domingo, 4 de diciembre de 2011

En Egipto, a más Alá menos democracia

*Por Ángel Rico
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“Cuando las palabras pierden su significado, la gente pierde su libertad” Confucio
. El pasado 12 de febrero, un servidor de ustedes escribía en estas páginas: “Les prometo a ustedes que transcurrido un año desde hoy, volveré a escribir aquí mi visión de lo que, entonces, esté ocurriendo en Egipto” en el artículo que titulé: –La equívoca revolución de Egipto. Pues bien, no ha hecho falta que transcurra un año para cumplir aquella promesa.
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Occidente abría sus informativos con la noticia de: --la revolución de Egipto, donde miles de ciudadanos reunidos en la Plaza Tahrir, del Cairo, reivindicaban “Democracia”. En aquella ocasión yo ponía en duda dos cuestiones, la primera: “--Que fuera Democracia lo que pedían las revueltas, porque no se puede pedir lo que se desconoce” y, la segunda: “--Que en Egipto se llegase a conquistar la Democracia
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Desgraciadamente mis temores tenían fundamento, los ciudadanos egipcios han pasado de la dictablanda de Mubarak, a la dictadura del Islam, que impedirá cualquier resquicio de “Igualdad”, “Libertad” y “Derechos del Hombre”. Donde se impiden esos Derechos no hay Democracia como la concebimos en occidente. Egipto se aleja del panarabismo de Gamal Abdel Nasser, adentrándose en el fundamentalismo salafista, que defiende el islamismo como la seña de identidad, donde la Sharía es el conjunto de normas basadas en el Corán para regular la vida, en los países donde son protagonistas y que propugna la fuerza para hacerlo posible.
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Con la llegada al legislativo de los Hermanos Musulmanes y la aplicación de los preceptos salafistas, la lectura de los libros libres quedará relegada a la exclusiva lectura del Corán. El salafista, Abdelmonem El Shahat, en la campaña electoral afirmó: “--que la Democracia es pecado y que convendría matar a los ateos”. Es decir, entre otros, a mí. Ese es el Egipto tras las protestas de la Plaza Tahrir, donde los Hermanos Musulmanes fueron el caballo de Troya. Al igual que lo están siendo en Túnez, en Libia y en Marruecos.
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Con una simple aplicación del intelecto se concluye que los términos “Democracia” y “Corán” son antagónicos. Y siguiendo las enseñanzas de nuestros mayores, --los datos no se discuten, los datos se contrastan--, y leemos el Qur’an, veremos que donde se aplica el mismo como principio de la legislación, la Democracia y la Libertad, nunca podrán existir. En un país, Egipto donde, además, el 60% de las mujeres y el 40% de los hombres, no saben leer ni escribir.
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Las mujeres musulmanas irán cubiertas por el niqab, la prenda tradicional que sólo deja los ojos al descubierto. Porque ante el Corán, la mujer tiene el valor que tiene, por ejemplo, su testimonio vale la mitad del de un hombre (Sura 2 – versículo 282- Al-Baqara).
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Y si teméis no ser equitativos con los huérfanos, entonces casaos con [otras] mujeres que os sean lícitas: dos, tres o cuatro; pero si teméis no ser capaces de tratarlas con equidad, entonces [sólo] una --o [con] aquellas esclavas que sean de vuestra propiedad. Esto hará más probable que no os desviéis de la rectitud. (Sura 4 – versículo 3 – An-Nisa). (sic)
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Con relación a [la herencia de] vuestros hijos, Dios os prescribe [lo siguiente]: al varón le corresponde el equivalente a la porción de dos hembras; pero si hay más de dos mujeres, les corresponden dos tercios de lo que [sus padres] dejen; y si sólo hay una, recibirá la mitad. (Sura 4 – versículo 11 – An-Nisa). (sic).
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Realmente podemos afirmar ¿Qué las mujeres que se han visto en Egipto, Túnez o Marruecos, esgrimiendo un ejemplar del Corán, querían verse condenadas a lo que dicho libro ordena? Coincido con ustedes, ¡No!
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En toda obra de teatro que se precie siempre hace falta un tonto útil que justifique el guión, en este caso ese papel lo está interpretando el Nobel de la Paz, Mohamed el Baradei, que de tanto escuchar las alabanzas de los payasos occidentales de reparto, justificó con su presencia, un proceso electoral donde no hubo igualdad, y donde muchos, entre ellos el Gobierno de España, mediante la (entonces) dicharachera ministra de Exteriores y Cooperación, Trinidad Jiménez, alabó la representación de la Plaza de Tahrir, afirmando que aquel movimiento fue espontáneo. Nada más lejos de la realidad.
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Ahora el islamismo lo tenemos en el patio de casa. Y el islamismo es como es, la ley islámica es sólo una, no puede haber más interpretaciones. Por tanto hay que prever que lo que ocurra en Egipto y en Túnez, acabará ocurriendo en Marruecos. Lo que nos acabará afectando por los intereses y reivindicaciones del país vecino, respecto a España. Por lo que hay que dejar bien claro que España es una e indivisible, y que Ceuta y Melilla son tan parte de España como Ciudad Real. Y no solo porque lo diga el artículo 2 de la Constitución, sino porque la mayoría de los españoles lo tenemos claro.
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…He dicho!
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*Es Presidente del Instituto Hispano Luso, Argentino, Brasileño

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