domingo, 24 de diciembre de 2023

Aceptar al “presiMiente” es incubar el huevo de la serpiente

 (*) Por Ángel Rico Escribano

La versión española del huevo de la serpiente, de la que somos hoy testigos, no se trata ya de una película de ficción, sino de una preocupante realidad. Con la política de “felón I de La Moncloa” tenemos delante una serie comunista diaria  cuyos episodios transcurren sin pausas y a la vista del mundo entero, sin necesidad de suscripción alguna, con el apoyo de las televisiones del régimen y la prensa apesebrada.

Ahora, como entonces ocurrió en Alemania con el nazismo, tenemos la paradoja de que a pesar de que todo el mundo veía lo que se avecinaba, nadie previó las consecuencias finales. Es un tema que se ha repetido a lo largo de la historia con las dictaduras: se han dejado incubar huevos de serpientes que al crecer se han vuelto incontrolables. Ahora está eso ocurriendo en ex – paña.

"El huevo de la serpiente" es una expresión que se popularizó a finales de los años 70 y principios de los 80 pero que hay que volver a utilizarla     a modo de alerta sobre inminentes peligros que se ciernen sobre la sociedad española. El futuro próximo de España es predecible como un huevo de serpiente, a través de cuya fina membrana se puede distinguir el pequeño reptil ya formado. Ocurrió entonces, en Alemania, al alertar sobre el peligro que encierra una vez salido del huevo, se establecía un simbolismo con una sociedad donde ya se vislumbraba el peligroso auge del totalitarismo nazi, algo que entonces nadie quería admitir a pesar de la virulencia del lenguaje que se utilizaba contra quienes no pensaran igual.  Algo similar ocurre ahora en España, con el “socialpijomunismo” y el mentiroso “gobierno de falso progreso, terrorista y separatista”.

De ahí la importancia de vigilar el huevo de la serpiente sanchista no vaya a ser que algunos descuidos permitan que se incuben odios sociales y esos monstruos que si bien vistos a través de la membrana parecieran inofensivos cuando crecen, como el sanchismo  se volverán incontrolables. Ninguna sociedad está vacunada contra ese peligro. Traspasar y traspasar líneas rojas, es ser cómplices de los terroristas y separatistas.

En Alemania, el gobierno nazi no intentó atraerse solo la simpatía de las elites económicas y los trabajadores. “Hitler fue directamente a captar a la juventud”. La estética radical, violenta y deportiva del nazismo sedujo a los más jóvenes, siempre desdeñosos con los discursos moderados. La peripecia personal de Hitler atraía a las nuevas generaciones, pues parecía una historia de superación. Excombatiente, vagabundo durante un tiempo y sin estudios superiores, había sorteado todos los obstáculos mediante la voluntad. Se ocultaba, claro, su oportunismo y su talento para la manipulación. A que a usted, respetado lector, le suena el parecido político. Se parecen como una gota de agua a otra gota de agua.


El periodista sevillano, Manuel Chaves Nogales subrayó  la mediocridad de Hitler: “Cada vez se ve con más claridad que para esta faena de gobernar dictatorialmente a los pueblos no son precisas unas dotes excepcionales […] Las dictaduras favorecen el encumbramiento de las medianías, de los señores discretos con gabardina. [En una democracia], los periodistas fracasados no tienen tantas posibilidades de convertirse en semidioses de la noche a la mañana”.  Chaves Nogales entrevistó a Goebbels y le pareció un tipo grotesco y ridículo, pero no le pasó desapercibido el peligro que representaba: “Hay en él la misma capacidad de sugestión y dominio que en todos los grandes iluminados, en todos esos tipos nazarenoides de una sola idea encarnizada: Robespierre o Lenin […] Es de esa estirpe dura de los sectarios, de los hombres votados a un ideal con el cual fusilan a su padre si se les pone por delante”. En España no ha habido así más que algunos curas carlistas, hace ya muchos años”. Sánchez, es más peligroso que los curas carlistas porque ha comprendido la importancia de la propaganda y sabe aprovechar las nuevas tecnologías para difundir su mensaje de odio y exclusión. De ahí la importancia de vigilar el huevo de la serpiente no vaya a ser que algunos descuidos permitan que se incuben odios sociales y esos monstruos que si bien vistos a través de la membrana parecieran inofensivos cuando crecen se vuelven incontrolables. Ninguna sociedad está vacunada contra ese peligro. Y la española, tampoco.

Estamos comprobando como el “presiMiente”, según le convenga, dice una cosa o la contraria, con el único objetivo de mantenerse en el poder, como un dictador cualquiera de manual. No es, ni será, leal con nadie, venderá a quien sea, a todos los de su gobierno, en el momento que lo considere beneficioso para sus intereses de ese momento. Y se adapta a aquello de “un hombre vale lo que su palabra vale”; es decir (con perdón) una mierda. Lo que sería un “mierdaner”. No se puede permitir que España sea devorada por unos buitres que son minoría respecto al total de españoles en la totalidad de un territorio donde el Artículo 14 de la Constitución española, indica que: “los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”.  Fingir naturalidad y mentir non stop están en su ADN pero, el felón I de La Moncloa,  ya no engaña a nadie. 

El hecho de darle a los separatistas y terroristas, lo que hace medio año negaba que haría, demuestra que el “presiMiente” es un mal representante de la política española del presente, y todos aquellos que con su voto o su silencio son cómplices necesarios en tan perjudicial sucesión de hechos, deben saber, cuando se miren al espejo, que son tan tóxicos como el comunista de La Moncloa. Y, como aquel, lo acabarán pagando.

El vergonzoso cabezazo ante la señera catalana, es otro evidente ejemplo de que hará cualquier cosa, para que los enemigos de España, le sigan manteniendo en un cargo que no se merece, por mentiroso, por inútil y por felón. Algo que tenemos que tener presente el resto de españoles, y aprendamos que cuando no defendemos nuestros derechos y no nos levantamos en contra de la injusticia hacia los más débiles, perdemos la dignidad y la dignidad no puede ser negociada.

Como nos enseña la película de 1940 “El gran dictador”: ¡Españoles, no luchéis por la esclavitud, sino por la libertad! En el capítulo XVII de San Lucas se lee: el reino de Dios está dentro del hombre. No de un hombre ni de un grupo de hombres, sino de todos los hombres. En vosotros. /--¡Españoles, no os rindáis a esos hombres! que en realidad os desprecian, os esclavizan, reglamentan vuestras vidas y os dicen lo que tenéis que hacer, que pensar y que sentir. Os barren el cerebro, os ceban, os tratan como a ganado. Y como a carne de cañón.

¡No te calles! 

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--.•. ¡…He dicho!


 (*) Es Presidente del Instituto Hispano Luso


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