miércoles, 25 de agosto de 2010

Cuando Portugal se quema algo de todos se quema

Por Ángel Rico*
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Una de las cuestiones vitales que deben merecer toda la atención de los gobiernos serios, tras la Sanidad, la Justicia y la Educación, es el Medio Ambiente. Eso ocurre en la mayoría de los países serios menos en Portugal, que tiene el triste record de haber permitido que se queme en su territorio, el setenta por ciento de todo lo quemado por el fuego durante el presente año en la Europa Comunitaria. Más de 100.000 hectáreas.
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Ante hechos semejantes, habría que haber declarado el estado de “Emergencia Nacional” y haber puesto al frente de la lucha contra los numerosos incendios, por ejemplo, a los responsables del Ministerio de Defensa Nacional. (Porque era una cuestión de defensa nacional) Haber dejado esa enorme responsabilidad en manos, principalmente, del Secretario de Estado de Medio Ambiente, Humberto de Rosa, y de la Autoridad Nacional de Protección Civil ha sido un tremendo y costosísimo error, que tendrán que pagar las futuras generaciones.
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Los mayores siempre nos enseñaron que “los incendios del verano se apagaban durante el invierno anterior” con labores de limpieza y acondicionamiento de los bosques. Trabajos que, además de suponer la creación de puestos de trabajo especializado, supondría un afianzamiento de los ciudadanos con su territorio.
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Las declaraciones del Ministro da Agricultura, Desenvolvimento Rural e Pescas, António Serrano, “quando a época de incêndios terminar, o Governo tomará medidas de apoio aos afectados” muestra un distanciamiento vergonzante entre el Portugal Oficial y el Portugal Real, mostrando una burocracia sin emociones, que habla de las cien mil hectáreas quemadas, igual que podría hacerlo sobre el partido de futbol del próximo fin de semana.
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Por ello, todos los responsables de este desastre, si no tienen la dignidad de presentar su dimisión, deberán ser cesados ipso facto por Sócrates “el pertinaz”. De no hacerlo así, Sócrates será el único responsable del desastre.
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No hay justificación con lo que ha ocurrido este año en Portugal, no hay excusas que valgan. ¿Se imaginan al responsable de la sanidad en Portugal al que se le hubiesen muerto cien mil personas en los hospitales y no hubiese dimitido? Pues lo mismo hay que sentir con la quema de cien mil hectáreas de Portugal.
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Aquel slogan antiguo de “cuando el bosque se quema algo suyo se quema”, es aplicable en este caso “cuando Portugal se quema algo de todos se quema”. De ahí la indignación que como ciudadanos debemos mostrar por la fría, absurda e inaceptable incompetencia de quien, en Portugal, tenía la mayor responsabilidad de cuidar el medio ambiente y no lo hizo.
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La quema de una parte importante del único Parque Nacional que tiene Portugal, el Parque Nacional da Peneda-Gerês, donde las brigadas de los Bombeiros Voluntários han trabajado sin descanso con unos medios tercermundistas y un sentimiento de alejamiento por parte de las autoridades nacionales, es una actitud política que tiene que denunciarse públicamente. ¡Esto no puede volver a ocurrir nunca mais!
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Un país que pone todos sus medios para que veintitrés muchachos en pantalón corto, tengan todos los medios y ayudas para optar a conseguir, en el sur del mundo, la copa mundial de futbol, debe poner, a su vez, los medios necesarios para que los Bombeiros Voluntários puedan cumplir con su labor, y tranquilizar a la ciudadanía. De no ser así el cuerpo de Bombeiros de Portugal será solo un fraude. Y la Autoridad Nacional de Protección Civil (ANPC) no tendrá razón de ser.
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Alguien me preguntó ¿qué habría hecho yo de tener la responsabilidad coyuntural sobre el problema en Portugal? Partiendo de la base, que mis opiniones no son muy imitables, me permití el atrevimiento de responder a la pregunta: “hubiese militarizado a todos los Bombeiros Voluntários de Portugal, y a todos los jugadores de futbol de la primera y segunda división y los hubiese enviado a todos, bajo el mando de la autoridad militar, a defender a Portugal, es decir, a apagar los fuegos”
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Sí ya sé lo que está usted pensando, pero a grandes males, grandes remedios. Esa propuesta, evidentemente, inaplicable y solo utilizable como hipótesis de trabajo, hubiese demostrado a la ciudadanía de Portugal que al gobierno de Sócrates, le preocupaba la integridad del territorio, de su potencial medioambiental, agropecuario y, por tanto, el futuro de las próximas generaciones.
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Pero la realidad ha demostrado, que existe un país donde arden cien mil hectáreas de bosque (cien mil campos de futbol) y no ocurre nada. Lo que nos llena de rabia a aquellos que, en cambio, sí nos duele ver el color ceniciento de tanto territorio.
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* Es Presidente del Instituto Hispano Luso.

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