miércoles, 17 de junio de 2015

Lo más atroz de las cosas malas, de la gente mala, es el silencio de la gente buena

*Por Ángel Rico
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¿Por qué lo he hecho?
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En relación a los comentarios incitadores “al odio por razones xenófobas, racistas, antisemitas y de vejación a las víctimas del Holocausto” realizadas en el pasado, con publicidad y alevosía, por el concejal del Ayuntamiento de Madrid, Guillermo Zapata Romero; un grupo de conmovidos por los hechos, entre quienes me encuentro, hemos reaccionado con la puesta de dichos actos en conocimiento de la Fiscalía General del Estado.
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¿Por qué lo he denunciado?
 –Por respeto a los Judíos, en general y, a los millones de víctimas del Holocausto, en particular. En la creencia de que, ese tipo de comentarios son injustificables en todos los casos, pero especialmente en quien, ostenta un cargo público. Los, inadmisibles, comentarios, a Zapata, le hicieron indigno a ser candidato a cualquier cargo público; y una vez que se convirtió en, persona pública, los que sentimos vergüenza por sus insultantes declaraciones, hemos tenido que hacer lo que, por otra parte, deberían haber hecho con antelación los poderes públicos, denunciar los hechos ante la Fiscalía General del Estado, puesto que los afectados por las declaraciones están repartidos por todo el planeta.
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Mi “reacción” (denuncia) no se ha hecho por cuestiones religiosas, ni de odio, porque los firmantes somos conscientes que –odiar a alguien sería darle demasiada importancia y, en este caso, no la tiene--, lo hemos hecho por una cuestión de dignidad, porque la dignidad debe comenzar, donde la jactancia, de Zapata, debe acabar. La dignidad no tiene sitio, ni colectivo, ni plural. Por eso, firmantes de diversas creencias y condición, hemos dado el paso para manifestar que “nuestro silencio no será cómplice de tan inadmisibles insultos”, esperando que “las palabras de nuestra denuncia sean mejores que el silencio”. Somos conscientes que “lo más atroz de las cosas malas, de la gente mala, es el silencio de la gente buena”. No queremos que los Judíos, ni el resto de personas de buen corazón, pudiesen sentirse ofendidos con nuestro silencio.
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En respuesta al gran número de personas que han preguntado si pueden adherirse a los primeros firmantes, les respondemos afirmativamente. Porque, como escribió Homero: --llevadera es la labor cuando muchos comparten la fatiga--.
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¿Qué esperamos? –Que aquellos que, hipotéticamente, pudiesen pensar que insultar, amenazar o denigrar a los Judíos, no tendrá consecuencias; tengan el convencimiento de que nos tendrán enfrente. De acuerdo con lo que expresó, Golda Meir, “Ellos dicen que nosotros deberíamos estar muertos. Y nosotros decimos que queremos estar vivos. Entre la vida y la muerte, no conocemos ningún compromiso” 
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En democracia no todo vale, porque si el consistorio de Madrid (el Carm”e-o”na) acordase democráticamente que a un judío, como un servidor, habría que meterme en el cenicero de un 600. Sería un acuerdo ilegal que, en su caso, provocaría que estuviese justificada me negativa a entrar en el, hipotético, 600 y, por tanto, a defenderme con todo aquello que fuese posible para evitarlo, porque la lección la aprendimos. Si yo viviese en Madrid, y el concejal de Cultura no hubiese sido cesado de sus funciones, me pondría, de forma habitual, una estrella amarilla en la manga izquierda y saldría a la calle, para indicar que –soy Judío—y si tienes huevos intenta meterme en un 600.
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Dicho lo cual, en la lógica “acción-reacción” se presentará una denuncia ante la Fiscalía General del Estado, comunicando estos hechos, para que desde la FGE se de traslado al Juzgado que corresponda para que estudie y, en su caso, juzgue los hechos (las palabras, en este caso, son hechos) del Concejal de Cultura del Ayuntamiento de Madrid, todos aquellos que se quieran adherir a esta “reacción” serán bien recibidos.
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A estas alturas de mi vida, lo de Zapata (o similares) no me preocupa demasiado; cuando me amenazan o me insultan, por ser Judío, se presenta una denuncia –por el delito de odio, por motivos antisemitas-- y que los tribunales decidan. Lo que me sorprende es la actitud de esos otros ciudadanos indocumentados que, pretendiendo protagonizar un papel a lo “Robin Hood”, justifican las amenazas de “los” Zapatas de turno. Porque, en este caso, no se trata de justificar un arquetipo medieval inglés, sino de ridiculizar el Holocausto. Lo cual lleva a que les informemos de aquella frase de Golda Meir: --“Podría entender que los árabes (o los Zapatas) quieran borrarnos del mapa. Pero, ¿es que realmente pretenden que cooperemos con ellos en eso?”—
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Shalom
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*Es Presidente del Instituto Hispano Luso

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