*Por Ángel Rico
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Es
sabido que “en la vida no hay premios ni castigo, sino consecuencias”; esa
máxima deben ir asumiéndola los dirigentes del PP, en general, y los candidatos de ese partido en las próximas
elecciones, en particular.
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¿Por qué digo esto? –Porque, se está extendiendo entre los votantes del PP y, sociológicos votantes futuros,
la consigna de que, para interaccionar con las incomprensibles actuaciones de las
políticas del PP, y puesto que –no
se percibe vida inteligente en la política del PSOE--, habrá que utilizar las papeletas del PP para transmitir la opinión de los electores a la clase
política--.
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¿Cómo transmitirán esa opinión? –Depositando en las urnas las papeletas del PP, pero habiendo tachado previamente
el nombre de aquellos candidatos que han demostrado una reiterada incompetencia
y falta de atención o de respeto hacia los intereses de los electores--. De esa
forma, técnicamente habrán votado al PP,
pero al tachar el nombre de los –mediocres, incompetentes, soberbios y arrogantes—
candidatos, quedaría invalidado el voto, viéndose perjudicados el resto de
candidatos del PP que hayan actuado
de una forma más racional.
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En
las diferentes reuniones de colectivos sociales perjudicados por las políticas
del PP, en general, y de los
políticos de cada circunscripción, en particular, se coincide que: --si la
dirección del PP, propone a
políticos triviales como candidatos, para las elecciones Europeas, Regionales,
Municipales y Generales (cuando correspondan) los votantes del PP, votarán al PP, pero haciendo notar su importante protagonismo en la cosa
política, dejando de ser invisibles--. Y quien deba entender, que entienda.
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Aquellos/as
políticos/as, que en la actual legislatura se hayan caracterizado por: --no
responder a las solicitudes de reunión realizadas por colectivos determinados,
ocultándose tras el despreciable silencio administrativo, deben ser conscientes
que su nombre será señalado por la delatante tinta del bolígrafo electoral.
Consecuencias que tendrán que ser tenidas en cuenta por todos aquellos que se
verán perjudicados por tan vergonzante compañía.
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Y
es que, las actuaciones en política deben tener consecuencias, porque: --Las
decisiones de ayer y de hoy, serán las consecuencias del mañana--.
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Que
a los candidatos del PP (o del PSOE)
no les voten ciudadanos sociológicos del PSOE
(o del PP en caso contrario) no tiene demasiada importancia, porque lo tienen
asumido; pero que voten al partido electores sociológicamente identificados con
el partido propio, y que el voto no sirva al quedar invalidado, al ser tachado
el nombre de los –mediocres, soberbios, arrogantes, inútiles--, es otra cuestión.
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Los
partidos políticos, no son ni buenos ni malos, es la actitud de sus
representantes, quienes los hacen simpáticos o insoportables, porque: --¿Qué
culpa tiene el partido político de José
María Aznar, de Gregorio Ordóñez, de María San Gil, por ejemplo, de la
actuación de Carlos Iturgaiz, en el Parlamento Europeo, de Mariano Rajoy, Alberto Ruiz-Gallardón,
Jorge Fernández Díaz y José Manuel
Soria, en el Gobierno de España, o de
María Luisa Soriano, (y Cospedal por
permitirlo) en el Gobierno de
Castilla-La Mancha? Y aquí es donde aparecen las consecuencias del “quid
pro quo” político. –Les trataremos con la misma diligencia o indolencia
que cómo ustedes nos hayan tratado en el pasado--. ¿Esta reacción la entienden ustedes?
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El
distanciamiento entre la actuación de los políticos y las consecuencias de esas
acciones, deben desaparecer, de forma tal que: --los políticos asuman que ante
cada acción política, habrá una reacción social directa para quienes protagonicen los actos,
por acción o por omisión; reacción, incluso de los propios partidarios --,
principalmente ahora, que –al no existir las candidaturas abiertas--, tachar el
nombre de un mediocre, afectará al resto de las candidaturas.
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Sectores
como: --los autónomos del transporte de mercancías por carretera; los emprendedores en energía nacional y
renovable; los jóvenes que podrían tener trabajo y no lo tienen, etc., y las
familias y amigos de todos ellos, y de otros colectivos, tendrán la palabra y
el bolígrafo para apoyar o denigrar el currículo político de cada cual. Las
consecuencias de aceptar, en las candidaturas electorales, ir en peligrosas
compañías, tendrá consecuencias. Sobre todo, cuando salir o no elegidos, ganar
o perder, será cuestión de un puñado de votos.
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Cuando
el peso total del sector del transporte por carretera en el PIB, en todos sus
componentes macroeconómicos (gasto público, empleo, fiscalidad impositiva,
consumo e inversión) es de enorme importancia en el marco de la economía
nacional e influye en la actividad y desarrollo de otros sectores productivo
como el industrial o el turismo, y la
existencia de políticos que dificultan la actividad, merece que tal
mediocridad, tenga consecuencias.
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Empieza
a ser necesario que el resto de políticos perjudicados, por las consecuencias
derivadas de la apatía de sus colegas, levanten la voz para dejar claro que hay
gente que deberá estar fuera de la actividad política. Es más sabio el que se
atiene de antemano a las propias consecuencias de sus malas acciones, que el
que se lamenta cuando las sufre.
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…He dicho!
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*Es Presidente del Instituto Hispano Luso
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