(*) Por Ángel Rico Escribano
Tengo que confesar, respetado
lector, que me sorprende la actitud de una gran mayoría de españoles que actúan
de una forma mansón-a (aumentativo de
manso) cuando el “presiMiente” pronuncia “gobierno de progreso, o ayuditas para
…”. Sin ser conscientes que el felón I de La Moncloa miente, sea cual fuere su relato, cuando calla, cuando habla, cuando promete,
cuando cambia de opinión, cuando repite las cosas 20 veces, cuando dice es
constitucional, o cuando dice que la
economía va como “un-amoto”, miente, y el felón de La Moncloa, sabe que lo
sabemos.
Con la ayuda cómplice del “Cuarto
Poder”, el “presiMiente” mantiene fentanilada a la sociedad española que como
la droga parecida a la Hermosa Yenni “sintética”,
y con similares efectos: que incluyen felicidad extrema temporal,
aletargamiento, náuseas, confusión, estreñimiento, sedación, tolerancia, adicción,
depresión respiratoria, pérdida del
conocimiento, voto al PSOE, coma y
muerte. No tiene capacidad, ni equipo, ni principios para dirigir un gobierno
que pueda estar a la altura económica de las principales economías del planeta.
Y como es consciente de todas sus limitaciones, invirtiendo en propaganda,
mucho dinero de los españoles, ha convertido España en una dictadura digna de
ser miembro del Grupo de Puebla, y si hay que aplicar las políticas comunistas,
pues se aplican y se envuelve en el papel de “gobierno de progreso” para seguir
tirando semana a semana. Con oxímoron, como “construir con el Partido de los
Negocios Vacos (PNV), Bildu (ETA, con otra marca) o Junts (los fascistas de
Pujol) un gobierno de progreso, con estos mimbres, es como hablar del agua
deshidrogenada.
Para tener éxito en una política
tan maloliente, el “presiMiente” aplica
el condicionamiento
clásico de la
teoría del aprendizaje que fue descubierto por el fisiólogo ruso Ivan Pavlov. Concepto que ha tenido una gran influencia en la
psicología y en otras áreas de estudio, explica cómo los organismos aprenden a
asociar estímulos y respuestas, al igual que las sociedades fentaniladas, Pavlov
descubrió que podía condicionar a los perros para que saliven ante estímulos
que no estaban directamente relacionados con la comida, como el sonido de una campana.
Para llevar a cabo sus experimentos, Pavlov colocaba a los perros en un
recinto experimental y les administraba comida después de tocar una campana,
observando que los perros comenzaban a salivar antes de que se les diera la
comida. Esta respuesta, que se conoce como "salivación
anticipatoria", es
la que el “socialpijomunismo” de Sánchez aplica todas las semanas, con las
palabras “ayuditas para esto o para lo otro” y “gobierno progresista”; con el
hecho indiscutible que por cada 100 euros que les pueda dar a los ciudadanos, a
esos mismos ciudadanos les quita 180, mediante la subida de impuestos y el
encarecimiento de los productos y servicios básicos habituales.
Respecto
al impresentable acuerdo con los racistas catalanes, no ha dicho nada, el
tertulianismo de sensibilidad racial oscilante, al conocerse que una de las
cláusulas del «impuesto revolucionario» girado por Puigdemont a Sánchez y
aceptado por éste consiste en ceder a una formación xenófoba la gestión de la
inmigración en Cataluña. Un acuerdo con un racista, pero (dicen en el PSOE) “es
nuestro racista”. Y así, tacita a tacita, les está facilitando, ilegalmente,
los instrumentos para que los separatistas catalanes y vascos vayan
construyendo unos “estados” distintos del español. Lo próximo será el control
de armas y ejército propio.
La “progresista”
izquierda ha manipulado la palabra xenofobia para aplicarla a todo tipo de
críticas a las políticas de inmigración. Mezclando el odio hacia el extranjero,
hacia otra raza o cultura, con el cuestionamiento de políticas del estado del
bienestar, y para que un xenófobo, Junqueras, critique a otro, a Junts,
porque eso que quiere hacer con la inmigración, en Cataluña, es de «extrema
derecha». Cuando los nacionalistas han sido xenófobos siempre, practicando
xenofobia a raudales contra inmigrantes llegados a Cataluña y País Vasco de
otros lugares de España. Xenofobia de derechas, Junts y PNV, y xenofobia de
izquierdas, ERC y Bildu. Contra los «charnegos» y contra los «maquetos», y
después, contra todos los que se han resistido a sus políticas racistas, sean
nietos de inmigrantes o de los ocho apellidos vascos y catalanes.
Así, entre concesión ilegal y otra concesión ilegal, se repiten las palabras malditas “ayuditas para esto y para lo otro, desde un gobierno progresista”. Y la sociedad se lo traga, siguiendo a Pavlov, por el estímulo que ya posee un carácter significativo para el sujeto. Es decir, un estímulo que es capaz de provocar una respuesta por sí solo. En el experimento de Pavlov, el estímulo incondicionado sería la comida y en el “socialpijomunismo” las ayuditas. Y la campana del felón I de La Moncloa, suena y suena desde la mayoría de medios de información del sistema.
Es la propia sociedad la que necesita, primero, ser consciente de que está siendo
engañada para, después, aplicar las soluciones al problema y no dejar que la
enfermedad “social-comunista” se gangrene. O, en la estrategia de acabar con la
dictadura comunista del presiMiente, nos implicamos todos, desde nuestros
círculos de influencia, o cuando seamos conscientes del aletargamiento social,
estaremos cerca de perder el conocimiento y, socialmente, habremos muerto al no
existir, de facto, una Democracia donde todos seamos libres e iguales ante
la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento,
raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia
personal o social.
No hay diferencia entre comunismo y socialismo excepto en
la manera de conseguir el mismo objetivo final: el comunismo propone esclavizar
al hombre mediante la fuerza, el “socialpijomunismo” mediante el
voto. Es la misma diferencia que hay entre asesinato y suicidio, el final
es el mismo.
--.•. ¡…He dicho!
(*) Es Presidente del Instituto Hispano Luso
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