viernes, 26 de noviembre de 2010

Cuando viví en el interior de la cueva

* Por Ángel Rico
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Son muchas las llamadas telefónicas que he recibido tras mi anterior columna. La mayoría de antiguos compañeros de lucha agraria cuando, en la transición, tratábamos de definir la primacía de la chupa o de la austriaca”, a la hora de proponer soluciones para la agricultura de entonces, llamadas criticando mi punto de vista sobre las futuras ayudas al sector agrario español.
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Yo defendía, y sigo defendiendo, que hay que adaptarse siempre a la realidad de los tiempos. Y en una situación de “crisis general”, como la que estamos padeciendo, no tiene justificación que un sector (el agrario) considere que debe estar por encima de los demás y, por tanto, tiene que seguir recibiendo las ayudas que ha venido recibiendo en el último cuarto de siglo.
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Planteaba yo, la necesidad de que se analizase tal realidad, porque en definitiva somos todos los ciudadanos de la UE quienes, con nuestros impuestos, dotamos el presupuesto de la Unión. Es decir, si cada uno de los ciudadanos de la UE (todos) aportamos 235 euros por cabeza a la UE. Y de estos, el 40% (94 euros) van directamente a la agricultura (de los 7.500 millones de euros que reciben los agricultores españoles cada año, más de 4.325 millones son aportados por los españoles) tendríamos, al menos, la posibilidad de opinar al respecto.
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Y aquí es donde aparecen las primeras discrepancias. Los eternos representantes de los agricultores (que ostentan esa “representación” sin haber pasado por unas elecciones libres y directas) se mantienen en la postura de que “el sector Agrario necesita recibir las ayudas para subsistir” (sic) Y yo me pregunto ¿Por qué si ayudas para el sector agrario y no para el sector del transporte por carretera? Porque quienes garantizan la “Seguridad alimentaria” de los ciudadanos son los transportistas, no los agricultores. Sin transporte los alimentos se pudrirían en los almacenes.
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Porque en Europa han evolucionado muchas cosas, menos los principios y argumentos de los “representantes” de los agricultores. Ahora tenemos “Gps”, “telémóviles”, “MP5”, “BlackBerrys”, “TDT”, “la oveja Dolly”, “a Leire Pajín como ministra”, “eBooks”, “Mourinho en el Real Madrid” “el tablet-PC”, y “María Lapiedra en la porno-política catalana”, etc., es decir, la evolución ha llegado a la sociedad, menos a quiénes representan al agro. ¡Modernizarse o morir!
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Nuestro departamento de documentación está averiguando cuantos de los actuales “agro representantes” lo eran ya, cuando Fritigerno (eterno rival de Atanarico) como rey godo provocó, allá por los años 369-380 d.C, la caída del Imperio Romano en Hispania. Eso es mantenerse en el cargo y lo demás es fantasía.
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Yo que viví dentro de la cueva puedo hablar con autoridad, porque conozco la involución del agrosistema, para mantener a toda costa su status quo. Que cuesta 7.500 millones de euros al año.
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Podemos analizar bastantes subsectores agropecuarios, para concluir que se ha dedicado más tiempo a que todo siga igual, que a complementarse con los nuevos tiempos, adaptarse a las necesidades de los consumidores y, por tanto, a adecuar la oferta a la demanda.
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Por ejemplo, la realidad del sector vitivinícola, puede aclarar el inmovilismo del sistema. Cuando España se adhirió a la CEE (1986), producíamos 38 millones de hectolitros de vino, y el consumo interno era de casi 23 millones de hectolitros. Había que poner dinero público para eliminar los 15 millones de hectolitros de vino excedentarios y que no se hundiese el mercado. Transcurridos 25 años desde entonces, los parámetros actuales de este sector son los siguientes: Producción, casi 44 millones de hectolitros. Consumo interior, menos de 17 millones. Es decir: ahora los excedentes de vino nacional son de 27 millones de hectolitros. A pesar de haber recibido este subsector, cientos de millones de euros todos los años, desde 1986, no adecuó la oferta a la demanda y se mantiene la reivindicación de seguir recibiendo ayudas. Y surge la pregunta ¿Por qué, los ciudadanos de Europa, tenemos que seguir pagando indefinidamente unos excedentes que van en aumento? ¿Por qué dinero para el agro y no para las pensiones o la sanidad?
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Llegados a este punto hay que responder a la pregunta de ¿Por qué si tiene que haber dinero público para ayudar a un sector, frente a otros sectores (como el transporte) que también lo está pasando mal?
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Empecinarse en mantener las desigualdades, es fomentar agravios que pueden acabar en una paralización de la actividad general de España, si los transportistas deciden quedarse durante un mes en casa.
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Hoy el petróleo está a 83,81 dólares por barril y el litro de gasóleo a 1,199 euros litro.
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* Es Presidente del Grupo de Empresas Agrarias (GEA)

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