domingo, 23 de abril de 2017

La, hipócrita, corrupción que nos rodea

*Por Ángel Rico
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Usted, respetado lector, conocerá que, Carlos Dossi, dijo:-- En todos los hombres está presente la corrupción: sólo es una cuestión de cantidades—y si analizamos objetivamente esa tesis, comprobaremos que se sostiene; es decir, un ciudadano no se convierte en corrupto al llegar a la política, sino que la corrupción iba instalada en el alma de ese ciudadano, antes de llegar a la cosa pública. Cuando, por ejemplo, --observamos a ciclistas circulando, en contra de la Ley, por las aceras de la ciudad, estamos viendo a un “corrupto potencial”. --Cuando en un supermercado usted, respetado lector, está situado el cuarto en la cola para efectuar el pago de la compra, al estar funcionando solo una caja; y al abrirse otra caja comprueba como las personas situadas en esa misma cola, en los lugares octavo y décimo, corren raudos y veloces, a ponerse los primeros en la caja recién abierta, usted estará viendo a  otros “corruptos potenciales”; --lo mismo puede aplicarse a quienes le roban la señal wifi al vecino del cuarto piso; --o a quienes paseando a sus perros dejan, sin recoger, los excrementos perrunos en las aceras de la ciudad. La corrupción no es una cuestión de cantidad. Esas personas que –consideran admisibles pequeñas corruptelas (en la vida civil), admitirán grandes corrupciones, como aceptables, si son designados para cargos políticos de responsabilidad--. Ergo, la corrupción no solo es una enfermedad que afecte a los partidos políticos, sino que está en la actividad cotidiana de la sociedad, porque se viste con infinitos disfraces.
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La corrupción, de la cosa pública, no solo consiste en “llevárselo crudo”; sino que también hay corrupción en aquellos cargos públicos (burócratas) que, en el ejercicio de su responsabilidad, no hacen nada para demostrar que fue un acierto su elección para el cargo, salvo dejar pasar el tiempo y cobrar sus retribuciones. Limitándose a dejar que los asuntos se pudran en el cajón. Esos funcionarios, --locales, autonómicos y en el gobierno central--, también son corruptos y acaban siendo un cáncer para la sociedad a la que teóricamente deberían servir con diligencia, independencia y profesionalidad; actuando bajo el dañino principio de –la mejor forma de no equivocarme es no tomar decisiones--
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La corrupción no es obligatoria, pero es el organismo nocivo, que sobrevive en la sociedad; porque los parásitos nunca matan a su huésped, sería una falta de educación. Y, así periódicamente, en España en las elecciones Generales –se ponen a la venta 350 diputados como nuevos, ya que jamás trabajaron en la vida--. Lo mismo ocurre en las elecciones autonómicas; se trata de elegir entre unos presuntos corruptos, por otros potenciales corruptos.
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Prueba de lo anterior, es el pedigrí que ya es posible conocer de ese partido –lenininista-populista-- que, al ser el que más vociferaba, en contra de la corrupción del sistema político, llegó a acceder a unos cargos públicos, donde ha demostrado, en muy poco tiempo, que como dijo, Augusto Roa Batos: --El poder de la infección de la corrupción es más letal que el de las pestes--. Y, ahí están los ejemplos, de corrupción, de los munícipes populistas de Madrid, Barcelona, Valencia, Zaragoza, Cádiz, La Coruña.
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Oliver Clerc, describió la asimilación de la corrupción por parte de la sociedad, en la paradoja de “la rana en agua hirviendo”, a saber: -- Si echamos una rana en una olla con agua hirviendo o muy caliente, esta salta inmediatamente hacia fuera y consigue escapar. En cambio, si ponemos una olla con agua a temperatura ambiente y echamos una rana, esta se queda tan tranquila. Y si a continuación empezamos a calentar el agua poco a poco, la rana no reacciona sino que se va acomodando a la temperatura hasta que pierde el sentido y, finalmente, muere achicharrada--. Así es la reacción de la sociedad, frente a la corrupción que la rodea; corremos el riesgo de perecer por al aceptar que: --el fin justifica los medios--. Ese es el signo de la corrupción en la sociedad presente.
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La anterior paradoja es una metáfora, sencilla y gráfica, de lo que ocurre con la corrupción, a los seres humano, tanto como individuos, como en equipos y organizaciones políticas; tendemos a acomodarnos en lo conocido, en la zona cómoda y llegamos a negar incluso que permanecer distantes limita nuestras posibilidades de ser objetivos; al quedar contagiados, sin ser conscientes que, al tomar distancia del hecho, observándolo desde lejos, estaremos participando en el lento y gradual proceso, de lo que en casos extremos criticamos. Qiu Xiaolong, dijo que: --las novelas negras son tan populares porque hay casos de corrupción similares en todas partes—
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En definitiva, lo que nos aleja de la corrupción política no son los colores –azul, rojo, morado o naranja--, sino el talante de las personas que se pongan la camiseta representativa de una sociedad que no es inmune a la corrupción civil, porque como dijo Don Quijote: --sábete, Sancho, que no es un hombre más que otro, si no hace más que otro—Pues, aplíquese esa filosofía a la hora de hablar de la, hipócrita, corrupción propia frente a la ajena.
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…He dicho!
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*Es Presidente del Instituto Hispano Luso

1 comentario:

  1. "Cambio trabajo estable por puesto en política, no importa partido. También admitiría enlace sindical, nivel provincial mínimo"

    ��

    (Pues, eso)

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