*Por Ángel Rico
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Mi
primer acto público de “movimiento social” podría fecharse en los días
anteriores al 22 de noviembre de 1975 cuando, tras la muerte del dictador Franco, hubo la posibilidad de:
--conseguir un número suficiente de interesados para asistir a “la coronación
de Juan Carlos I” y en ese caso,
comunicarlo en la “Hermandad Sindical de Labradores y Ganaderos” para que
pusiesen a disposición del grupo un microbus--. Nosotros desde Tomelloso, fuimos 23 personas.
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Aunque
han pasado, 14.089 días, lo recuerdo como si hubiese sido ayer; el viaje y la
niebla, la caminata desde donde nos dejó el autobús hasta la Plaza de Oriente en Madrid, la gente, ¡mucha
gente! y yo, con aquel horrible gorro de lana con los colores de la bandera
nacional, viendo pasar los reyes, en coche descubierto con la Compañía de Lanceros a
caballo y, después, el saludo a la multitud desde el balcón del Palacio Real; donde, hasta entonces,
era Franco, como Jefe del Estado, el
que habitualmente dirigía su discurso a la multitud: --“Españoles, la situación corresponde a una conspiración masónica
izquierdista…” (sic)-- (El 1 de octubre de 1975 fue la última vez que el
dictador habló desde el balcón)
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A
la mayoría de aquellos jóvenes --¡éramos tan jóvenes!-- que viajamos aquel día a un acto tan singular, nos movía,
fundamentalmente, el espíritu de la aventura de un viaje a Madrid, más que el interés político de comprobar, de forma directa,
como el dictador era sustituido por quien, previamente, había designado el
propio dictador.
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En
el viaje de vuelta al anochecer, --también con niebla--, los comentarios de los
viajeros estuvieron centrados en las vivencias que, unos y otras, habíamos
protagonizado en ese día. –Recuerdo todo aquello, con increíble nitidez, incluso
todo lo dicho por “CNN”-- El interés por las posibilidades políticas que se abrían
en España, a partir de entonces,
apareció en un servidor con posterioridad. Tal vez por ello, nos implicamos
tanto en lo que el Presidente Suárez
defendía, mediante aquel partido político –Unión
de Centro Democrático (UCD) — que se había creado con fecha de
caducidad; con una especie de programación de autodestrucción, para desaparecer
tras hacerse lo que debía ser hecho con aquel eslogan de “Fieles al Centro para
un futuro sin riesgo”.
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Hoy,
con los políticos en activo que conocemos, habría sido imposible consensuar una
constitución, ni una estrategia común de defensa nacional, ni nada parecido,
que beneficiase a la ciudadanía.
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Después
de aquel, 22 de noviembre de 1975, vinieron muchos más actos de movimientos
sociales, y –construimos el mayor movimiento agro-rural independiente conocido--,
hasta que el sistema engulló el movimiento, integrándolo en la “casta” político
sindical, alimentada por el momio oficial, que está corrompiendo España desde entonces, pero de eso
hablaremos en otro momento.
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Ahora
que el debate está entre “monarquía”
o “república”, soy de la opinión que
lo que procede es “más Constitución”
y, sin salirse de los límites fijados en el máximo ordenamiento jurídico,
llegar a donde la mayoría acuerde que se debe llegar, sin traumas, sin trampas
y sin atajos.
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Una
parte de la ciudadanía, evidentemente con poca información, propone como
aceptable saltarse lo regulado en la Constitución
para, mediante un atajo, --justificado para ellos--, plantear un referéndum que
apruebe instaurar la república, olvidando que, en el momento que se acepte,
como hipótesis de trabajo, saltarse la Constitución
para conseguir los objetivos propios, se estaría admitiendo que, cualquier
grupo de intereses contrarios a los primeros, podría utilizar atajos para
lograr sus otros objetivos. Y, una vez fuera de la ley los unos y los otros,
acaba ganando –como la Historia nos
enseña—el que pone sobre la mesa el “pistolón más grande”. Por ello hoy día,
fuera de la Constitución , solo
queda “venezuelizar la convivencia”.
Es decir, --eliminar la libertad y el libre albedrío a favor del mantenimiento
de la “podemostidura”--.
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Las
diferentes tendencias, de aquellos que quieren hoy disponer de un referéndum,
obviamente ilegal, son: --“la, 2+1,
república tricolor”, “derecho a decidir irse del conjunto nacional”, “estado
federal asimétrico”, “centralismo nacional” (similar
al jacobinismo francés), incluso, el “podermismo asambleario”. Tendencias
respetables, en una filosofía liberal, pero que habrá que acordarse aplicando
la ley y, nada más, que la ley.
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Un
servidor, que ha tenido la oportunidad de codearme desde entonces, con los
políticos de todos los colores y en todas las legislaturas, he llegado a una
conclusión personal: --Cada nueva legislatura aporta a la sociedad políticos
con peor preparación, intelectual y política, que la legislatura anterior--. Y
esa conclusión íntima es aplicable a todos los partidos políticos del momento.
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Para
muchos políticos y ciudadanos, es conveniente recordar lo que dejó escrito, Tucídides: --“La historia es un incesante volver a empezar”--, hagámoslo,
entonces, con conocimiento y sentido común, para no tener que recitar aquello
de:
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Lo
nuestro duró,
lo
que duran dos peces de hielo
en
un güisqui on the rocks …
y
no vernos, (por tanto)
como
un perro de nadie,
ladrando,
a las puertas del cielo.
Con
la cofradía
del
santo reproche,
y,
tardar, en aprender,
a olvidar (el error) 14.089
días
y 14.088 noches.
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…He
dicho!
.
*Es Presidente del Instituto Hispano
Luso
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