símil futbolístico, sacar más diputados (sin tener mayoría absoluta) es como el dato de “haber tenido el balón un porcentaje mayor de tiempo que el contrario” en un partido de fútbol, que en realidad, no sirve nada más que para llevar el partido a la ronda de penaltis.
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Esa retahíla de frases hechas, repetidas una y otra vez, esperando que se conviertan en realidad, demuestra dos cosas; la primera, que los políticos leen poco; y la segunda, que desconociendo a, Baltasar Gracián: --Hemos de proceder de tal manera que no nos sonrojemos ante nosotros mismos--, les falta ese ápice de vergüenza que les impide ser conscientes, que sus palabras solo son el eco, de una mala política, llevada a cabo por políticos que no se merecen su estatus. Lo que nos lleva a recordar aquello, referido a las señoras de moral descuidada: --¿quiénes son peores, los (genérico) que pecan por la paga, o quienes pagan por pecar?--.
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El “bipartidismo imperfecto” carece de los “Maestros” que enseñen la filosofía e historia política a los jóvenes aprendices, que al carecer de ejemplos a seguir, se convierten en imperfectos autodidactas, capaces de llevar a la Nación y a sus respectivos partidos al borde del abismo; y, por tanto, de acuerdo a lo que expuso, Winston Churllil: --El político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones—, dándole la espalda a la realidad social, todo su tiempo le dedican a “las próximas elecciones” donde el resultado se ha convertido en el “fin” no en el “medio” para aplicar una filosofía política frente a la defendida por el partido contrario. Lo importante es estar (para seguir cobrando) y es indiferente hacerlo en el partido que apoya al gobierno o en el que se opone al mismo.
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Y ahí tenemos el ejemplo de Rajoy que tras conseguir su mayoría absoluta, presentando un programa electoral concreto, no se inmutó en incumplir la mayoría de las promesas electorales de las Generales de 2011. Porque lo importante no era aplicar una filosofía política concreta, sino alcanzar el gobierno, prometiendo lo que fuese necesario, toda vez que no existía el convencimiento de tener que cumplir lo prometido. Y, si llegado el caso, hubiese que pactar con los partidos secesionistas, cediendo cuestiones que dependen de la totalidad de los españoles, a cambio de un puñado de votos, se accede sin inmutarse, haciendo bueno aquello de: --si hay trato, amigos pueden ser el perro y el gato--.
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 Y, construido el sofisma, se repite por todo el país, incluso por aquellos políticos locales, en cuyos territorios será negativo lo pactado para alcanzar el gobierno.  Y, como ejemplo, “la derogación del Plan Hidrológico Nacional” (en abril de 2005) aprobado a propuesta de Zapatero,  con los votos de políticos de territorios donde el agua sería un elemento vital, para calmar la sed y fomentar la economía. Así, incomprensiblemente, se acordó que: --el agua dulce de los ríos, se vierta al mar para, una vez convertida en “agua salada”, extraerla y mediante, carísimas, desaladoras eliminar la sal para convertirla en agua dulce, con características similares a la que tenían en los ríos antes de verterse al mar.
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El parlamento actual está compuesto por un 39,4 por ciento de funcionarios (138 de 350 diputados) y el resto son miembros de la nomenklatura, encargados de adular a los, respectivos, lideres y por tanto contrarios a las listas abiertas y desbloqueadas, para que sea el aparato, y no los votantes quienes decidan, realmente, quienes les representan, y seguir limitándose a votar a unos candidatos elegidos por los aparatos de los partidos.
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Y, puesto que la realidad es la qué es, soy de la opinión que, si hubiese unas terceras elecciones, los resultados generales serán similares a los que conocemos, es decir: --será necesario pactar para gobernar--. Un acuerdo de gobierno de concentración (PP+PSOE+C`S) será mejor que un gobierno en minoría, del PP, o del PSOE. Pero para conseguir dicho acuerdo, los líderes mayoritarios deberán haber sido sustituidos, en sus respectivos partidos, por personas diferentes a los mediocres del momento.
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Creo que, aunque se llegue a un acuerdo de investidura (PP-C´s), no habrá tal investidura, y por tanto estaremos condenados a repetir (ante la carcajada de Occidente) unas nuevas elecciones en el mes de diciembre. Por lo que una de las primeras cuestiones que tendrá que hacer el futuro parlamento, cuando llegue a funcionar, es cambiar la Ley Electoral, para como ocurre en Italia y Grecia, premiar con, por ejemplo, un ocho por ciento (28) de los diputados al partido que, celebradas las elecciones, hubiese obtenido más diputados; así habría 322 diputados en disputa, y 28 se le asignarían al partido más votado. Una forma sencilla de facilitar la gobernabilidad en España, evitando que aquel partido a quien sus, potenciales, votantes (no los partidos rivales) le quitaron el apoyo electoral, se enquisten en ese ¿qué parte del no, no han entendido?
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Porque como dijo, Yoritomo Tashi: --El sentido común es el arte de resolver los problemas, no de plantearlos--. Y ya es hora de ver resueltos los problemas, no enquistarlos, para lo que la ciudadanía tiene que ser exigente a la hora de votar, o a un solucionador de problemas, o a un creador de los mismos.
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…He dicho!
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*Es Presidente del Instituto Hispano Luso

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