domingo, 25 de abril de 2010

Por dignidad

Por Ángel Rico *
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Hemos podido contemplar en las últimas semanas los resultados de la política de escaparate en Castilla-La Mancha. El debate sobre el Estatuto de Castilla-La Mancha ha puesto de manifiesto la realidad política habitual del (todavía) Presidente de Castilla-La Mancha.
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Barreda, a la hora de afrontar los diversos problemas que existen en la región, ha utilizado la inútil fórmula de reunir a los subvencionados representantes de los sectores afectados y hacerse “la foto”. Después de la foto los subvencionados volvían a su rutina, con la garantía, de seguir siendo subvencionados y Barreda tenía un titular de prensa para esgrimir y con el que, como único argumento político, poder consolarse.
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Las pretensiones (justas por otra parte) de que Castilla-La Mancha pueda disponer de la cantidad de agua que necesita para su desarrollo, se han visto anuladas por otras pretensiones (tan justas como las nuestras) de otros que también quieren el agua. Y aquí es donde, lamentablemente, se han manifestado las carencias políticas de Barreda.
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A la hora de determinar, políticamente, qué pretensiones tenían más razones, si las de Castilla-La Mancha o las de Murcia, vimos con estupor y con un tanto de vergüenza, como el Presidente de Murcia (Valcárcel) colocaba sobre la mesa de debate “argumentos políticos” y el Presidente de Castilla-La Mancha colocaba sobre la misma mesa solo “fotos”. Obviamente tuvieron más peso las razones políticas que las fotos.
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Ahora Barreda, va a pedir que las Cortes de Castilla-La Mancha “planteen la retirada de la reforma del Estatuto”. Petición que realizó en “declaración institucional” flanqueado por los (subvencionados) componentes de la Mesa del Agua de Castilla-La Mancha. “La última propuesta que, al respecto, se hizo en la Comisión Constitucional del Congreso era humillante e inaceptable”, dijo.
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Y sobre esa afirmación, con el debido respeto, discrepo. Lo que resultó humillante y por tanto inaceptable, fue que los diputados y senadores socialistas de Castilla-La Mancha votaran a favor de la derogación del “Plan Hidrológico Nacional”. Ley, que para mayor humillación, había sido votada por las Cortes de Castilla-La Mancha, con el voto del propio José María Barreda. Y ya se sabe: “Roma no paga a traidores”.
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De aquella humillación inicial, vienen los presentes resultados. De aquella injusta y absurda actuación política, tenemos las perjudiciales consecuencias para esta región. Barreda no supo, (entonces ni sabe ahora) utilizar su fuerza política en el Congreso de Diputados para conseguir resultados para la región que (todavía) preside.
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La relación histórica de Castilla-La Mancha con el agua, pudo cambiarse con éxito, con la aplicación en toda España del derogado “Plan Hidrológico Nacional”. No mediante la introducción (ahora) en la reforma del actual Estatuto de Castilla-La Mancha, de unos considerandos particulares que perjudicarían a Valencia y Murcia y que, por tanto, suscitaría la frontal oposición política de los máximos representantes de esas comunidades autónomas. Planteándose la batalla de la “política frente a las fotos”.
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Cuanto antes admita esta realidad Barreda, antes podrá empezar a actuar políticamente. En caso contrario lo veremos de foto en foto, como las folclóricas pasadas de moda, hablando de (aquel) su “publico que tanto me quiere y a quien tanto debo”.
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La traición a Castilla-La Mancha con la derogación del Plan Hidrológico Nacional, esta suponiendo, de hecho, que miles de hectómetros cúbicos de agua del río Ebro se viertan inútilmente al mar. Mientras en la España seca nos peleamos por las migajas de un agua que, como solución crónica, tenemos que seguir utilizando en Castilla-La Mancha, Murcia y Valencia. Y es justo recordar, que de los tres máximos representantes de las comunidades implicadas, solo (exclusivamente) Barreda aceptó la derogación de la solución de agua para todos que suponía el PHN. Repito: “Roma no paga a traidores”.
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Hacer política no es humillarse a Zapatero, para tener garantizados teóricos favores posteriores. Hacer política es poner, en cada momento, sobre la mesa la fuerza política que se tenga para defender los intereses de los ciudadanos de la región. De no hacerlo así, solo deja al político la alternativa que dijo Marshall Mcluhan: “La indignación moral es la típica estrategia con que el idiota pretende dotarse de dignidad”.
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…He dicho!
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* Es Presidente de ADRIE

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