sábado, 5 de mayo de 2012

La austeridad hasta la muerte, lleva a la muerte

*Por Ángel Rico
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Tengo que confesarle, respetado lector, que estoy de acuerdo con las palabras pronunciadas por Felipe González: “—La austeridad hasta la muerte, lleva a la muerte”, riesgo al que se enfrenta la economía nacional si, además de enrocarse en los recortes, no se practica el liderazgo necesario para motivar y poner la economía nacional en funcionamiento.
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Es tal la situación de la Administración que cuando se producen reuniones de trabajo para presentar proyectos emprendedores, como por ejemplo, el agro energético nacional para el Transporte, los responsables de los negociados con atribuciones delegadas al respecto, a saber, las direcciones generales de Industria, Energía y Agricultura de las diferentes comunidades autónomas, sufren el telele (DRAE: patatús, soponcio). Pudiendo leerse en la cara de los que bien viven del erario público: “--Con lo bien que estaba yo y han tenido que venir estos con este proyecto a joder mi tranquila quietud”. En casi todas las ocasiones, el último tercio de las reuniones de trabajo está dedicado, por parte de los administradores públicos, a transmitir la política de austeridad de su departamento y, en todo caso, “—esta interesante cuestión corresponde al negociado de al lado”. En la reunión con el “negociado de al lado” el guión es exactamente el mismo, sudor por parte del administrador público, juego de cintura para quitarse el problema y pasarlo a otro “negociado” distinto.
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No es admisible que los contribuyentes paguen los costes de unas carísimas direcciones generales que, en la Administración Rajoy, tengan como única responsabilidad transmitir austeridad sin fomentar el trabajo de los emprendedores. Si admitimos que eso tiene que ser así, --la austeridad hasta la muerte-- hagámoslo con todas las consecuencias y: “Elimínense todos los cargos de primer, segundo y tercer nivel, ahorremos sus salarios y gastos asociados y cuélguese un cartel en la puerta de todos los negociados que diga –cerrado por austeridad total—“. Solo así tendrá sentido la prédica de austeridad que es la única preocupación de los cargos políticos de la Administración Central y regional.
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¿Por donde empezar la austeridad? Respuesta: --Por las Cortes Generales. La Constitución, en el artículo 68 dice que “—el Congreso se compone de un mínimo de 300 y un máximo de 400 Diputados” (Actualmente el Congreso tiene 350 diputados) Empiécese por ahí la austeridad reduciendo el número de diputados al mínimo constitucional, es decir, 300.
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Después por el Senado español, aquí también hay por donde predicar con el ejemplo, el alegre artículo 69 (perdón) de la Constitución habla de que “las provincias elegirán a cuatro senadores, las comunidades autónomas elegirán uno, más otro por millón de habitantes”, total que en la actualidad los contribuyentes pagan los costes de 266 senadores.
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Si comparamos el número de representantes con, por ejemplo, Estados Unidos, un país con 314 millones de habitantes (6,7 veces la población española) y una extensión de 9,6 millones de kilómetros cuadrados (13,2 veces la española) comprobamos que allí hay dos (2) senadores por estado, con un total de cien (100) senadores, por tanto cada senador de Estados Unidos representa a 96.000 estadounidenses. California, por ejemplo, un estado que en extensión y en población es algo menor que España, aporta dos senadores. Mientras que en esta España nuestra cada senador representa a solo 17.700 españoles. En Estados Unidos el índice de desempleo es del 8,1% y en España supera el 23%.
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Además de todos esos representantes nacionales, los españoles tenemos “la suerte” de contar con 1.206 parlamentarios autonómicos, (un parlamentario por cada 39.000 ciudadanos) y por si teníamos miedo, además, hay 1.031 diputados en las Diputaciones provinciales (un diputado por cada 46.000 ciudadanos). Más 8.112 alcaldes y 65.896 concejales. Y luego, la clase política, tienen la desfachatez de hablarnos de austeridad.
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No debemos admitir que ninguno de los cargos políticos hablen a los emprendedores de austeridad. La política “de compresa” (perdón) que están practicando las direcciones generales –que no se mueva, que no traspase y que no se note—deben ser denunciadas con rotundidad, mientras la Administración Rajoy, no predique con el ejemplo, eliminando una parte importante de la vergonzosa cantidad de cargos públicos que, teóricamente, representan a unos contribuyentes que, en conjunto, no podemos pagar sus salarios y gastos derivados.
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A la hora de decidir donde invertir, si en un proyecto emprendedor, que supone la creación de empleo directo, mejoras medioambientales y colaborar en la Seguridad Energética Nacional, que además ayuda a cumplir lo que indica la Directiva 2009/28/CE del Parlamento Europeo y del Consejo, relativa al fomento del uso de energía procedente de fuentes renovables y que establece unos objetivos vinculantes para España, ó en el salario de un director general, desmoralizador y poco útil, la respuesta debe ser evidente. ¡En los emprendedores!
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…He dicho!
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*Es Presidente del Grupo de Empresas Agrarias (GEA)

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