sábado, 19 de noviembre de 2011

A la hora de la verdad no olvidar que lo Barato sale caro

*Por Ángel Rico

“La Democracia es la necesidad de doblegarse de vez en cuando a las opiniones de los demás” (Sir Winston Churchill) En pocas horas los españoles tendremos la oportunidad de hablar, para manifestar lo que queremos que ocurra con nuestro futuro, tras una pésima gestión de gobierno, que como resultado ha provocado: --una generación perdida en España--. Podremos darle las vueltas que queramos, pero la realidad es tozuda, Zapatero ha sido el peor Presidente del Gobierno de la Democracia, y los miembros de sus gobiernos cómplices de los resultados obtenidos.

En esta campaña electoral hemos tenido conocimiento de partidos políticos con programas que no están diseñados para la realidad del momento en el que vivimos. Ahí tenemos los objetivos imposibles del movimiento 15M, de una Izquierda Unida sin rumbo e, incluso, de un Rubalcaba-PSOE dando la espalda a Europa, a la realidad del mercado, a los millones de desempleados y a las aspiraciones de los jóvenes españoles, y de unos nacional separatistas, ávidos de diferencias, de beneficios y de prebendas.

De eso se trata, en esta ocasión, de poner a cada cual en su sitio. A los políticos donde les corresponda y los ciudadanos en el suyo. Porque, innegablemente en el futuro volverá a hacerse realidad la otra máxima de Churchill, “Cada pueblo tiene el gobierno que se merece”. Ahora tenemos los argumentos y la posibilidad de ser protagonistas.

Es conocida mi opinión general en relación al Gobierno de Zapatero, por cuestiones concretas como: “el desconocimiento del potencial español en biocombustibles para el Transporte”, “el mantenimiento del sector agrario en el siglo XIX, donde es más rentable mantener 3,5 millones de hectáreas de improductivo, pero subvencionado, barbecho”, “la pésima política de ayuda al desarrollo” ó “preferir la Alianza de Civilizaciones, que aliarse con los países civilizados”. Por todo ello, no votaré al PSOE.

Pero para ganar el desafío del futuro, no basta con votar al PP, y olvidarse de la crítica constructiva posterior. Porque la cosa pública no debe dejarse –exclusivamente-- en manos de los partidos políticos, hasta las próximas elecciones. He sido muy crítico con el actual gobierno y prometo serlo, con el próximo. He denunciado a aquellos políticos (de todo el teatro político) que me parecen “manifiestamente mejorables” y lo haré desde el primer día con quienes compongan el próximo gobierno de Rajoy. Porque, un estúpido no deja de ser estúpido al ser nombrado ministro. Veamos cual es el próximo gobierno. Si parafraseamos a Cicerón: “--El primer deber de la Justicia es evitar que un hombre haga daño a otro”, y si lo aplicamos al bueno gobierno: “—El primer deber del Presidente del Gobierno es evitar que una mala elección para ministro haga daño a nuestro país”.

Durante la campaña dije que, --a mi juicio--, Rajoy prometió cosas, por ejemplo, en materia agraria que no podrá cumplir. Porque el futuro de la rentabilidad agraria, en una Unión Europea arruinada, no se podrá mantener exclusivamente a base de subvenciones, sino adecuando la producción a las exigencias del mercado. Para ese reto hace falta un ministro de Agricultura, que sea creíble. Los mayores nos enseñaron que “¡lo Barato siempre sale caro!”. Por eso, es imprescindible elegir a unos ministros que piensen en el futuro, antes que en el pasado. Que piensen en el crecimiento de sus administrados, antes que en el dinero. Máxima que es aplicable, para el ministerio de Agricultura. España no necesita más campeones en el consejo de ministros.

¡Por Dios señor Rajoy! Que no se cumpla en su designación de ministerios, lo que dijo, Boies Penrose: “La función pública es el último refugio de los incompetentes”
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Las urnas están dispuestas, y habrá que empezar a tomar decisiones a partir del día 21N, pero no se resuelve el problema solo con la elección de los responsables de los primeros niveles del gobierno, también tienen protagonismo los políticos que formarán parte de las diferentes comisiones en el Congreso y el Senado, y que con sus iniciativas parlamentarias transmiten al Legislativo los requerimientos de los contribuyentes. De esas comisiones formarán parte los políticos que, con nuestro voto, ahora elijamos en cada provincia. Bastantes de esos políticos no presentarán ni una iniciativa parlamentaria durante toda la próxima X legislatura, y a pesar de ello cobrarán un razonable estipendio por parte de los contribuyentes. Yo, con el debido respeto, no puedo dar mi voto a esos políticos.

Por todo ello reivindico una reforma electoral que obligue a los partidos a confeccionar listas abiertas para que, nosotros el Pueblo, podamos elegir –dentro de cada partido-- a los políticos que realmente piensan el los electores, dejando fuera del parlamento a las acaparadoras de cargos, sin la capacidad necesaria para atender, cada uno de ellos, con la diligencia y respeto que nos merecemos los electores.

Por principios, por reflexión, por sentido común votaré al PP, no podré votar a quien ostenta más de un cargo público y, que además, presume de no haber leído un libro en los últimos ocho años. En política hay que tener presente que: “No todo el monte es Romero” y que “lo Barato siempre resulta caro”.

…He dicho!

*Elector de Ciudad Real

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