viernes, 19 de noviembre de 2010

Política Agraria Común, una realidad que supera la ficción


* Por Ángel Rico
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¡ Señoras, señores, la función va a comenzar !
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Como si de una función de teatro se tratará, volvemos a ver como los “líderes agrarios del sistema”, empiezan a salir de sus caparazones para interpretar la función que desde la incorporación de España al, entonces, Mercado Común en 1986 se viene representando periódicamente.
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En eso consiste su “representatividad”, en actuar cuando se levanta el telón de la negociación de la nueva PAC y pedir seguir en el pleistoceno, conservando unos derechos históricos, ilógicos, irracionales e injustos.
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La Comisión Europea ha propuesto una reforma de la PAC que permita un reparto "más equilibrado" de las ayudas directas que reciben los agricultores, eliminando las referencias históricas que en principio favorecen a los antiguos Estados miembros como Francia y España, y que apueste por un reparto más "justo" entre países y entre sectores, premie los esfuerzos para proteger el medio ambiente y prime a las zonas más desfavorecidas. Estos son los nuevos objetivos filosóficos y conceptuales.
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El documento presentado por el Comisario de Agricultura, Dacian Ciolos, en Bruselas apuesta también por un giro hacia un enfoque más 'verde'. "La agricultura europea debe ser competitiva desde el punto de vista económico, pero también mas medioambiental", resaltando que el sector "no incumbe sólo a los agricultores, sino a todos los ciudadanos de la UE, en tanto que consumidores y contribuyentes".
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El objetivo de esta reforma según esas fuentes comunitarias, será "justificar mejor ante el contribuyente" el gasto agrícola de la UE, que actualmente suma cerca de 60.000 millones de euros, en torno al cuarenta por ciento del presupuesto total de la UE. España, uno de los principales benefactores de esta política, recibe unos 7.500 millones de euros anuales. (Un billón doscientos cincuenta mil millones, de las antiguas pesetas)
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Lo que está claro es que en una situación de crisis general, hay que estudiar nuevas formulas de cálculo para que, la mareante cantidad de dinero aportado por los contribuyentes mediante impuestos, se reparta de una forma más justa entre los agricultores. Y es aquí donde se necesita la imaginación y el sentido común, frente al egoísmo irracional y escasamente evolucionado, demostrado por una parte de los dirigentes agrarios, aferrados a un sistema que les mantiene calentitos y con ingresos que nunca pasarían el más simple de los controles por parte de los contribuyentes.
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Esos líderes agrarios se presentan ante la opinión pública, es decir, ante los contribuyentes para decir, sin sonrojarse: “que los agricultores no nos conformamos con que nos sigan dando la cantidad recibida hasta ahora, queremos más” (sic) “la reforma tiene que ser además «urgente» porque «no estamos para perder el tiempo diez años más, del 2010 al 2020»” (sic)
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¿Dónde está escrito que nosotros, el Pueblo, estamos condenados sine díe a mantener la economía y el estatus del sector Agrario? ¿Por qué debe entregarse dinero fácil a los agricultores y no, por ejemplo, al sector del Transporte por Carretera? ¿Qué tienen los agricultores, de especial, que no tengan los transportistas?
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Porque de eso trata la representación teatral de la “Reforma de la Política Agraria Común”. De que unos privilegiados sigan, o no, recibiendo miles de millones de euros de los impuestos pagados por los contribuyentes.
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Mientras tanto la realidad demuestra que, como ejemplo, el sector Vitivinícola de España produce más de cuarenta y dos millones de hectolitros y solo consumimos menos de diecisiete millones. El excedente recibe, desde nuestra incorporación a la UE, dinero para ser eliminado. A pesar de esa realidad los excedentes de vino aumentan cada lustro. O, que el Transporte por Carretera de España, necesite la producción de quinientas mil hectáreas de colza, para obtener biodiesel como combustible renovable nacional y sea imposible encontrar ese biocombustible. Hecho que denunció el Presidente de la Agrupación Nacional de Transportes, José Belmonte, al no entender que: “sea más rentable, para los agricultores de secano en España, mantener sus explotaciones de barbecho en vez de introducirlas en una rotación de cultivo que puedan producir colza para biodiesel nacional”.
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Si los agricultores esgrimen una importancia especial por ser los encargados de producir los alimentos, los transportistas podrían argumentar, a su vez, que sin el servicio del transporte los alimentos se pudrirían en los almacenes y no llegarían a los consumidores. Es de esperar que no haga falta que los transportistas decidan parar su actividad durante un mes, para que la sociedad entienda, que no debe haber sectores más beneficiados que otros. Si los agricultores insisten en recibir ayudas por producir, otros pueden solicitar ayudas, en igual cantidad, por transportar.
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La clase política nacional tiene una gran responsabilidad en que se mantenga esta situación involutiva agraria, que está provocando el anquilosamiento de la capacidad productiva de España, en general, y de algunas regiones en particular. En su salario, los políticos. tienen la obligación de enfrentarse a la realidad para aplicar las soluciones en el momento. En caso contrario tendrán que enfrentarse a unos ciegos que no quieren ver, que la situación de crisis general impide el mantenimiento de unos privilegios que ya son injustos, ilícitos e indignos, por haber creado unos agravios comparativos que no pueden mantenerse por más tiempo.
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…He dicho !
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* Es Presidente del Grupo de Empresas Agrarias (GEA) de Castilla-La Mancha.

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