domingo, 1 de agosto de 2010

Judíos en Palestina, política e Historia

Por Ángel Rico*
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Nuestros mayores nos enseñaron aquello de “una persona sin información es una persona sin opinión”, cuando nos iñustraban de lo peligroso que era (y sigue siendo) la ignorancia. Traigo esto a colación como argumento inicial, en relación a las opiniones diversas, malintencionadas e ignorantes, que alcanzan protagonismo en la cuestión del conflicto en el que permanentemente (desde el mismo día de la partición decretada por la Sociedad de Naciones el 29 de noviembre de 1947) se encuentra Israel. Este preámbulo sirve tanto para aquellos voceros oficiales, Moratinos, la alta representante para la Política Exterior de la Unión Europea, la baronesa británica, Catherine Ashton, o Ban Ki-monn como Secretario General de la ONU, cuanto para aquellos ciudadanos árabes o proárabes, con una habitual y deficiente formación académica e histórica (dato empírico), que les impide emitir opiniones alejadas del sectarismo y el odio inculcado desde la niñez. En este grupo de personas incluyo a los españoles que iban en la “flotilla de la provocación” y que han presentado una denuncia en la Audiencia Nacional contra Israel.
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Hay unos principios históricos que no se deben pasar por alto a la hora de hablar de “Palestina”. Pero ¿de que Palestina hablamos? Obviamente, de la única que hay, con los datos históricos que hay, con los vecinos que hay y con aquellos que habitaron ese territorio a lo largo de la Historia.
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Podremos retrotraernos en el tiempo cuanto consideremos oportuno, incluso hasta Solimán el Magnífico hace cinco siglos, para iniciar el estudio sobre Palestina y los habitantes de ese territorio y, en ningún caso, se podrá llegar a la conclusión real y seria de que ese territorio es exclusivo de un histórico e inexistente estado palestino musulmán.
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En el principio del SXX, con el enfrentamiento entre los otomanos y los británicos en Palestina, se demuestra el juego de la política en un territorio habitado por una población local quienes profesaban la religiones musulmana, judía, y católica, y que se encontraban inmersos, en el centro, de un conflicto entre potencias extranjeras, Turquía, Prusia, Reino Unido, Rusia, Alemania y Francia. Con consulados, con gran poder, instalados en Jerusalén, que en 1914 tenía una población mixta superior a los 70.000 habitantes.
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Cuando el imperialismo británico dominaba “Tierra Santa” hasta la Gran Guerra, y el secretario del Foreign Office del gobierno de Su Majestad había hecho, en noviembre de 1917, la Declaración Balfour, reconociendo el derecho de la Diáspora a crear un Hogar Nacional Judío en Palestina. Asimismo, Gran Bretaña se comprometía a poner "todo su empeño para facilitar la consecución de este objetivo, teniendo presente que no debía llevarse a cabo ninguna acción que pudiera perjudicar los derechos civiles y religiosos de las comunidades palestinas que no fueran judías, o los derechos o situación política de la que disfrutaran los miembros de la comunidad judía residentes en otros países". (sic). El 24 de julio de 1922, la declaración fue incorporada al mandato de la Sociedad de Naciones para Palestina, en el cual se establecían las condiciones conforme a las cuales se le confiaba a Gran Bretaña la administración temporal de este país en nombre de los ciudadanos árabes y judíos
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Tras el genocidio nazi contra ciudadanos judíos alemanes, franceses, polacos, húngaros, rumanos, checos, letones, rusos, belgas, holandeses, yugoslavos, griegos, austriacos, italianos, estonios, noruegos, luxemburgueses y españoles, en lo que denominaron “Solución Final”, donde seis millones de judíos fueron exterminados con la complacencia de un gran número de europeos, la sociedad mundial tuvo que manifestarse públicamente sobre la “cuestión judía", pasada, presente y futura.
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El 29 de noviembre de 1947 la Asamblea General de las Naciones Unidas, reunida en Nueva York, aprobó la Resolución 181, la cual recomendaba un plan para resolver el conflicto entre judíos y árabes en la región de Palestina, que se encontraba en esos momentos bajo administración británica. El plan de la ONU proponía dividir la parte occidental del territorio en dos Estados, uno judío y otro árabe, con un área, que incluía Jerusalén y Belén, bajo control internacional La población mixta total en aquel momento era de 1.237.000 habitantes.
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La no aceptación de la resolución por parte de los árabes y la incapacidad del gobierno británico para llevar a cabo este plan, tuvo como consecuencia la I Guerra Árabe-Israelí de 1948. Y así se vienen desarrollando los acontecimientos desde entonces. Con “el derecho a la existencia del Estado de Israel”, “el estado teocrático de Irán”, “la democracia israelí”, “el fundamentalismo islámico”, y el instrumento amenazante de “hamastán en los territorios palestinos” que persigue echar a los judíos al mar, (textual).
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Todos estos datos hay que considerarlos, para denunciar los ataques que, desde distintos frentes, que viene sufriendo el Estado de Israel. Algo que se viene realizando por intereses directos de las dictaduras árabes con la complicidad de los estamentos europeos y de la ONU, y de aquellos ignorantes que, vestidos con los demagógicos ropajes del progresismo, coinciden con la “solución final” que hoy persiguen la teocracias musulmanas de la zona, coincidiendo con el Hitlers Volkstaat (estado nacional racial) que actuó de 1939-1945.
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He dicho…!
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* Presidente del Instituto Hispano Argentino Luso Brasileño



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